Prohibido Enamorarte.

10.- Viernes 12 de julio del 2019.

Adri: 

    —Adri. —Siento un beso en la frente a la vez que ese llamado me hace salir fuera de mi placentera siesta. Abro los ojos para enfocar a Davide acomodándose el cabello alborotado.

    —Hola —susurro apenada con la voz seca.

    —Nos hemos quedado dormidos, pásate a tu cama a seguir durmiendo, descansa un par de horas más.

    —¿Qué hora es?

    —Van a ser las cinco de la mañana.

    —Aunque quiera no podré dormir más, normalmente a esta hora despierto.

    —Iré a mi departamento a ducharme y entrenar antes de ir a la academia.

    —¿En dónde entrenas? —Me pongo de pie comenzando a doblar la manta.

    —En la casa de los padres de Liam hay un pequeño gimnasio, hay máquinas para los dos para cuando quieras venir. Normalmente Liam no entrena ahí, va a un gimnasio cerca.

    —Lo tendré en cuenta, gracias. Te veo más tarde en la academia. —Lo acompaño a la puerta sin importar que sea una distancia realmente corta, desde el interfón pongo la contraseña para que la puerta se abra y pueda marcharse. 

    Voy al baño para atender mi higiene personal, repito mi mantra frente al espejo, «Prohibido Enamorarte» y me doy una ducha rápida. 

    Inicio con mi rutina de siempre, ejercicio, meditación y clase de árabe. Después pongo música en YouTube Music para comenzar a limpiar el departamento, dejo todo el lugar libre de polvo. Echo a lavar

una carga de ropa únicamente negra mientras hago una sesión de fuerza combinada con cardio de bajo impacto. 

    La canción que suena me pasa la frustración de la letra, me hace querer gritar en solidaridad con la cantante, misma que también parece estar hecha trizas emocionalmente, comprendo que al igual que yo las sonrisas que muestra en las portadas de las revistas no son más que una fachada. 

    A pesar de que muchas personas luchan por hacer de este mundo un lugar mejor, hay un montón de personas que hacen cosas estúpidas a los demás, nos convierten en cómplices vulnerables, no nos dejan ir sin importar el daño que se implanta en nuestra mente, en nuestro corazón, nos rompen el alma y pueden hacer cosas aún peores, decir que hablo de un simple desamor sería un tema demasiado vano para lo que hago aquí, llorando con mi cabeza enterrada entre mis piernas en medio de la sala de estar en una ciudad que es la única pieza que queda realmente de mí. No quiero pensar en la persona que me convertiré cuando no esté aquí, en Venecia. 

    Con todavía lágrimas en los ojos me pongo de pie para buscar mi celular, cuando lo encuentro mando un mensaje rápido a mi padre, le pido una sesión de urgencia con mi hipnoterapeuta, le menciono más de una vez que Venecia me va a derrumbar pronto por pura impulsividad, mis manos tiemblan porque sé que no hay diferencia horaria entre Venecia y París, que es dónde él se encuentra.

    Mensaje de papá: Dante estará a las cinco en punto afuera de la academia, llévalo a tu departamento para la sesión, recuerda que no tiene que haber nadie escuchando ni por accidente, de cualquier manera Dante tomaría ciertas precauciones de ser necesarias.

    Respondo a su mensaje una vez me he terminado de duchar nuevamente, esta vez me he puesto ropa para ir a entrenar. 

    Guardo mi celular en mi bolso de deporte, salgo de casa con paso rápido todavía cuando sé que voy bien de tiempo e incluso sé que llegaré antes de lo solicitado.

    Para eliminar tensiones después de hacer mi rutina de calentamiento bailo un poco de jazz funk con los iPods puestos y «Con Calma» de Daddy Yankee sonando, cuando la misma canción

termina por tercera vez me detengo con la respiración acelerada, es cuando escucho unos fuertes aplausos desde la puerta del salón, me quito los audífonos y me vuelvo hacia allí, está nuestro coreógrafo, Davide y para mi sorpresa también Liam, ¿qué carajo?

    —¡Qué talento Adrienna! —exclama con euforia el coreógrafo.

    Creo que tendré que comenzar a pensar en él con su nombre de pila, Alonzo.

    —Lo siento, no sabía que estaban aquí.

    —No tienes nada de qué disculparte, has tomado unos minutos extras del entrenamiento pero nos has dado un buen baile que observar, es como si el destino mandara una señal aprobatoria a lo que te voy a proponer, te lo cuento al finalizar el entrenamiento.

    —¿No podría ser en el almuerzo? Vienen a buscarme a las cinco en punto, no puedo demorarme.

    —Dado que parece algo importante, está bien, te lo diré en el almuerzo. Davide y su amigo tienen algo que hablar contigo, háganlo en el pasillo, iniciamos en cinco minutos. 

    —Gracias Alonzo, ya volvemos —digo al salir. 

    —Antes que cualquier otra cosa, estuviste genial allá dentro, el jazz funk definitivamente es lo tuyo.

    —Gracias Davide. —Le sonrío en agradecimiento.

    —Liam quería pasar a saludar, creo que tiene algo que decirnos a los dos.

    —Ah, cierto, hola Liam. —Me acerco un paso a él, dejo un beso en su mejilla y luego me retiro.

    —Ya puedes decirnos, el coreógrafo está de buenas pero si no volvemos pronto comenzará a gritar a diestra y siniestra —le apura Davide.

    —Quiero contarles que Nessie vuelve de Escocia el domingo por la mañana, y me preguntaba si ambos pueden venir a una pequeña bienvenida que haré, pero como no tengo buen ojo para la decoración, quiero pedirles si pueden ayudarme con eso.

    —Me encantaría poderte ayudar Liam pero hoy por la tarde me voy del país y no regreso hasta la noche del domingo.

    —¿A dónde vas? —me pregunta Davide buscando hacer contacto visual conmigo, se lo permito.

    —A París, necesito ir a casa.

    —¿Hay algo que pueda hacer para que te quedes?

    —Es importante que vaya.

    —Para mí es importante que te quedes.




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