Prohibido Enamorarte.

3.- Jueves 28 de marzo del 2019.

Adri: 

    Termino mi café rodeada del silencio de mi departamento. El blanco de las paredes me relaja, podría verlo todo el día, no necesitaría más para estar segura, sin embargo no me será posible, tengo que ir a la empresa a la orden de mi nuevo proyecto, seguro mi padre me asignará algo en un país nuevo, le gusta hacerme viajar; nunca me he quejado por ello.

    Cuando termino de ponerme la chaqueta de cuero blanco me pongo en marcha hacia la academia. Mi celular no para de sonar con llamadas interminables y mensajes tan largos que no he leído más allá de un par, si contesto a su llamado no podrá superarme y eso es lo que más le conviene a Frederick en estos momentos. Nunca regreso a los mismos brazos dos veces, ya tuvo su oportunidad.

    Estaciono mi Audi frente al edificio/academia, no pueden decirme que no lo haga, la parte empresarial de la compañía se mantiene en gran parte por mí.

    El gafete que cuelga de mi cuello hace que pase frente a los guardias de la entrada principal sin necesidad de detenerme a chequeo para la revisión de acceso. Las empleadas se pasean por los pasillos rumbo a sus oficinas o salas de entrenamiento embutidas en su traje de trabajo o de deporte asignado. 

    Subo en el ascensor al piso seis, la chica detrás del escritorio me sonríe con amabilidad, después sin pronunciar palabra me señala con la cabeza el piso de arriba, con esa simple acción sé lo que quiere decir, le digo gracias con lenguaje de señas y vuelvo a tomar el ascensor hasta el piso treinta y tres, es el penthouse de mi papá, también se podría considerar que es su oficina en ciertas ocasiones. Al salir del elevador coloco la contraseña que hace que la puerta

blindada se abra, dejo mi bolso en uno de los sillones y me acerco a la cocina para prepararme una margarita, necesito alcohol en mi sistema.

    —¿De verdad? Es muy temprano para que vayas a beber eso. —Escucho a mis espaldas. Sonrío de lado y con bebida en mano me doy la vuelta para estar de frente al único hombre que no saco de mi vida.

   —Hola papá, sí, yo también te he extrañado, ¿qué cómo me fue en Seattle? Me fue bastante bien, nada de qué preocuparse, vencí a todos mis rivales y heme aquí, triunfando, ya sabes, no estoy tan emocionada, la costumbre. —Me encojo de hombros llevándome la bebida a los labios, apenas he tomado dos pequeños sorbos cuando me la quita para dejarla sobre la barra.

    —Estoy muy orgulloso de ti, me estuvieron notificando tus logros, ven aquí. —Me abraza y yo lo abrazo a él descansando mi cabeza en su hombro.

    —Me han avisado que mi siguiente proyecto está listo para mi primera revisión. —Me separo de él y no pierdo oportunidad de volver a tomar mi margarita y dar un trago largo, nuevamente me la vuelve a quitar.

    —Está en mi buró, lo estaba checando antes de dártelo.

    —¿Y bien? ¿Tú has asignado los detalles?

    —El país principalmente.

    —¡Ay por favor! Necesito saber a dónde iré. 

    —Italia, más específicamente Venecia, esa es tu próxima parada. 

    —No te creo. —Vuelvo a tomar la bebida. 

    —Ve por el folder tú misma, ya he dicho que está en mi buró, y deja esa copa sobre la barra ya mismo. —Obedeciendo a lo que me pide dejo la copa aún con la mitad del líquido y voy hasta su habitación, encuentro el aclamado folder, me siento en la cama y paseo mi vista leyendo cada palabra con una sonrisa en el rostro. 

    Conoceré Venecia, por fin, el único lugar que me ata a mi madre me espera, el único recuerdo, mi única fantasía, después de ir ahí podré seguir siendo yo, solo yo, la versión de mí que soy ahora, sin esa voz dentro de mi cabeza que no deja de gritar, después de ir a 

 

 

Venecia me resignaré por completo, no es lo que quiero, es lo que necesito. 

    Con lágrimas en los ojos me pongo de pie y me dirijo a la cocina donde mi padre prepara pasta salteada en una sartén. 

    No sé cuánto tiempo he pasado en la habitación, perdí la noción del mismo.

    —Gracias —digo al volver—, de verdad, es todo lo que siempre te he pedido.

    —Estás lista para ir, no tienes que agradecer, eso es todo, siéntate a comer. —Jalo una silla y tomo asiento aún con el folder entre manos, vuelvo a leer la información de inicio a fin, pero lo que más me importa es el párrafo donde se señala el lugar. 

    —¿Por qué ahora sí Venecia? —pregunto cuando pone frente a mí un plato lleno de pasta junto a un enorme filete de ternera.

    —No me gusta repetirme Adrienna, lo sabes. Las circunstancias se dieron de esta manera, además he dicho que estás lista, es momento de que superes a tu madre, si yendo a Venecia lo logras, entonces está bien, irás, claro, a menos que hayas cambiado de opinión.

    —Iré, gracias. Es más, necesito entrenar desde ya, no puedo comer tanto, ni siquiera tengo hambre. —Me pongo de pie pero con una sola mirada me lo prohíbe, así que media hora después he terminado todo lo del plato, y me he tomado además media gaseosa.

    —¿Cuánto tiempo necesitas para entrenar antes de ir a Venecia? —pregunta llevándose un último bocado a la boca.

    —Mínimo tres meses, es un tema que tengo muy bien dominado, así que me es relativamente fácil alcanzar las notas vocales de las canciones solicitadas, pero aun así prefiero practicar antes de ir, y respecto a lo otro, nunca se sabe con qué tipo de personas debo competir, hay veces que es más fácil que otras, pero eso ya lo sabes, claro.

    —Espero que tengas éxito, más que el dinero del premio, espero que sigas siendo la mejor de esta academia, de esta empresa, porque eso me enorgullece.

    —Trabajaré para que eso siga siendo así, ya lo verás papá. —Asiente pero no dice nada más. 

    Espero una hora leyendo de nuevo la información dentro de mi folder, después me dirijo a entrenar, y no me voy a casa hasta después de doce horas de entrenamiento seguido, necesito tener éxito, tengo que ser la mejor, siempre.




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