El sonido de un motor y el bamboleo de que estamos en movimiento me despierta inmediatamente. Todo está oscuro, me han vendado los ojos, y mis manos están amarradas en mi espalda. Aiden me ha traído hasta aquí, por lo que no puede ser un lugar malo. Siento que hay alguien a mi lado. Me inclino un poco e inhalo, no huele como Aiden. Escucho a alguien removerse. No debo ser la única despierta. Respiro hondo y comienzo a pensar. Aiden me trajo hasta acá, y tengo la leve sensación de que no solo a mi sino a todos mis amigos. Aiden dijo que tenía un compromiso por la tarde, quizás este es su compromiso.
—¿Hay alguien ahí?—pregunta Josephine.
—Aquí estoy, soy Leah—susurro.
—¡Leah! ¿Sabes qué demonios está sucediendo?—pregunta. Creo que esta unos puestos a mi derecha.
—No tengo ni la más mínima idea—respondo.
Intento pensar en algo lógico que explique la situación. No nos han secuestrado, Aiden estaba allí, pero el hecho de tener mis ojos vendados y mis manos atadas no ayuda a calmar mi creciente ansiedad.
—Nos llevan a la misión—escucho decir a Brent, en algún lugar frente a mí. Damos un salto y luego continúa el bamboleo de antes.— No nos han dejado despedirnos de nadie.
—No estamos yendo a ninguna misión—le dice Josephine.
—Entonces nos raptaron los de la república, y nos llevan a una meeting—dice Brent. Sacudo la cabeza.
—Estas paranoico—le dice Josephine.
—¿Reed? ¿Estás ahí?—pregunta Joy a mi lado.
—¿Joy? ¡Joy!—grita Reed.
—¿Estamos todos?—pregunta Josephine.
—Falta Caden—digo.
—Estoy aquí—dice algo somnoliento.
—¿Qué está pasando?—pregunta Joy a mi lado.
El bamboleo se detiene, y el sonido del motor también. Nos hemos detenido. A mi izquierda, escucho como abren unas puertas metálicas. Alguien sube a donde sea que estemos nosotros. Suena un clic, y mis manos son liberadas. Rápidamente me quito la venda de los ojos. Me ajusto a la luz del lugar. El sol aun ilumina, aunque ya está comenzando a atardecer. Estamos en la parte trasera de un camión. Joy está a mi lado, seguida de Josephine. Frente a mí, Caden, luego Reed y finalmente Brent. Veo como Sunny aprieta un botón sobre la cabeza a los demás, liberando sus manos. Se voltea y nuestras miradas se encuentran. Me sonríe, guiña un ojo, y se apresura en bajarse.
—Abajo—dice.
Soy la primera en pararme. Doy un salto y mis pies tocan el mullido suelo, cubierto por hojas caídas de los árboles. Estamos en medio del bosque, donde el sol se cuela por entre las copas de los árboles. Todo es verde. Terminan de bajar los demás y Sunny cierra las puertas del camión. A nuestra izquierda, veo que hay otros dos camiones de donde se han bajado el resto de nuestros compañeros que nos acompañaran en la misión. Nos acercamos a Sunny, que se ha puesto en medio. Del costado derecho de nuestro camión aparece Thomas. Lo miro intrigada, y el esboza una sonrisa amable.
—¿Todo bien?—me pregunta en voz baja. Asiento.
—¿Qué demonios?—pregunta Josephine. Thomas mira a los demás, se aclara la garganta y comienza a hablar.
—Tal vez han escuchado rumores, tal vez no, pero en nuestro refugio, tenemos una tradición. La última semana de entrenamiento, antes de su misión, les hacemos un ritual de iniciación—explica Thomas.
—¡Lo sabía!—exclama Brent, interrumpiendo a Thomas. Lo quedamos mirando con desaprobación, y el agacha la cabeza, avergonzado.
—Deben correr para llegar antes de que oscurezca, al final les espera una sorpresa—continua Thomas, y señala un camino de tierra húmeda que hay entre los arboles frente a nosotros.— ¡Andando!
Rápidamente comienzo a correr, maldiciendo para mis adentros a Joy, que insistentemente me obligo a usar un vestido morado y botas de tacón, algo no precisamente cómodo para una carrera. Enseguida, Brent y yo nos separamos del resto, tomando la delantera. El camino da varias vueltas, pero es imposible perderse, ya que está marcado.
—Eh, Leah. ¿Qué te parece una competencia entre los dos?—me dice Brent mientras corre justo detrás de mí, pisándome los talones.
—Si quieres perder, no me quejo—le digo, y acelero.
—¡EH! ¡Que no había dicho que partiésemos aun!—grita a mis espaldas, pero no le hago caso.
Doblo a la derecha, luego a la izquierda, salto una rama que se ha caído en mitad del camino. Brent logra quedar justo tras de mí, pero tropieza con la rama y cae. Continuo corriendo. Me agacho para pasar bajo una rama gigante, salto una roca que obstaculiza el camino, me resbalo con algo de barro y por poco caigo, pero logro mantener el equilibrio y no me detengo. Adelante, veo que se abre un claro. Sigo corriendo a gran velocidad cuando noto que el camino no sigue, sino que se abre paso un gran acantilado cubierto por una bruma que no deja ver que hay abajo. Me detengo justo a tiempo, sintiendo como si mi corazón fuese a salirse de mi pecho. Con la respiración entrecortada, me asomo para ver que hay abajo. Tal vez me perdí en algún momento, y estoy en el camino equivocado.
—Sabía que llegarías primera—dice una voz que conozco. Miro a mi derecha, y apoyado en un árbol, esta Aiden, mirándome con una sonrisa burlona.