«Comienzo a sentir mis extremidades y mis ojos se abren. Lo primero que veo es un techo blanco y liso, el que siempre recordaba de mi departamento, del instituto, de las casas de mis amigas…
Pero un olor extraño inunda mis fosas nasales. Siento una seda tapando mi cuerpo, y mis brazos y piernas están agarrados. Siento todo mi cuerpo con los músculos tensos. Me atrevo a girar mi cabeza. Una mano color ceniza cuelga flácida de un cuerpo tapado en la camilla de al lado. El vómito sube rápidamente por mi garganta, quemándola. Intento moverme, pero lamentablemente solo puedo alargar el cuello y dejar que el vómito caiga en el suelo blanco. Toso estruendosamente. Hay un muerto en la camilla junto a mí. La cabeza me da vueltas.
Un hombre, si, un hombre, con cabello en toda su mandíbula inferior de color gris aparece de repente. La calvicie incipiente se nota en su frente, pero sigue teniendo bastante cabello color blanco. Usa unos lentes, y viste una bata larga encima de un uniforme gris. No se detiene a mirarme, solo se acerca al cuerpo a mi lado y destapa la parte superior de la sabana hasta la altura del ombligo de la mujer que yace a mi lado, completamente desnuda con unos puntos colocados por las finas líneas que hacen notar que abrieron su piel. Siento el vómito subiendo de nuevo por mi garganta. Reconozco ese pelo rubio, que ahora se encuentra manchado con sangre y esta opaco, sin vida. Sus ojos siguen abiertos, y un agujero se encuentra en la frente de Olive. El hombre por fin me mira y sus labios se curvan deformemente con las comisuras hacia arriba, mostrando todos sus dientes. Sus dientes amarillentos se transforman en colmillos, sus ojos azules se tornan a un color negro que hace reflejar mi cara demacrada. Un grito desgarrador se abre paso entre el vómito y mi boca, haciendo que todo se vuelva nubloso y, de pronto, todo se va. »
Mis parpados se abren pesadamente. Mi boca entreabierta ha callado el grito. Era solo una de las tantas imágenes que se forman mientras duermo. No tiene por qué ser verdad. No es verdad. Bueno, al menos no es verdad que me han atrapado y que estoy junto a Olive, porque en realidad ella si está muerta. Ella si había sido capturada y si recibió un balazo en la frente.
Tardo en darme cuenta de que estoy en completa oscuridad, excepto porque a lo lejos se ve un pequeño halo de luz. Lentamente, comienzo a mover de a poco mis dedos de los pies y de las manos. Luego, muevo mis tobillos y muñecas. Los huesos me suenan, por la tensión que han tenido en el último tiempo. Siento un cansancio aplastante cuando comienzo a mover mis extremidades. Me quedo quieta. La cabeza me comienza a doler, pero mi garganta ya no está seca. Siento un murmullo de voces, pero quiero bloquear todo. No quiero pensar. Lamentablemente, mi cabeza está más lucida, pues la deshidratación se ha pasado, aunque siento un hambre muy grande. Comienzo a ser consciente de mi alrededor.
Mis sentidos agudos pueden sentir la textura áspera y dura en la que estoy recostada. La visión se ajusta más a la oscuridad. Mis oídos escuchan las voces y como se van acercando. Recuerdo aquel hombre que me tomo en brazos. Y recuerdo a la mujer. Mis pensamientos comienzan a ordenarse.
Comienzo a ver siluetas de personas. Tres, para ser exactos. Las voces se sienten casi al lado mío. Y están discutiendo. Recuerdo la cantidad de emociones que me rodearon antes. Eran demasiadas. Me empieza a doler con más fuerza la cabeza enseguida, en cuanto recuerdo todo aquello. Emociones, los hombres, ese hombre.
—Debemos despertarla—dice la voz de la mujer que había escuchado, en un tono similar a cuando nos daban órdenes.
—¿Y si es algún agente del gobierno?—pregunta una voz que no reconozco, pero me parece que es masculina.
—Por favor, esa chica estaba casi muerta cuando la encontramos—dice la mujer, creo que se llamaba Val, si mal no recuerdo.
—Tiene razón—dice ¿Aiden?
—Bien, despiértala, pero debemos interrogarla—dice la voz desconocida y su silueta desaparece.
Siento siseos y suspiros, y luego veo las dos figuras acercándose a mí. Miro y tengo la urgencia de correr. Encienden una lámpara de gas que alumbra solo un poco, impidiendo que me encandile. Puedo observar muy bien sus rostros.
Val tiene el cabello castaño rubio, muy claro, recogido hacia su hombro izquierdo, con unos ojos color miel muy profundos, de tez clara. Sus facciones son rectas y angulosas, con unos labios muy finos, haciendo sobresaltar sus grandes ojos. Es alta, de contextura media. Lleva una blusa rosa pálido, con unos pantalones azules y botines cafés.
Su mirada me traspasa, como si me estuviese analizando. Tiene una mueca en sus labios, la misma mueca que tenía Olive siempre cuando quería levantar la comisura de sus labios pero no podía.
Su mirada me hace sentir pequeña. Mis extremidades se paralizan, no quieren correr. Mi cuerpo no hace ningún movimiento, y respiro muy irregularmente. La mano de Val se acerca y se queda quieta sobre mí. Frunzo el ceño sin entender, en un principio, que intenta. Luego, la alarga un poco más y las comisuras de sus labios se elevan hacia arriba. Pestañeo una par de veces. Mi cuerpo comienza a recobrar el movimiento. Levanto lentamente mi mano y tomo la suya, la cual me agarra fuertemente y me ayuda a sentarme. Calidez, cuerpo a cuerpo. Su mano transmitió todo un calor por mi mano y antebrazo. Nunca había logrado tocar a nadie así, ni siquiera a mi madre, aunque si nos permitíamos cortos momentos en que sus brazos rodeaban mi cuerpo, y los míos el suyo. Cuando saludábamos a alguien, hacíamos un pequeño asentimiento de cabeza, nada más. Val aleja su mano cuando estoy bien sentada. Cierro los ojos con fuerza, ya que me mareo un poco.