Prohibido

4. ANTES DE LAS 07:00 AM.

Eran casi la una y media de la madrugada. La música comenzaba a cesar de una larga noche de ruidos y retumbes. Los golpes al suelo, chasquidos y silbidos fueron demasiados. Charlie se encontraba sentado en la mesa ubicada en frente de los baños, tomándose la novena copa de vino de la noche y comiendo un sándwich de jamón y mayonesa. Sentado en una silla marrón oscura de madera con puntos negros, como el techo de una casa del mismo material, miraba el trasero de la señorita Dumbreg. Ella se dirigía a la mesa dulce, y manoseó una pastaflora de dulce de leche. La levantó y le dio un mordisco de primera. Charlie movió la mirada para disimular. Comenzaba a sonarle el teléfono, y el tuvo que atender, como obligación.

-Charles... ¿no piensas venir?

-Espera Isa, dentro de horas iré, así que no empieces a llamar cada cinco segundos que queda un largo rato para que yo vaya a casa. Duerme.

-Me preocupas.

-Te he dicho que duermas. -Cortó el teléfono y volvió a guardárselo en el bolsillo trasero. Dumbreg Girl dio un giro bestial, avanzó hacia su mesa y el volvió a mirarle su parte, con disimulación. Fue a orinar, tras haberse abrochado el cinturón por vigésima vez en el día. Pasó un pasillo paralelo que doblaba hacia la derecha y llevaba a la cocina, en el que se podía ver rastros de comida tirada, y los pasos de barro en el suelo. Estaba lloviendo, y Charlie creía que a las seis de la mañana estaría en su casa. Tenía los ojos casi cerrados, pero no quería irse. Vio pasar a un chiquillo corriendo, descalzo, que venía del baño masculino. En la puerta de éste, podía verse a una personita con una maleta. A su izquierda, a una mujer con un vestido. Cruzó por traicioneros charcos de Pepsi con agua, de los mozos que pasaban cada cinco segundos, con las bandejas de plata en mano. Charlie se miró la solapa y tenía un pedazo de carne en él, con un rojo manchón que lo rodeaba. Podía escucharse, desde ese lugar, el fuerte ruido de la música. Antes de ir al baño, vio a Katherin. Su vestido que seguramente costaba miles de dólares lo tenía puesto, y tacos con un alto tacón, eso le impedía caminar bien, solía retorcerse y entonces se iba hacia un costado. Con el cabello rubio que se lo acomodaba cada unos segundos, y luego se armaba una colita que minutos después se la sacaba, fue hacia la mesa principal, en la que una fuerte luz daba allí. Ella se sentaba en la silla de diamante que se encontraba en medio de la mesa, estaba de espaldas a un largo pasillo que, en el suelo, estaba siendo recubierto por una alargada alfombra roja. Por ella pasaban todos.

 

Charlie estaba en el coche. Eran las 05.34 de la madrugada, y tenía el celular en la mano. De reojo lo miraba, e intentaba llamar a su madre que seguramente estaba durmiendo. La carretera estaba vacía, aunque algunas personas debían ir a trabajar. El camino que tanto le costó hacer a la ida pudo hacerlo tranquilamente. Se cruzó con un antiguo Cadillac que parecía ser un tipo ebrio; él no lo estaba, solamente había tomado vino hasta la una y media. La acera estaba desierta, las moscas rodeaban a un perro muerto que estaba tirado en medio de la calle, con un chorro de sangre saliéndole del medio de la cabeza. Charlie se tapó los ojos, sabiendo qué era. Por momentos recordó a su padre, a su coche en medio de la ruta, roto, pero no a su cuerpo. Nadie pudo encontrarlo, y no había ninguna cámara de seguridad o alguien que haya visto la situación. Hay pocas posibilidades de que él haya entrado al lugar prohibido, aunque nadie cree eso. Pero, algo que siempre tenía claro era que la culpa no era de su madre, el quizás chocó por algún ebrio que se haya encontrado por el camino, nadie sabe, puede llegar a ser coincidencia.

Comenzó a tararear Dark Necessities, de Red Hot Chili Peppers. Se oía por la antigua radio. Era un cuatro de junio de 2017, y el sol comenzaba a salir, lentamente.



#3033 en Terror

En el texto hay: espiritu

Editado: 10.04.2018

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