Brooke
Hoy amanecí de un muy buen humor, lo cual es sumamente raro, pasa cada vez que hay un eclipse solar, ok, sé que estoy exagerando, pero en serio, no sucede a menudo.
El desayuno estuvo bien, y al no encontrar algo que hacer en mi casa, me encuentro aburrida, tal vez debería salir, aquí nadie me conoce, puedo andar libre, pensé.
Decidí salir a explorar la ciudad en la que me encuentro, tal vez pueda conseguir algún trabajo, así puedo tener ingresos extras, que no me caerían nada mal.
No me tomó mucho llegar al centro de la ciudad, ya que vivo en un tipo de residencial a un kilómetro y medio de ahí, y sí, tengo que caminar, hace bueno al cuerpo, pero en serio, debo comprarme un auto.
Tras unos minutos de caminar por establecimientos, encontré un tipo de bar- restaurante, que se veía con buen ambiente, por lo que entré sin dudar, inspeccioné el lugar, había unas 15 personas, seis en una mesa que está pegada a la pared del lado derecho del lugar, otras seis personas estaban a un costado de los baños sanitarios y pensé, ¿a quién rayos se le ocurre sentarse a un lado de los sanitarios? Exacto, nadie que posea un poco de sentido común lo haría, pero estaba claro que esos sujetos carecían de ello, o podía ser que estaban borrachos o drogados, o, todas las anteriores, sí, seguramente.
Las tres personas restantes, estaban en la barra, decidí sentarme en esta, pero a unos 7 asientos de distancia, la verdad no me gusta tratar con imbéciles borrachos, nunca lo ha hecho, ni nunca lo hará, definitivamente, entre más lejos esté de ellos, mejor, por el bien de ellos.
Este no es lugar para chiquillas como tú – dijo el barman, que lucía una barba media y un jaquet de cuero.
Pues yo no veo ninguna por aquí – dije pasando mi dedo por la madera del mostrador.
No te hagas la graciosita, mocosa; o me muestras tu tarjeta de identidad o te vas de aquí – dijo apuntando hacia la salida.
Yo a usted no tengo porqué mostrarle nada, el simple hecho de que alguien se presente por este lugar es porque conocen las reglas de este, no hay razón para mentir. – dije mientras lo observaba.
No me vengas con argumentos de leyes y eso, no me interesa, lo único que lo hace es que me muestras tu tarjeta o te saco de aquí. – dijo enojado.
Esa no es manera de hablarle a una señorita - dijo un chico castaño mientras cruzaba el bar hasta un costado de la barra.
¿Tú quién eres? Esta es una conversación entre la mocosa y yo, no tienes porqué entrometerte – dijo saliendo del fondo de la barra hacia el centro del bar.
Oye, tranquilo viejo, sol… - comenzó a decir el chico desconocido, pero lo interrumpí.
Me vuelves a llamar mocosa una vez más y lo vas a lamentar. – dije amarrando mi cabello suelto en una coleta, no había notado que había oscurecido ya.
Jajaja, que miedo me das – se burló el viejo ese - ¿qué pretendes hacer? Mocosa – sonrió.
Este viejo no sabe en lo que se está metiendo, pero yo sí lo sé y, sé que no le va a gustar en absoluto lo que va a sucederle a esa estúpida sonrisa.
Me quedé observando al desagradable sujeto quien sonreía de una manera verdaderamente molesta.
Dejé mi bolso sobre el mostrador y me puse de pie, enfrentándome al barman.
Presiento que esto se va a poner bueno – dijo el desconocido mientras se recostaba sobre una de las mesas.
Ya me cansaste con tu estúpido jueguito rudo – dijo la barba de chivo haciendo comillas con sus dedos cuando pronunció la palabra rudo. – te voy a sacar de aquí quieras o no, mocosa – con eso dicho el hombre se acercó a mí e intentó tomar mi brazo, pero lo esquivé y tomé su mano, y estrellé mi puño en su nariz, de la cual automáticamente comenzó a salir chorros de sangre.
El sujeto tras la fuerza que apliqué se fue hacia atrás, hasta que chocó con la mesa en la que el castaño desconocido estaba.
Eres una salvaje niña, mira cómo me has dejado, estás loca, tienes serios problemas. – dijo el barman tapando su nariz.
Te advertí de lo que te pasaría si me volvías a llamar mocosa, pero tú, hiciste caso omiso de ello, ahora pues, asume las consecuencias de tus actos. – Dije tomando mi bolso, le di una última mirada y salí de ahí.
Mi buen humor se acaba de esfumar completamente, y vaya que duró.
Connor.
Este sujeto está tentando su suerte, pensé mientras observaba a la chica pelinegra ponerse de pie.
Segundos después solo miré cómo ella levantaba su puño y lo chocaba en el rostro del barman, y rápidamente comenzó a sangrar exageradamente; ese sin duda, fue un buen gancho, demonios, puedo decir que ver esa escena me excitó.