Me despierto con el sonido de la alarma que Val me ha dejado. Lentamente estiro mi cuerpo y salgo de la cama. Agnes no dijo nada sobre bañarme, así que simplemente lo hare, con cuidado de no mojar las vendas. Ayer me quito la venda sobre mi mano, y la herida ya solo es una leve línea rosada. Me lavo mi cabello, me ducho, y luego salgo. Me lavo los dientes. Busco algo con lo que secarme el cabello, pero no encuentro nada. Lo seco como puedo con la toalla y luego salgo del baño. Busco en los cajones ropa y me visto. Un pantalón de algodón gris y una polera roja con cuello redondo. Salgo de mi habitación con las planillas, el diccionario y mi comunicador. Afuera veo a Joy y Reed juntos, comiendo. Joy me ve y me hace señas con la mano. Me acerco a ellos.
—¿No te has secado el cabello?—me pregunta frunciendo el ceño.
—No encontré nada—le digo. Niega con la cabeza.
—Vamos, yo te ayudo. Reed, ¿puedes prepararle un café y algo para comer?—le pregunta Joy a Reed, toma mi mano y me jala de vuelta a mi habitación.
—Claro que sí, tu tranquila Leah—me dice Reed con una sonrisa.
Abro la boca para decir gracias, pero Joy me lleva rápidamente a mi baño. Comienza a buscar en el mueble y finalmente saca una pequeña estructura redonda que tiene un mango, de color plateado.
—¿Qué es eso?—pregunto. Ella me sonríe.
—El secador—me dice.— Te enseñare a usarlo. Lo enciendes con este botón—dice mostrándome un botón rojo.— Y con esto regulas la temperatura, mientras más caliente más rápido lo secas, pero hay que tener cuidado—me dice, mostrándome una perilla que se mueve a los lados.— A la derecha es más caliente. Te lo secare yo ahora, muy rápido.
—Gracias—le digo procesando la información.
Pone el aparato sobre mi cabeza, es más alta que yo por lo que no le cuesta. Siento como emana calor y este llega a mi cuero cabelludo, y rápidamente empiezan a formarse mis rizos. Una vez termina, apaga el secador y lo deja donde estaba.
—Tu cabello es muy bonito—me dice Joy sonriendo. Le doy una pequeña sonrisa.
—Gracias.
—Ven, vamos a desayunar—me dice. Nuevamente toma mi mano y salimos de mi habitación.
Reed ha colocado una taza y un plato con galletas, algo que no conozco que se ve esponjoso y pan con esa misma crema naranja de ayer, junto al puesto de Joy.
—Gracias Reed—le digo sentándome.
—No hay de que—me dice. No entiendo que significa pero no importa, como.
Como en silencio, mientras ellos dos hablan. En algunas ocasiones asiento con la cabeza. Pero no participo mucho. Inconscientemente espero a Aiden, dijo que me llevaría de nuevo ¿no? Aunque quizás ya no, supongo que la conversación de ayer no le gusto, quizás no debí preguntarle como llego.
—Leah, ¿quieres ver una película en la tarde? Prometemos que va a ser mejor que la de ayer—me dice Joy sonriendo. La miro a ella, y luego a Reed. Tienen sus manos entrelazadas.
—Claro, gracias—les respondo sonriendo.
—¿Estas lista?—pregunta Aiden a mis espaldas. Me giro y lo miro. Asiento con la cabeza.
—Gracias por todo—les digo a Joy y a Reed, tomo mi taza y mi plato, camino hasta la cocina y dejo las cosas en la encimera, Aiden me sigue.— Vamos—le digo mirándolo.
Y así comienza mi rutina en el refugio. Aiden es quien me lleva a todos lados, y por las tardes, antes de la cena, entrenamos. No volvemos a hablar de nada personal. Thomas me ha ayudado mucho. Voy aprendiendo más sobre las expresiones. Se rio mucho cuando le pregunte porque a veces cerraban un ojo, y me explico que era guiñar un ojo. Mis heridas sanan, aunque la de la cadera aun no cierra completamente, me impresiona ver la rapidez con que mi piel vuelve a la normalidad, sin ninguna cicatriz, excepto la del antebrazo. Aumento de peso, no lo suficiente, pero aun así mejor de lo que esperaba. Me rio, sonrío, hablo de lo que me gusta, hablo de lo que no me gusta. Aprendo a usar el sarcasmo. Mi pie ya casi se sana del todo, y Agnes me ha dejado estrictos ejercicios para hacer con él.
Cuando ya me acostumbro bien a la rutina, Aiden deja de acompañarme a todos lados, solo me va a buscar para entrenar. Y no sé porque, pero eso me duele. Sin embargo, lo ignoro. Me acostumbro a la vida del lugar. Me permito expresarme. Val se alegra de verme bien, y yo me siento bien. Por supuesto en las noches sigo teniendo pesadillas (esas imágenes malas que venían a mi cabeza mientras dormía), principalmente con mi madre, algunas veces con Alice, y muy pocas con Olive. Todas las tardes, después del entrenamiento, vemos películas con mis compañeros. Incluso puedo decir que considero a Joy y a Brent mis amigos. A veces pillo a Simone mirándome, con un poco de resentimiento (aprendí lo que es eso), y es que debe sentir que es injusto que ella lleva más tiempo acá y no puede hacer lo que yo he logrado en menos de un mes. Aun no manejo del todo mis expresiones (me da miedo mostrarme molesta o verdaderamente feliz, y lo que más me cuesta es llorar frente a los demás), pero al menos se los nombres.
Lo único que sigue siendo malo es mis clases de ejercitación, Duncan no quiere que suba de nivel. He comenzado a correr en la trotadora (la máquina que tiene una cinta) con Aiden, pero el aún se resiste. Pero hoy, hoy será el día. Llego a mi clase decidida de pedirle a Duncan que me pase a la siguiente clase. Toda esa decisión se desvanece cuando veo que Aiden está con Duncan. No sé por qué, pero Aiden me pone nerviosa (estado de excitación nerviosa, inquietud).