Prohibido Enamorarse

Capítulo 2: Despertar en la Mansión

El primer rayo de sol se filtraba a través de las cortinas de la ventana, anunciando un nuevo día en la mansión de los Navarro. Celeste se desperezó lentamente en su antigua habitación, disfrutando de la familiaridad del lugar. A pesar de los años que había pasado fuera, todo seguía igual, desde los posters en las paredes hasta la vieja camiseta de dormir que solía usar a los quince años. Con una sonrisa nostálgica, decidió ponerse la camiseta y bajar a desayunar.

Mientras Celeste bajaba las escaleras, el aroma del café recién hecho y el sonido del chisporroteo de los huevos en la sartén la envolvieron en una cálida bienvenida. Sin embargo, no esperaba encontrarse con una visita tan temprano en la mañana.

Einar Castillo, vestido con un traje impecable como siempre, estaba en la cocina conversando con Iker. La presencia de Einar en la mansión de los Navarro no era inusual, pero ver a Celeste en su camiseta de dormir definitivamente lo era.

Celeste, aún somnolienta, se detuvo en seco al ver a Einar. Él levantó la vista y, por un breve instante, sus ojos se encontraron. Einar notó cómo la camiseta de Celeste, ligeramente holgada y desgastada, revelaba una silueta que no había visto antes. A pesar de su entrenamiento en mantener la compostura, Einar sintió un repentino nerviosismo que lo obligó a apartar la mirada.

—Buenos días, Celeste —dijo Einar con voz firme, aunque su tono reflejaba una leve tensión.

—Buenos días —respondió ella, sonrojándose ligeramente al darse cuenta de su apariencia. Rápidamente, trató de cubrirse un poco más con los brazos, pero la camiseta no ayudaba mucho.

Iker, ajeno a la tensión en el ambiente, sonrió ampliamente.

—Celeste, Einar ha venido a discutir algunos asuntos de negocios, pero seguro que le alegra verte —dijo Iker, sin notar las miradas furtivas entre su hermana y su amigo.

—Sí, es... bueno verte, Celeste —añadió Einar, intentando sonar casual mientras trataba de ignorar el hecho de que su pulso se había acelerado.

Celeste, consciente de la incomodidad, decidió actuar con naturalidad.

—Voy a cambiarme y vuelvo en un minuto —dijo, y rápidamente subió las escaleras de nuevo.

Una vez en su habitación, Celeste cerró la puerta y se apoyó contra ella, sintiendo una extraña mezcla de vergüenza y excitación. ¿Por qué Einar la había mirado de esa manera? Sacudió la cabeza, tratando de descartar esos pensamientos, y se vistió con algo más apropiado.

Mientras tanto, en la cocina, Einar se esforzaba por recuperar su compostura. Iker, finalmente notando algo, le dio una palmadita en la espalda.

—Parece que mi hermana ha crecido bastante, ¿no? —dijo Iker, sin malicia en sus palabras.

—Sí, lo ha hecho —respondió Einar, más para sí mismo que para Iker. Sabía que debía mantener su distancia, pero no podía evitar sentir una atracción que nunca antes había experimentado.

Cuando Celeste regresó, vestida con un conjunto más apropiado, la conversación fluyó con más normalidad. Sin embargo, la tensión subyacente entre ella y Einar no pasó desapercibida.

Esa mañana solo los tres estaban en el comedor, Iker en la cabecera de la mesa, comía sin dejar de mirar a su hermana.

—¿Qué pasó con ese novio tuyo? —sin desearlo su mirada se volvió hacia Einar, el hombre había reaccionado de mala manera ante las palabras de su hermano, su mandíbula estaba presionada, Celeste suspira, nada había cambiado.

—Vendrá a visitarme —Celeste muerde su labio inferior, los orbes avellana no pasan desapercibido ese movimiento, sus labios rojos naturalmente, tenían marcada la huella de los dientes de Celeste, causando excitación en Einar.

—Es valiente —ríe Iker, pero se pone serio al ver a su hermana —Es una broma, como dijo papá hay que darle una oportunidad.

Celeste asiente, era su primer novio, sus hermanos, Einar nunca dejaron que alguien se les acercará, hasta un par de meses que aceptó ser la novia de Andres Romero.

—¿Realmente te graduaste? —pregunta fríamente Einar —Un novio es una total distracción.

Iker ríe ante la pregunta de Einar, era normal para él que su amigo cuidará a Celeste, la veía como su hermana, si en alguien podía confiar era en él.

—Por supuesto, si hubieras ido a mi graduación, lo hubieras comprobado —levanta el mentón.

—¡Ouch! Eso dolió —responde Iker a Einar —El renacuajo si se graduó y con honores.

—¡Deja de llamarme renacuajo! ¡He crecido! —Celeste estaba molesta.

Iker solo se encoge de hombros.

—Sigues siendo la misma, lo único que ahora tienes veinte años, pregúntale a Einar, el mismo renacuajo con más edad —Einar no creía lo mismo, rápidamente bebe un sorbo de café, de su mente no se iba la imagen de Celeste con la camiseta, sus preciosas piernas al descubierto, definidas, sus pechos pegados a la tela de la camisa, se mueve incómodo en la silla, esto no podía pasarle, menos con Celeste la niña que vivía detrás de ellos todo el tiempo, la que levantó muchas veces cuando se caía, a la que le limpio la nariz cuando estaba resfriada, era doce años mayor que ella, no entendía que rayos estaba pasando con él.




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