Prohibido en la pista

Capítulo 3. Competencia.

Amaia.

El estadio estaba lleno.

Los gritos, la euforia y la energía vibraban en el aire mientras las personas vestidas con los colores de sus respectivos equipos animaban con entusiasmo. Desde donde estaba sentada, podía ver claramente la pista de hielo reluciendo bajo las luces blancas del techo, con los jugadores calentando antes de que comenzara el partido.

A mi lado, Falena movía la pierna con impaciencia, sosteniendo una bufanda con los colores del equipo de Nikolai.

—No puedo esperar a verlos aplastar a esos idiotas —dijo, con una sonrisa traviesa.

Yo solté una risa, asintiendo.

—Definitivamente, será interesante.

Falena y yo habíamos llegado temprano para conseguir buenos asientos. Terminamos en primera fila, justo detrás del vidrio que separaba la pista de los espectadores. Desde aquí, podíamos ver a los jugadores con claridad.

Los dos equipos ya estaban sobre el hielo, patinando en círculos, haciendo movimientos de calentamiento, pero mis ojos se dirigieron inmediatamente hacia un solo jugador.

Nikolai Deus.

El heredero de la familia más influyente de Suiza. Capitán de su equipo. Y también, el chico con el que choqué en el pasillo.

Por supuesto, recordaba, perfectamente nuestra conversacion.

"Muñeca, ¿eres nueva? Sí, definitivamente sí. Pero tienes unos gustos malos para elegir novio".

"En serio, déjame decirte que tendría gustos peores si salgo contigo."

Solo recordar su expresión cuando le respondí me hizo sonreír con satisfacción.

Nikolai no parecía ser el tipo de persona acostumbrado a recibir respuestas directas como esa. Me preguntaba si lo había dejado pensando en ello.

—Mai —Falena me dio un codazo—. Mira quién viene.

Giré la cabeza y vi a dos chicas acercándose a nuestra fila. Una de ellas era mayor, probablemente de nuestra edad, con cabello rubio y una mirada curiosa. La otra era una niña pequeña, de no más de ocho años, con el cabello oscuro y una enorme sonrisa en el rostro.

—¡Falena! —exclamó la mayor con entusiasmo, abriendo los brazos.

—¡Alexandra! —Falena se levantó y la abrazó con fuerza.

Las dos parecían muy cercanas.

Cuando se separaron, la niña pequeña se acercó también y rodeó las piernas de Falena con un abrazo.

—¡Fal!

—¡Nika! —Falena se agachó y la levantó con facilidad—. Estás más grande.

La niña rió con alegría antes de apartarse un poco y mirarme con curiosidad.

—¿Quién es ella?

Falena sonrió y me presentó.

—Ella es Amaia, mi amiga. Amaia, ellas son Alexandra y Nika, las hermanas de Nikolai. Y también son mis primas.

Mis cejas se arquearon con sorpresa.

—¿Primas?

—Sí —asintió Alexandra—. Nuestro papá es hermano del papá de Falena.

—Oh, ya veo —sonreí—. Es un placer conocerlas.

—¡Eres muy bonita! —soltó Nika de repente, con su vocecita infantil.

Me reí.

—Tú también eres muy linda, Nika.

Ella sonrió con timidez antes de sentarse junto a Falena.

—¿A quién apoyas, Mai? —preguntó Alexandra, mirándome con interés.

Antes de que pudiera responder, Nika intervino.

—¡Tiene que apoyar a Niko!

No pude evitar soltar una risa.

—Bueno… dado que ustedes son tan encantadoras y que Falena es mi amiga, creo que apoyaré a su equipo.

—¡Sí! —exclamó Nika con emoción.

Alexandra sonrió satisfecha.

—Buena elección.

En ese momento, la bocina del estadio sonó, indicando que el partido estaba a punto de comenzar.

—¡Va a empezar! —gritó Falena.

Nos acomodamos en nuestros asientos, con los ojos fijos en la pista.

La batalla entre Nikolai y Harry estaba a punto de comenzar.

El estadio explotó en gritos.

La bocina final sonó con fuerza, indicando el fin del partido y dejando claro que solo había un equipo ganador.

El equipo de Nikolai.

Falena saltó de su asiento con un grito de victoria, levantando los brazos y sacudiendo la bufanda del equipo con orgullo.

A su lado, Alexandra y Nika hicieron lo mismo, la pequeña prácticamente saltando en su asiento con una sonrisa radiante.

—¡Sabía que ganarían! —exclamó Nika, aferrándose a la mano de su hermana mayor.

—No esperaba menos —dijo Alexandra con una sonrisa satisfecha—. Niko nunca pierde cuando se lo propone.

Yo no era una experta en hockey, pero después de ver ese partido, entendí perfectamente por qué Nikolai tenía fama de ser el mejor. Durante todo el encuentro, él había dominado el hielo con movimientos precisos, rápidos y letales. Su equipo había seguido su liderazgo con perfecta coordinación, dejando al equipo de Harry sin muchas oportunidades de recuperarse.

Hablando de Harry...

Mi mirada viajó automáticamente hacia el otro extremo de la pista, donde el capitán del equipo rival se quitaba el casco con evidente frustración. Su mandíbula estaba tensa, y podía ver el enfado en sus ojos mientras evitaba mirar hacia el equipo contrario.

Definitivamente, perder contra Nikolai no estaba en sus planes.

Los jugadores comenzaron a retirarse del hielo poco a poco, y cuando Nikolai se quitó el casco, su rostro mostraba una mezcla de orgullo y arrogancia. Su cabello oscuro estaba húmedo por el sudor, y sus ojos café escaneaban el estadio con calma.

Fue entonces cuando nuestros ojos se encontraron. Por un momento, no supe si debía apartar la mirada o mantenerla. Él fue quien sonrió primero. No de cualquier forma, sino con ese toque de desafío y superioridad que parecía ser parte de su esencia.

Incliné ligeramente la cabeza, decidiendo no romper el contacto visual.

Si quería jugar a eso, jugaría.

—¡Vamos a verlos! —exclamó Nika de repente, jalando la mano de Alexandra.

—Sí, vamos a los vestidores —agregó Falena—. Tenemos que felicitar a los chicos.

Nos pusimos de pie y comenzamos a avanzar entre la multitud de espectadores que poco a poco abandonaban sus asientos. Mientras caminábamos, escuché algunos comentarios de los seguidores del equipo rival, claramente molestos por la derrota.




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