Nikolai.
El aire frío del campo de fútbol me despejó la mente mientras me apoyaba en uno de los postes de la portería, observando cómo Jasver practicaba sus tiros. La mañana estaba tranquila, con el sol apenas asomándose entre las nubes, y el eco de las voces de otros jugadores resonando en la distancia.
Jasver pateó el balón con fuerza y este voló directo hacia mí. Lo detuve con un simple movimiento del pie y lo rodé de vuelta hacia él.
—Sigues siendo un maldito show-off —comenté con una sonrisa.
Jasver se rió, corriendo hacia el balón.
—Y tú sigues siendo un imbécil arrogante.
Reí entre dientes. Así era nuestra amistad. Nos insultábamos, nos retábamos, pero en el fondo, sabíamos que éramos inseparables.
—¿Cómo va tu nueva relación? —preguntó de repente, mirándome con burla.
Rodé los ojos.
—Todavía no empieza oficialmente, pero Amaia y yo ya hicimos el trato.
Jasver silbó.
—Te metiste en un problema grande, hermano.
Me encogí de hombros.
—¿Y cuándo no?
—Tienes razón. —Sonrió. Luego miró más allá de mí y su expresión cambió —. Hablando del diablo…
Fruncí el ceño y giré la cabeza.
Amaia.
Caminando directo hacia nosotros.
Llevaba un abrigo negro largo y el cabello suelto, moviéndose con el viento. Su mirada se posó en Jasver y, para mi sorpresa, su rostro se iluminó.
Antes de que pudiera procesarlo, ella corrió hacia él y lo abrazó.
—¡Jas! —exclamó, rodeándolo con los brazos como si no lo hubiera visto en años.
Mis músculos se tensaron automáticamente.
¿Qué carajos estaba pasando aquí?
Jasver rió, abrazándola de vuelta con la misma familiaridad.
—¿Qué haces aquí, mocosa? —preguntó, despeinándole el cabello con cariño.
Mocosa.
¿Mocosa?
Mi mandíbula se endureció.
Amaia le dio un manotazo, alejándose de él con una sonrisa.
—Vine a verte, tonto. Aunque no esperaba encontrarme con este imbécil. —Lanzó una mirada rápida hacia mí antes de volver su atención a Jasver.
Un momento.
Jasver. Amaia.
El cerebro me hizo clic en ese instante.
No. No. No.
Antes de que pudiera decir nada, Jasver se giró hacia mí con una sonrisa.
—Nikolai, te presento a mi hermanita.
Silencio.
Silencio absoluto en mi mente.
No.
No puede ser. No puede ser.
Amaia.
Mi "novia" falsa.
Era la maldita hermana de mi mejor amigo.
Maldición.
—¿Qué? —solté en seco, sin poder evitarlo.
Amaia cruzó los brazos, mirándome con obvia diversión. Ella ya lo sabía.
Jasver levantó una ceja, confundido.
—¿No te lo había dicho?
No. No me lo había dicho.
¿Cómo demonios nunca lo había mencionado? Yo conocía a Jasver desde hace años, y jamás había escuchado sobre una hermana como ella.
—No, no me lo habías dicho —respondí, tratando de sonar neutral.
Amaia me miró con una sonrisa inocente.
—¿Algún problema, novio?
Su tono era burlón. Se estaba divirtiendo con esto.
Y, joder, eso solo me hizo querer besarla y estrangularla al mismo tiempo.
Jasver se giró hacia ella con una mirada afilada.
—Espera… ¿novio?
Mierda.
El cerebro de Jasver aún intentaba procesar lo que había dicho Amaia cuando, de repente, vi una silueta acercándose en nuestra dirección.
Harry.
El imbécil caminaba con esa sonrisa arrogante que me daban ganas de borrar de un puñetazo. Si nos veía juntos sin ninguna muestra de afecto, iba a sospechar de inmediato.
No podía arriesgarme.
Así que, sin pensarlo dos veces, tome a Amaia por la cintura y la besé.
Sus labios se tensaron por la sorpresa, pero, en cuestión de segundos, respondió al beso.
Joder.
No debía sentirme así. No debía gustarme tanto. No debía notar lo bien que encajaban nuestros cuerpos o lo rápido que mi pulso se aceleraba.
Pero lo hice.
La besé como si quisiera dejar una marca en ella, como si Harry no fuera la razón detrás de esto. Y, cuando entreabrió los labios en respuesta, estuve a punto de olvidar todo.
Todo.
El mundo desapareció.
Solo existíamos ella y yo.
Hasta que…
—¡¿Qué carajos?! —explotó Jasver a nuestro lado.
Amaia se separó de golpe, llevándose una mano a los labios y mirándome con una mezcla de sorpresa y confusión.
Yo, por otro lado, me forcé a recordar por qué lo había hecho.
Harry.
Él ahora estaba de pie a unos metros, con el ceño fruncido y una expresión que oscilaba entre el enojo y la incredulidad.
Perfecto.
Lo había visto.
Me aseguré de mirarlo con la suficiente burla y satisfacción antes de que, con un bufido, se diera la vuelta y se marchara.
Misión cumplida.
Sin embargo, el verdadero problema no era Harry. El problema era Jasver.
—¿Alguien me puede explicar qué mierda fue eso? —preguntó con una mezcla de enojo y confusión.
Amaia se aclaró la garganta, pero no dijo nada.
Yo suspiré y me pasé una mano por el cabello.
—Bueno, Jas, esto es un poco complicado…
—¡Complicado mis huevos! —exclamó—. ¡¿Me quieres decir que mi hermana y mi mejor amigo están juntos?!
Amaia rodó los ojos.
—No exactamente.
Jasver la fulminó con la mirada.
—¿No exactamente? ¡Se estaban besando! ¡Enfrente de mí!
Suspiré.
—No es lo que crees.
—¡Entonces dime qué carajos es!
Amaia y yo intercambiamos una mirada.
No teníamos otra opción.
Teníamos que contarle la verdad.
Era ahora o nunca.
#854 en Novela contemporánea
#3361 en Novela romántica
academia de élite, juegos de hockey, enemies to lover romance adolescentes
Editado: 14.04.2025