El sonido del motor de la aeronave apaga casi todas las voces. Observo a Aiden a lo lejos, junto a Val conversando. El ambiente es diferente al de la misión anterior. No veo emoción ni diversión, sino preocupación y concentración. Además de que hay otras dos aeronaves más junto a la nuestra, y que hay rostros que no son familiares, hay algo diferente en los ánimos. Caden y yo vamos junto a desconocidos con el grupo de Duncan, ya que somos quienes entraran al edificio. La aeronave que nos precede lleva a los que aseguraran el perímetro, donde está el resto de nuestros amigos.
Apoyo mi cabeza en el respaldo de mi asiento y respiro pausadamente. Los nervios se habían disipado un poco al estar rodeada de tantas personas, pero sabía que eso duraría poco tiempo.
—¿Estas bien?—pregunta Caden a mi lado. Volteo a mirarlo y hago mi mejor esfuerzo por esbozar una sonrisa.
—Si—afirmo. El asiente y noto lo tenso que esta.—¿Tu?
—Estoy muerto de miedo—admite. Suelta una risa nerviosa y sacude la cabeza.—Pienso en mil cosas que pueden salir mal.
Lo miro. Eso es algo que solía pasarme, sobre todo cuando estaba en la república. No es que no sea consciente de lo mal que puede salir todo esto, pero creo que he logrado separarlo de mi mente y enfocarme en el futuro inmediato. Cuando miro a Caden, me veo a mi misma hace unos meses. Trago saliva y suspiro.
—Solo… no pienses—le digo. El arruga el entrecejo.—Intenta pensar en lo que tienes que hacer, no en las posibilidades—le explico. Parpadea y levanta sus cejas.
—Ese es un buen consejo—comenta.
Esbozo una sonrisa amable y vuelvo mi vista al frente. Repito en mi cabeza el plan. Aseguran el edificio, bajamos en grupos, me ubico en mi sector, escucho atenta las instrucciones de Duncan, aseguro la zona…
—Comienza el aterrizaje—dice una voz metálica por el altoparlante.
Me afirmo de las manijas del asiento. La aeronave comienza a temblar. Mi corazón comienza a acelerarse, siento la adrenalina recorriendo mi cuerpo. Me concentro en mi agitada respiración, intentando controlarme.
Los temblores se intensifican y de pronto cesan. Se escucha un pequeño pitido y luego la puerta se abre con su pequeña rampa. Suelto mi cinturón y en orden nos levantamos y nos colocamos en fila. La mirada de Aiden se cruza con la mía. El primer grupo comienza a bajar. Aiden se queda junto a la puerta. Comenzamos a avanzar. Los rayos del sol recién comienzan a asomarse en el horizonte, y una brisa cálida se deja sentir. No despego mi mirada de Aiden a medida que me acerco a este. Paso por su lado, su mano roza la mía, mi mirada se encuentra con la suya, continuo mi camino. No miro atrás.
P-Rock era árido, las construcciones eran en su mayoría antiguas, aunque a lo lejos se veían los edificios más modernos, con aquel resplandor metálico. Olía a tierra seca. La hierba de la explanada se extendía hasta la muralla, e incluso se apropiaba de las calles abandonadas. El lugar hacia que se me retorciera el estómago. Vivir en un lugar sin el verde profundo que me rodeaba en el refugio me aprecia una pesadilla. En P-Storm al menos teníamos gran vegetación, pero aquí ni eso. Las calles eran en realidad caminos de pequeñas piedras, y por donde se le mirara, había muros de piedra que apenas dejaban ver el cielo. La sensación de estar encerrada en aquel lugar parecía una completa pesadilla.
—Esto parece una fortaleza—susurra Caden. Observa los muros y las antenas que hay en estas.—Parece un milagro que no nos hayan detectado.
—La tecnología de las aeronaves es la más avanzada que tenemos—dice un hombre a nuestras espaldas.
Volteamos a verlo. Es un poco más alto que yo, de tez clara y ojos rasgados. Apenas se le ve el cabello negro, ya que el casco lo cubre casi por completo.
—Conmigo—dice Duncan.
Me giro a verlo y comenzamos a avanzar a una aeronave más compacta y ligera. Nuestro grupo es pequeño, y observo como los de otros grupos, que también ingresaran al edificio, se van a otras aeronaves iguales. Busco a Aiden con la mirada, va delante. Eso me aliviaba un poco, ya que podría tenerlo a mi alcance unos minutos más.
Subimos a aquella pequeña nave y emprende el vuelo a los pocos segundos. Por el com nos enteramos de los otros grupos. Rodean el edificio, hay un pequeño enfrentamiento con los guardias de este.
Miro de reojo a Caden, que escucha, al igual que, atento por si hay alguna baja. Nuestros uniformes son de color negro opaco, con una armazón dura que recubre bien nuestro torso y los muslos, pero a la vez muy flexible para cualquier movimiento. No tenemos cascos esta vez, sino unos pasamontañas, o eso me ha explicado Thomas. La tela es gruesa y dura, posiblemente más resistente que los casos, pero aun así, nos permite respirar perfectamente.
Nos llegan órdenes de colocarnos las antiparras, que permiten ver señales de calor. Todo el equipamiento es de lo más moderno, y con justa razón. Aiden me había explicado la noche anterior el cómo se organizaron junto a otros refugios protestantes para hacer el ataque en completa sincronización.
La aeronave tambalea ligeramente. La compuerta se abre a mi izquierda. Observo aterrada, ya que llega una ventisca potente. Levanto a la cabeza, mis ojos se encuentran con los de Aiden, y aunque no puedo ver su boca, sospecho que me sonríe. Vuelve su cabeza hacia la compuerta abierta y baja con cuidado, afirmándose de unas argollas metálicas en el centro de la compuerta. Logro divisar de los vidrios del edificio. El reflejo de la luz me llega de lleno en el rostro, pero no me encandilo, probablemente por las antiparras.