Amaia.
Jasver nos miraba como si hubiéramos perdido la cabeza.
Y no lo culpaba.
Si alguien me hubiera dicho hace dos días que terminaría fingiendo ser la novia de Nikolai Deus solo para destruir a Harry, me hubiera reído.
Pero aquí estábamos.
—Déjenme ver si entiendo bien —dijo Jasver cruzándose de brazos—. Quieren fingir que son pareja porque Harry es un imbécil manipulador y quieres arruinarlo.
Asentí.
—Exactamente.
—Y Nikolai se ofreció a ayudarte porque…
—Porque yo también quiero ver a ese idiota caer —interrumpió Nikolai con una sonrisa torcida—. Y porque me gusta ver cómo sufre.
Jasver nos observó por unos segundos en completo silencio.
Sabía que estaba procesando todo, tratando de decidir si esto era una locura o una jugada maestra.
—Déjame ver si entendí bien otra cosa —continuó con el ceño fruncido—.¿Se besaron para que Harry los viera y creyera que están juntos?
—Sí —respondimos Nikolai y yo al mismo tiempo.
Jasver suspiró y se pasó una mano por el rostro.
—Esto es ridículo.
Nikolai se encogió de hombros.
—Un poco.
—No, no un poco. Es ridículo en su totalidad.
—Pero efectivo —recalqué—. ¿O acaso viste la cara de Harry cuando nos vio?
Jasver apretó los labios.
Sí, lo había notado.
La expresión de Harry había sido una mezcla de furia, sorpresa y celos, justo lo que queríamos provocar.
Después de unos segundos, Jasver resopló y negó con la cabeza.
—No puedo creer que los voy a apoyar en esto.
Mis labios se curvaron en una sonrisa.
—¿Eso significa que estás dentro?
—No tengo otra opción, ¿verdad?
Nikolai sonrió con arrogancia.
—No realmente.
Jasver nos observó con una mezcla de fastidio y resignación.
—Está bien, pero si esto se les sale de control, yo no fui parte del plan.
Le di un abrazo rápido.
—¡Eres el mejor, Jas!
Él resopló, pero no me apartó.
—Sí, sí, lo que digas.
Cuando me separé, Nikolai se inclinó hacia mí con una sonrisa divertida.
—Bueno, muñeca, parece que oficialmente somos pareja.
Rodé los ojos.
—Solo por tres meses, Deus.
Él me guiñó un ojo.
—Veremos si aguantas tanto tiempo sin enamorarte de mí.
—Eso es lo más estúpido que he escuchado.
Jasver suspiró.
—No sé quién va a destruir más a quién en esta relación falsa, pero va a ser divertido verlo.
—Lo primero que tenemos que hacer es que todos se enteren de que estamos juntos —dijo Nikolai, apoyando un brazo en mi hombro como si fuera la cosa más natural del mundo.
Le lancé una mirada fulminante y aparté su brazo.
—¿Podrías no tocarme como si ya fuéramos parejas?
—Muñeca, eso es exactamente lo que somos ahora.
—Fingimos serlo, no te emociones.
Jasver nos observaba con una mezcla de diversión y resignación.
—No van a durar ni una semana sin matarse.
—No subestimes mi autocontrol —repliqué con una sonrisa sarcástica.
—Ni el mío —agregó Nikolai, aunque su mirada decía lo contrario.
Suspiré.
—Entonces, ¿qué sugieres?
Nikolai se cruzó de brazos y sonrió de lado.
—Un gran anuncio.
Jasver resopló.
—¿Quieres contratar un avión con un cartel que diga ‘Amaia y Nikolai son pareja’?
—No seas ridículo —respondió Nikolai con una expresión de burla—. Eso sería demasiado…
—¿Demasiado? —interrumpí—.¿Quieres decir que consideraste la opción?
—No lo descarto.
Rodé los ojos y crucé los brazos.
—¿Cual es tu brillante plan entonces?
—Es simple —dijo Nikolai, con una sonrisa arrogante—. Nos aseguramos de que nos vean juntos en la cafetería, en los pasillos, en los entrenamientos… y, por supuesto, en la próxima fiesta.
Mis cejas se arquearon.
—¿Fiesta?
Jasver asintió con una sonrisa maliciosa.
—Sí, la fiesta del equipo. Se celebra después de cada gran partido.
—Y justo coincidió que nosotros ganamos esta vez —añadió Nikolai con falsa inocencia—. Harry va a estar ahí.
Mi sonrisa se ensanchó.
—Perfecto.
Jasver nos miró con incredulidad.
—No sé si esto es un plan de venganza o una película romántica mala.
Nikolai me miró fijamente, con esa sonrisa que me irritaba y me divertía al mismo tiempo.
—Una mezcla de ambas cosas.
Negué con la cabeza, pero no pude evitar sonreír.
Harry no sabía lo que le esperaba.
La Academia estaba en completo silencio cuando salí de mi habitación. La mayoría de los estudiantes ya dormían, y los pocos que aún estaban despiertos probablemente estaban ocupados con tareas o mensajes secretos a medianoche.
Me aseguré de que el pasillo estuviera despejado antes de avanzar. No quería que nadie me viera salir a esta hora, y mucho menos que se enteraran de a dónde iba.
La pista de patinaje estaba vacía cuando llegué. El hielo reflejaba la luz de las lámparas exteriores, dándole un brillo casi mágico. Me puse los patines con calma, disfrutando del momento. Desde que llegué a la academia, apenas había tenido tiempo de practicar patinaje artístico, algo que había sido mi refugio desde niña.
Respiré hondo y deslicé los primeros pasos sobre el hielo, dejando que la familiar sensación me envolviera. Cierro los ojos por un instante, concentrándome en la música en mi cabeza.
Di un giro, luego otro. Mis movimientos eran fluidos, naturales. Durante unos minutos, el mundo desapareció.
Hasta que una voz interrumpió mi paz.
—Muñeca, ¿acaso nunca descansas?
Abrí los ojos de golpe y giré hacia la entrada. Nikolai estaba apoyado en la baranda, mirándome con esa sonrisa arrogante que parecía tatuada en su rostro.
—¿Y tú qué haces aquí? —pregunté, sin dejar de moverme sobre el hielo.
—Podría hacerte la misma pregunta.
Lo observé con cautela mientras él se acercaba. Para mi sorpresa, comenzó a ponerse unos patines.
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Editado: 14.04.2025