Prohibido Enamorarte.

1.- Martes 26 de marzo del 2019.

Adri:

    —Te he citado aquí para terminar lo nuestro, lo siento, no podemos seguir así —suelto sin filtro. 

    Él parpadea tres veces consecutivas y después el asombro cambia a confusión.

    —Adri, déjame entenderlo. —Se toma unos segundos en silencio—. Yo... No sé qué decir, maldición, pero no me puedes dejar.

    —Lo estoy haciendo ahora mismo Frederick.

    —No quiero que terminemos. —Niega, sé que tiene muy poco tiempo para poder procesarlo y lo mejor es decirlo tal como lo he dicho, sin tapujos. 

    —No estoy a gusto, de verdad, pensé que sobreviviría a que tengas que compartir tiempo con tu ex-esposa, pero no puedo.

    —Pero no voy a verla a ella, voy por mi hija.

    —No lo soporto, es mejor así, no puedes darme la tranquilidad que quiero.

    —¿Qué quieres que haga? Haré cualquier cosa que me pidas —habla bajo, como si articular palabra le doliera.

    —Definitivamente no puedes dejar de ver a tu hija, y su mamá siempre va a ser la misma. No pensé que estar con un hombre casado fuera tan complicado, pero ya está, ya lo intenté, y para mí no funciona, quiero un hombre que esté conmigo siempre que lo extrañe, no que me alterne con el tiempo libre que le queda.

    —Adri, no me puedes hacer esto. Me divorcié por ti, para estar juntos. Quiero casarme contigo.

    —Ya te lo he dicho, no puedo, no quiero. Es mejor así, lo siento, no me busques más, por favor.

    —¿Regresarás a Rusia? ¿Qué harás? 

    —Sea lo que sea que haga, cualquier cosa, cualquier sitio, me dolerá, porque te amo pero también me quiero y respeto a mí misma, no soy algo que usas y luego vuelves a usar en tus tiempos libres.

    —Nunca me has dicho que me amas, tampoco me habías dicho cómo te sientes, no te vayas ahora que es la primera vez, nos falta mucho por vivir juntos.

    —La decisión está tomada Fred, lo siento. —Me pongo de pie, él hace lo mismo—. Suerte —agrego, no sé qué más decir.

    —No la tendré si no estás a mi lado.

    —Te amo, de verdad lo hago, me gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero el pasado está escrito y no quiero luchar con él.

    —Y yo te amo a ti, no me canso de decirlo, es ilógico que te vayas ahora Adri. —Saca de su billetera unos cuantos dólares que cubren el gasto de los cafés y la propina, los deja sobre la mesa con las manos temblando. 

    —¿Me puedes abrazar? —le pregunto.

    —Joder Adri, no te vayas, no me dejes. —No responde a mi pregunta, me abraza sin más, también lo abrazo. Su perfume me inunda las fosas nasales, siento mis ojos empañarse mientras sus lágrimas caen en mi hombro. 

    Las personas a nuestro alrededor nos miran con curiosidad y otros cuantos con compasión, saben de alguna manera que uno de los dos le está rompiendo el corazón al otro, y por fortuna no soy yo la que se está llevando la peor parte, por eso y por obligación me voy, para no ser yo la que resulte lastimada.

    —Mi vuelo sale a las nueve, no daré marcha atrás —hablo cerca de su oído—. Deseo que todo te salga bien en el proyecto de Idaho y que encuentres el amor verdadero, alguien que te ame tanto que no se vaya de tu lado, yo te amo, pero no estoy dispuesta a tenerte en compartido con otra familia que no será la nuestra, la que yo hubiese querido tener contigo.

    —Me conociste casado, me divorcié, ahora estoy así por ti. —Se separa de mí para mirarme a la cara. No va a lograr que me sienta culpable.

    —No te obligué para que lo hicieras, ni siquiera lo insinué, de esa misma manera tú no me puedes obligar a quedarme. —Me separo de su abrazo, tomo mi bolso de la silla lista para marcharme.

    —Búscame cuando me extrañes, te amo —dice a mis espaldas.

    —Por supuesto —es lo último que digo antes de terminar de irme. 

    En la acera del frente abro el paraguas y me acomodo la bufanda, me despido de Seattle, mi estadía aquí ha terminado. 

 

 

    Llego al departamento, saco mis maletas al pasillo y espero cinco minutos a que llegue la dueña del lugar, una vez que entregue las llaves podré marcharme de regreso a mi hogar y ciudad de trabajo, no viajaré directamente a Rusia, pero eso no se lo iba a decir a Frederick.  

 




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