Con el fin de las clases de educación sexual, se daba inicio a los entrenamientos que buscaban prepararnos para nuestra primera misión. De los que decidieron desistir de las misiones, solo me sorprendí de Jamie, ya que era muy buena con las armas, pero creo que lo hizo para acompañar a Simone. De mis amigos, todos decidimos ir. Thomas no se lo tomo muy bien cuando se lo comente, pero no me dijo nada.
Nos dividieron en grupos de seis, para un entrenamiento más personalizado. A nuestro grupo se unió Josephine, una chica de tez clara con ojos rasgados de color avellana y cabello liso negro azabache. Era muy simpática y, al igual que Joy, me ayudaba en el combate a cuerpo a cuerpo. Aiden se hizo cargo personalmente de nuestro grupo, y debido a que entrenábamos mañana y tarde, suspendimos nuestras sesiones privadas. Acordamos juntarnos dos veces por semana para seguir entrenando con las armas y nada más.
Aquello me puso algo triste, pero durante los primeros tres días me di cuenta de que veía la misma cantidad de tiempo a Aiden, y nuestra rutina por las tardes se mantenía. En una ocasión me desperté junto a Aiden a las seis de la mañana en su habitación. No se explicar aun la sensación que aquello me causo, solo sé que me fui a hurtadillas sin despertarlo, y el no comento nada cuando me vio por la mañana. Desde esa noche, decidí colocar una alarma en mi comunicador para que sonara a las una de la mañana, en caso de que me quedara dormida.
—Oye Aiden, ¿Cuándo vas a tener la revancha con Leah?—pregunta Brent de pronto.
Estamos descansando después de una corta carrera que hemos hecho para comenzar el entrenamiento. Aiden, que en ese momento está hablando con Duncan y Phil, se voltea a mirar a Brent. Sonríe con suficiencia y luego me lanza una mirada a mí.
—Esto si va a estar bueno—escucho que le susurra Josephine a Joy, y se ríen a mis espaldas.
—¿Qué dices Leah? ¿Estas lista para perder?—pregunta Aiden en voz alta, haciendo que todos los demás se volteen a mirarnos. Tiene en sus ojos una chispa de algo que no se descifrar. Estiro el cuello y levanto el mentón antes de hablar.
—Te recuerdo que la última vez fuiste tú el que perdió, pero si quieres volver a hacerlo, no tengo problema—replico, intentando que mi voz tenga aquel tono plano y frio que usaba cuando vivía en la república, porque por dentro, me siento temblar con su mirada.
Aiden sonríe y ladea la cabeza, señalando la pista. Con paso seguro, comienzo a caminar en dirección a la línea de partida. Aiden no tarde en colocarse a mi lado. Su brazo roza el mío, y siento sus ojos posados en mi constantemente. Nos detenemos frente a la línea, y por fin, me atrevo a mirarlo. Una sonrisa burlona esta dibujada en su rostro. Su mano roza la mía, y la punta de sus dedos acaricia el dorso de los míos. Inmediatamente me sonrojo.
—Que gane el o la mejor—susurra. Los demás se van acercando, y Duncan se acerca con el cronometro en su mano.
—Lo hare—le digo sonriendo. Me guiña un ojo.
Nos colocamos en posición. Duncan da la partida y comenzamos a correr. A mi alrededor, los gritos de apoyo se apagan, y solo soy consciente de mi cuerpo y de la pista, de cómo mis músculos, ahora recuperados y bien entrenados, me obedecen con facilidad. Mis zancadas son más cortas que las de Aiden, de eso me di cuenta la última vez, pero me esfuerzo para que mis piernas saltan más rápido. Apenas noto su presencia a mi lado, solo lo suficiente para saber que le llevo ventaja, y no poca. Cuando paso la línea blanca de la meta, un sonido atronador de gritos y vítores me marean. Me detengo y volteo a mirar a mi alrededor. Aiden está unos pasos detrás de mí, con la respiración acelerada y entrecortada. Yo, aunque me siento cansada, tengo mi respiración controlada. Joy y Josephine se acercan y me entregan una botella con agua, que bebo rápidamente, sin dejar de mirar a Aiden. Entrecierra sus ojos, me da una pequeña sonrisa y se voltea a hablar con sus amigos.
—No puedo creerlo, de verdad creí que esta vez te ganaría, pero siempre estabas por delante—dice Brent a mi lado. No me había dado cuenta de que se habían acercado.
—Fue increíble—dice Reed.
—Estoy seguro que has roto un record o algo—agrega Caden.
Me termino la botella, suspiro y los miro sonriente.
—Gracias, ha sido… emocionante—digo, y le doy una mirada a Joy, para asegurarme de que esa sea la palabra correcta.
—Ahora volvamos a entrenar—dice la voz de Aiden. Volteo y lo miro. Su frente esta sudorosa, pero ya respira normal. En su mano izquierda tiene una botella vacía de agua, igual que yo.— A las barras.
Obedientemente, asentimos y comenzamos a caminar hacia las barras. Una mano se coloca sobre mi hombro, deteniéndome. Me volteo para toparme con los ojos de Aiden, que rápidamente capturan los míos.
—¿Qué tal si vamos a rellenar las botellas?—me pregunta, señalando la suya.
—Claro.
Caminamos hasta la pared del campo de entrenamiento, donde una llave de agua se encuentra instalada para que nos hidratemos. Los cielos se han despejado un poco, la nieve ha desaparecido por completo, y una lluvia escasa ha aparecido estos últimos días. Aun hace frio, pero no tanto como el de hace una semana, que calaba en los huesos.
Aiden comienza a llenar su botella de agua. Observo su brazo descubierto, ya que lleva una camiseta sin mangas de color gris. Sus músculos están bien marcados. Pienso en los míos. No son musculosos como los suyos, pero si los siento mucho más fuertes que cuando estaba en la república. Si lo intentara, estoy segura que podría cargar a Joy, incluso a Brent.