Prófugos

×Capitulo treinta y cuatro

Pov's Maia:

Hoy volvía a las carreras junto a Caleb, hoy hablaríamos con Liam y Martín de las novedades que tenían de Dylan. Desde que le prometí a Caleb que no volvería sin el no lo he hecho, no quiero que el se enoje peor de lo que ha estado cuando se enteró.

Elena no esta para nada feliz que Caleb vuelva al lugar donde casi muere, pero no ha logrado convencerlo, saben como es Caleb de terco, ni si quiera yo he podido convencerlo de que me deje hacer esto a mi sola.

Pero en fin me encuentro viendo que me pondré para ir hacia allí. Me decidí por mi jean Tiro alto negro con roturas en las rodillas, junto a un top con mangas holgadas, y mis borsegos negros.

 Me decidí por mi jean Tiro alto negro con roturas en las rodillas, junto a un top con mangas holgadas, y mis borsegos negros

 

Cuando decidí que estaba lista, me despedí de mi madre y Cai, agarre mi celular, mis llaves, y me fui rumbo a las pistas a encontrarme con Caleb y los chicos.

Luego de veinte minutos de trayecto con la música a todo volumen, aparqué en uno de los primeros espacios libres que vi. Bajé y me acerqué donde se encontraba todos esperándome.

—Hola princesa. —dice Caleb dándome un tierno beso en la frente —te he extrañado

—Basta de tanto amor en público. —dice Isaac

—a ti te da envidia porque estás solo ja-ja— digo en forma de burla. Isaac me mira ofendido y se va tras unas chicas que acaban de pasar por donde estábamos.

Estuvimos un rato charlando y tomando unas cervezas hasta que llegó el momento de que Caleb corra otra vez. Estoy muy nerviosa no estoy para nada convencida de que lo vuelva a hacer, no quiero que le ocurra nada esta vez, pero saben cómo es de terco y no pude hacerlo cambiar de parecer ya que es algo que ama y no dejara de hacerlo por un imbécil que quiere arruinar todo por una obsesión hacia mí, esas fueron sus palabras cuando intente hacerlo entrar en razón.

—Pequeña voy a prepararme, cuídate y no te separes de los chicos ¿sí?

—Si papá tranquilo. —digo con fastidio.

—Maia hablo en serio

—Está bien no te preocupes, pero ten cuidado ponte el cinturón de seguridad, te quiero muchísimo. —el me da una sonrisa, y acaricia mi mejilla.

—Si tranquila preciosa, yo también te quiero a ti nos vemos luego —dice para besarme tiernamente y subirse a su auto.

—Si tranquila preciosa, yo también te quiero a ti nos vemos luego —dice para besarme tiernamente y subirse a su auto

 

Caleb ha ganado la carrera, fue impresionante su manera de pasar las curvas, realmente extrañaba verlo correr. Lo hace con tanta pasión. Voy rumbo a felicitarlo cuando veo algo que me deja impactada, no puede ser lo que estoy viendo. 
Es Caleb besándose con la idiota de Luciana, maldita sea antes de correr me ha dicho que me quería y ahora hace esto, pensé que había cambiado. Lágrimas caen de mis ojos, cuando Caleb se separa de ella y me ve, salgo de allí corriendo mientras escucho que grita mi nombre. 
No quiero saber más nada con él es un imbécil.

Los chicos me ven llorar y me preguntan que me pasa, pero los ignoro y me subo a mi auto para irme, necesito estar sola. Nunca pensé que Caleb me haría esto pero que se puede esperar de un mujeriego ¿no? Como pude ser tan incrédula y pensar que cambiaría, yo soy la idiota que creyó en él. Siempre dicen que los mujeriegos no cambian y yo como estúpida creí que si lograría cambiarlo.

Estacionó frente al mirador, justamente donde todo comenzó, no sé porque vine hasta aquí, pero creo que es el lugar indicado para pensar. Salgo del auto y me siento sobre la parte delantera de mi auto.
Al mirar la ciudad lágrimas corren por mis mejillas, tengo un dolor horrible en el pecho, nunca pensé volverme a sentir tan usada, pensé que esta vez sería distinto que esta vez sí valdría la pena arriesgarme, pero no ha sido así. Mi teléfono no deja de sonar lo apago sin mirar de quien se trata no quiero hablar con nadie estoy cansada de todo.
Luego de un rato de puro silencio escucho pasos detrás mío.

—Caleb vete y déjame en paz.

—No soy Caleb —al escuchar esa voz me paralizó.

—¿Qué quieres Dylan? Déjame en paz por favor, no es momento de tus estupideces.

—¿Que te ha hecho ese imbécil Preciosa? Dime que tenía razón y te engaño con la primera zorra que apareció ¿ha que si linda?




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