Prohibido en la pista

Capítulo 2. Entrenamiento.

Nikolai.

El sonido de las cuchillas deslizándose sobre hielo es casi hipnótico. El entrenamiento ha sido intenso, pero así debe ser si queremos ganar el partido de la próxima semana contra nuestro eterno rival. El hockey no es solo un deporte en esta Academia, es una guerra de Orgullo y territorio.

Rsspiro hondo, deslizando mi Stick con precisión, y disparo. La pastilla negra atraviesa la pista con velocidad antes de impactar la red con un golpe seco.

—¡Gol! —exclama unos de mis compañeros.

Levanto la mirada y sonrío. Es obvio que estamos en buena forma, pero eso no significa que podamos confiarnos. Especialmente porque el equipo contrario tiene a ese idiota.

El pensamiento me provoca una mueca.

Justo en ese momento, escucho una voz familiar gritando desde las gradas.

—¡Nik!

Me tiro y la veo. Alexandra.

Mi hermana del medio se encuentra apoyada contra la baranda con unas sonrisa en los labios. Con su cabello rubio en una coleta y su uniforme perfectamente alineado, parece la definición de la princesa de esta Academia.

—No me digas que ha venido a espiarme —le lanzo una mirada burlona mientras patino hasta el borde de la pista.

—Más bien he venido a asegurarme de que no hagas el ridículo en el partido de la próxima semana —responde con un tono mordaz, pero divertido.

Dejó mi stick a un lado y apoyo los brazos en la baranda.

—Por favor. Yo soy el mejor jugador de esta Academia.

—Modesto como siempre —rueda los ojos—. ¿Papá vendrá a verte?

—Lo dudo —respondo sin emoción —. Ya sabes cómo es.

Alexandra suspira. No necesitamos más palabras. Ambos sabemos que nuestro padre es un hombre demasiado ocupado manejando su Imperio como para preocuparse por cosas como los partidos de hockey.

—Pero Nika si vendrá —añado, y eso me hace sonreir.

Mi hermana de ocho años, la única persona en esta familia que realmente me importa.

—Por supuesto que vendrá, te adora —dice Alexandra con una sonrisa más suave—. No deja de hablar de ti.

Nika es el único rayó de luz en nuestra familia. Mientras Alexandra y yo crecimos bajo la presión de ser perfectos, Nika aún tiene esa inocencia que queremos proteger a toda costa.

—Te apuesto lo que quiera a que aparecerá con un cartel gigante que diga "¡Nikolai es el mejor!" —bromeo.

—Y con glitter —añade Alexandra con una risa.

Sacudo la cabeza con diversión antes de volver a mirar la pista. El entrenamiento aún no ha terminado, y no pienso perder este partido.

Especialmente porque hay alguien en esta academia a quien quiero demostrarle quién manda aquí.

Después de la práctica me dirijo a la biblioteca. Alexandra me ha pedido que le busque unos libros, y aunque normalmente le diría que lo haga ella misma, mi hermana menor tiene un talento especial para manipularme. Además, no me molesta la idea de pasarme un rato en un lugar tranquilo después del entrenamiento.

Entró en la biblioteca y el silencio me envuelve de inmediato. El aire huele a papel Antiguo y barniz y las grandes estanterías proyectan sombra larga bajo la luz tenue. Camino con paso seguro entre los pasillos, buscando la sección de literatura, cuando escucho voces.

Me detengo.

No porque quiera meterme en un problema, sino porque reconozco unas de las voces.

Es Harry.

El imbécil.

El capitán del equipo rival.

Entre las filas de estanterías, me acerco sin hacer ruido. Me posiciono en un ángulo donde puedo ver lo que ocurre sin que me descubran.

Y ahí está ella.

Amaia.

la Chica nueva.

El mismo desastre con el que choqué en el pasillo esta mañana.

Harry está frente a ella, con los brazos cruzados y una expresión molesta en el rostro. Amaia, en cambio, mantiene la barbilla en alto y los brazos firmemente pegados a los costados, como se intentara contener su frustración.

—Te pregunté algo, Amaia —la voz de Harry suena tensa —¿Donde están tus lentes de contacto?

Ella suelta un suspiro exasperado.

—En la basura.

Sonrío. Interesante.

—Sabes que dijimos sobre esto —Harry da un paso más cerca de ella—. Dijimos que era lo mejor si los usaba.

—No. Tú dijiste que era lo mejor. Yo nunca estuve de acuerdo —su tono es firme, desafiante.

Harry aprieta la mandíbula.

—¿por que tienes que hacer todos esto tan difícil? No es gran cosa, solo son lentes de contacto.

Amaia cruza los brazos sobre su pecho.

—Entonces, si no es gran cosa, ¿por que te importa tanto?

Harry abre la boca, pero parece no encontrar una respuesta inmediata.

Imbécil.

Cualquier tipo con dos neuronas activas sabría que no hay justificación para lo que está haciendo. Pero claro, Harry nunca ha sido alguien con suficiente cerebro para pensar antes de actuar.

Lo que me molesta no es sólo el hecho de que la este presionando, sino la forma en la que lo hace. Como si tuviera algún tipo de derecho sobre ella.

—Amaia... —su voz baja un poco,como si intentara sonar más razonable—. Solo quiero evitarte problemas.

Ella suelta una risa incrédula.

—¿Evitarme problemas? ¿O evitarte a ti la vergüenza de estar con alguien que tiene ojos diferentes?

Silencio.

Eso debió doler.

Veo cómo la mandíbula de Harry se tensa aún más.

—No se trata de eso —gruñe.

Amaia da un paso atrás y sacude la cabeza.

—¿Sabes qué,Harry? Estoy cansada. Cansada de esto, de ti, de todo. No me importa lo que los demás piensen, y tu si... entonces talvez el problema no soy yo.

Se gira sin más y camina hacia la salida de la biblioteca, con la espalda recta y la determinación marcada en la postura.

Me quedo en mi escondite, observando a Harry.

Ésta inmóvil, con el ceño fruncido y las manos apretadas en puños. Está enojado. Pero más que eso, parece humillado.

Patético.

Sacudo la cabeza con una sonrisa burlona antes de salir de mi escondite y caminar hacia la sección donde estan los libros de Alexandra.




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