Prohibido Enamorarse

Capitulo 5

Pete, Val y Aiden tienen las comisuras de sus labios elevadas, y muestran los dientes. Val se levanta de su silla y se coloca frente a uno de los muchos monitores que hay.

—Leah, tendrás que recuperar musculatura, en cuanto lo hagas deberás partir tu entrenamiento de defensa personal, estrategia, lucha y disparo. Todos aquí deben aprender a ser soldados. También puedes elegir una rama de estudio complementario. No todos están obligados a participar en misiones después, eso debes decidirlo tú—dice Val muy rápido, por lo que me cuesta seguirle el hilo.

—Aiden, quiero que te encargues personalmente de su entrenamiento. Vas a integrarla y ayudarla en lo que sea—dice Pete.

Aiden de nuevo hace un extraño movimiento con los ojos, como que los mueve de un lado a otro, y exhala fuertemente. Tiene la misma expresión que tenía yo cuando en clases de química nos hicieron hacer parejas y me toco con Gretchen, una compañera que siempre me decía que lo hacia todo mal, y que ella lo hacia todo bien. Que ella era la mejor de la escuela y yo la peor. Esa expresión, es la que tiene Aiden ahora.

—Tendrás que estar en clases de entrenamiento más básicas—dice Val.

—¿Qué quieren decir con básico?—pregunto.

—Estarás en un grupo de entrenamiento con chicos de doce o trece años—dice Aiden, tiene las comisuras de sus labios levantadas, e incluso emite el extraño sonido de Olive.

Lo miro, frunzo el ceño por un instante y luego vuelvo a poner mi cara normal.

—No me mires así—dice Aiden, aunque no lo dice en serio, tiene un tono extraño y aún tiene las comisuras de sus labios hacia arriba.

—Tú no me hagas así—le digo y señalo su boca.

—Eso se llama sonreír—dice Val. La miro.

—¿Qué harán con la expresión corporal?—pregunta Aiden.

—Ira a una clase especial junto con los demás—dice Val.— Hay muchos que llegan arrancando y deben adaptarse a esta vida libre, donde pueden decir y expresar lo que sienten.

—Yo no sé cómo se llaman las… cosas—digo.

—Sentimientos, se llaman sentimientos—dice Aiden de la misma manera que mi madre me hablaba cuando intentaba después de mil intentos explicarme algo.

—No te exasperes Aiden—dice Pete.

—¿Qué es exasperar?

Todos me miran y Aiden vuelve a mover los ojos.

Pete le indica a Aiden que debo comenzar mañana mismo, por lo que Val le ordena que hoy me vaya a presentar con mis nuevos compañeros de clase de preparación física. Salimos de la sala y comenzamos a avanzar por un pasillo bien iluminado, cubierto por cerámica gris. Hay grandes ventanas que me permiten ver el exterior, donde una gran explanada de pasto verde se extiende. Hay gente caminando por ahí, hombres y mujeres, hablando, haciendo sus extrañas expresiones… siento que me mareo. Es demasiada información en un día. Aiden camina rápido, y me cuesta seguirle el paso. Finalmente llegamos a un vestíbulo lleno de gente hablando por todas partes, Aiden pasa de largo y llegamos a otro pasillo, más amplio, con piso de madera y paredes amarillas pálidas. Se detiene frente a una puerta café y la abre. Ahí, sentados en sus pupitres, hay alrededor de quince niños y niñas. Me miran fijamente, de una manera extraña, como la que le dábamos a una profesora nueva que no conocíamos. Aiden habla con una mujer que debe tener alrededor de treinta años, y luego se dirige a todos los niños y niñas, y me presenta. Luego salimos y me dice que me llevara a conocer el grupo de expresión corporal y manejo de las emociones. Eventualmente podre ir a clases con los de mi edad, una vez recupere el peso, pero por ahora, tengo que entrenar con gente de doce años.

Caminamos por el pasillo hasta encontrar otra puerta, esta vez Aiden toca primero, y alguien adentro se la abre.

—Hola Aiden ¿Cómo estás?—pregunta en un tono muy suave un hombre de tez oscura, cabello negro corto lleno de pequeños rizos, ojos cafés y cabello por todo su mentón y sobre su labio superior. Se fija en mí, y me sonríe.

—El encargo de Val, ¿ya te dijo, verdad?—pregunta Aiden, el chico asiente con la cabeza, se hace a un lado y nos deja pasar.

Dispuestos en círculo, hay ocho personas sentadas en sus sillas, mirándonos. El más joven es un chico que debe tener dieciséis años, pero todos tienen distintas edades, e incluso hay un señor que se nota más viejo, no puedo adivinar cuantos años tiene pero todo su cabello es blanco, incluso el que sale de su mentón.

—Estimados—dice el hombre que nos abrió la puerta.— Les presento a nuestra nueva integrante que comenzara mañana sus clases con nosotros, Leah.

—Hola—dicen todos al unísono, algunos con el tono plano que yo misma uso, otros incluso me sonríen. Asiento con la cabeza.

—Me llamo Thomas, un placer conocerte Leah—me dice el, no intenta darme la mano ni acercarse, simplemente me sonríe, pero de manera diferente a como lo hace Aiden. Asiento con la cabeza.

—Nos vemos—dice Aiden, con el mismo tono de siempre, ese que se parece al que tenía Alice cuando no quería seguir escuchando a nuestra profesora de historia.

Salimos de la sala y caminamos por el pasillo, hasta llegar nuevamente al vestíbulo. Nos dirigimos hacia unos ascensores, Aiden aprieta y luego nos subimos cuando las puertas se abren.




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