Suelto rápidamente mis manos de las de Thomas, y mis mejillas se sonrojan por la vergüenza. Aiden tiene el ceño fruncido, sus ojos entrecerrados, y es casi como si por ellos destilara la rabia. Está enojado. Su mandíbula esta tensa, sus hombros se ven rígidos, y la forma en la que nos mira, sobre todo a Thomas… me sobrecoge.
—¿Qué haces aquí?—pregunto, interrumpiendo el silencio incómodo. Aiden fija su mirada en mí, y su frialdad me estremece.
—Me han dado el alta—replica cortante.
La forma en que me lo dice, me duele. Florecen en mi los instintos que desarrolle cuando vivía en la república, coloco mi careta inexpresiva. Es como si, de pronto, la coraza con la que me protegía para sobrevivir allí, se volviese a formar, en menos de un segundo. Thomas nota mi cambio, y por el rabillo del ojo, lo veo observarme preocupado.
—Hola Aiden—dice Thomas, sin dejar de mirarme.— Me alegra que te hayan dado el alta, supongo que te encuentras mucho mejor.
—Si—responde, sin siquiera mirarlo. Mis ojos se desvían al suelo.— ¿Por qué no has venido?
Levanto la mirada y lo observo. Quiero responderle que no quería entrometerme entre él y Sunny, que por qué le importaba si iba o no a verlo, pero en cambio, no digo nada.
—Me he encontrado con ella y nos pusimos a conversar, lo siento—responde Thomas por mí.
—Así veo.
El ambiente es tenso, tanto que es casi palpable. Quiero gritar de alegría cuando mi comunicador suena, pero me mantengo serena y miro la pantalla. Es de Joy, informándome que Aiden fue dado de alta.
—Debo irme—les digo, y sin esperar respuesta, comienzo a caminar hacia el vestíbulo.
Paso junto a Aiden, y justo antes de pasar las puertas, este me toma del brazo con suavidad, haciéndome detener. Su mirada sigue siendo fría como el hielo, pero no por eso, menos enojada. Le sostengo la mirada con mi rostro inexpresivo. Sus ojos me examinan.
—Hablaremos después—dice en voz baja, con un tono duro.
Asiento y sacudo mi brazo, para soltarme. Camino con prisa al ascensor, dejando a Aiden y Thomas solos. Cuando entro en el cubículo metálico, suspiro, y mi coraza se va al suelo. Mi cabeza es un revoltijo de sensaciones que no logro entender.
Cuando llego a mi piso, salgo corro por el pasillo, en busca de Joy. La encuentro en la sala, sentada junto a Reed, viendo una película. Me acerco a ella y me siento a su lado. Se sorprende de verme, ya que a esta hora normalmente estoy con Thomas, pero al ver mi expresión, arruga el entrecejo, suelta la mano de Reed y se acerca a mí.
—Leah ¿Qué ha pasado? Pensé que irias a ver a Aiden—susurra.
Niego con la cabeza y desvío la mirada al televisor. Joy no insiste, supongo que se entendió que no quiero hablar. La película al parecer s romántica, aunque no logro entender mucho cuando el hombre le da unas zanahorias a la mujer.
Pronto llega la hora de almuerzo. En el casino, observo a mi alrededor pero Aiden no aparece. Joy no intenta charlar conmigo, y lo agradezco. No me siento en condiciones de entablar una conversación, aún tengo mi cabeza revuelta.
Cuando por fin termina la clase de Sunny, en la que estuve tan distraída que no se ni siquiera de que hablo ella hoy, Reed propone que veamos una película de acción, llamada “El quinto elemento”.
En la sala, volvemos a sentarnos en el sillón con palomitas de maíz. Reed en una esquina, seguido de Joy, luego yo y finalmente Caden. Brent queda apartado en un sofá, haciendo pucheros. Aunque no logro entender mucho, la película me atrapa al instante.
Alguien carraspea a mis espaldas, y los demás chicos y chicas que están en la sala comienzan a hablar y sueltan exclamaciones de alegría. “Aiden, ya te has recuperado”, “estábamos preocupados por ti”, “que alegría verte de nuevo”. Cierro los ojos, a mi lado siento como los chicos se levantan de su asiento y se le acercan. Abro los ojos y volteo lentamente para mirarlo. Esta saludando a los que se le acercan, pero me mira de reojo.
—Leah—susurra Joy, volteo a mirarla.— ¿Qué demonios está ocurriendo?
Suspiro y le explico rápidamente lo que vi en el hospital, luego lo que ha pasado con Thomas y finalmente que Aiden nos vio cogidos de las manos. Joy abre los ojos como platos, pero no me interrumpe hasta que termino. Resopla y sacude la cabeza.
—Entonces, básicamente, escapaste—comenta. Asiento.— ¿Y no le dijiste nada a Thomas?
—¿De qué?—pregunto sin entender.
—De que le gustas, obviamente. ¿No le respondiste?
—¿Qué se supone que debo responder?—pregunto en voz baja. Miramos hacia Aiden cuando sentimos unas risas, pero están simplemente conversando.
—No lo sé, que te gusta también, o que no te gusta. Eso depende de ti.
—Me gusta Thomas—admito. Joy entrecierra los ojos.
—¿De verdad?—pregunta.
—Si… solo que, la forma en que lo dijo, me hace pensar que le gusto de una forma diferente a la que me gusta a mí.
—¿Y a ti como te gusta?—pregunta. Miro de reojo a Aiden, para asegurarme de que no está cerca.