Prohibido Enamorarte.

23.- Viernes 2 de agosto del 2019.

Adri:

    —¡Muy bien chicos! Nos vemos el lunes, disfruten su fin de semana. —Cómo harto de nuestra presencia sale del salón sin esperar respuesta alguna.

    —¿Escuchaste la entonación diferente que hizo en donde dijo que «disfrutemos nuestro fin de semana»?

—me pregunta Davide acercándose a mí para abrazarme por la cintura. 

    Lo rodeo por los hombros, somos casi de la misma estatura.

    —Creo que sospecha que estamos saliendo, si te das cuenta ha dejado de coquetear conmigo, pero no se atreve a indagar más por su ética de profesionalismo.

    —Por fortuna sabe leer lenguaje corporal, no es que sea inseguro y fuera a sentir celos de que se fije en que mi novia es hermosa, es más como que me sentiría incómodo si te dijera cosas en doble sentido, lo bueno es que es respetuoso porque de lo contrario sí tendría que dejarle las cosas bien claras.

    —En caso de que me faltara al respeto sabría ponerlo en su lugar yo solita.

    —No lo dudo, sé que no eres una damisela en apuros.

    —Pero de todas formas, gracias. —Nos besamos lento y pausadamente.

    —¿Lista para Florencia?

    —Estoy emocionada y aterrada por el motivo por el cual vamos, los sitios de la lista se agotan y no sé cómo sentirme al respecto.

    —Tranquila cariño, siempre podemos volver a repasar la lista.

    —Buena idea. 

    —Vayamos entonces. 

    Nuestras caras de felicidad cambian al salir de la academia y fuera de esta me encuentro con un rostro que no veía hace mucho tiempo, al lado de él está una maldita diabla pelirroja. 

    En cuanto me ve camina a paso rápido en mi dirección, la impresión no me deja pensar con claridad, pronto sus brazos me envuelven alejándome de Davide. Por un segundo me siento desprotegida.

    —Lo siento tanto amor mío, perdóname por favor. —Mis brazos cuelgan debilitados y las yemas de mis dedos hormiguean por tocar la piel de su rostro.

    —¿Le estás pidiendo perdón? ¡Dijiste que le pedirías de regreso la mansión! —exclama Seelie.

    —No, no, no, la mansión no importa. Solo quería verla de nuevo. —Se aleja de mí a penas unos centímetros para acunar mi rostro entre sus manos—. Aquí, frente a ti, me siento completo de nuevo, ¿por qué te fuiste Adrienna?

    —Me alegro de que estés bien pero no quiero verte Alastair.

    —Tenemos que hablar, por favor. 

    —Solo si es a solas —accedo.

    —No, no importa lo que tengan que decir, de lo que sea que hablen quiero estar presente —se niega Seelie. 

    —Sí, está bien, a solas, ¿quieres ir a comer? —Alastair ignora a su prima.

    —No, concuerdo con Seelie, tenemos que asegurarnos de que Adri esté a salvo —se entromete Liam. 

    —Alastair no es violento —lo defiende ahora Nessie.

    —¿Cómo llevas el alcoholismo? —le pregunto.

    —Peor, pero es tu culpa porque me dejaste sin una explicación. 

    —Alastair, no estoy lista para esto, por favor vete.

    —Solo quiero los motivos, no es justo que me tengas así después de tantos años.

    —No quiero seguir esta conversación a media calle, Liam, ¿podemos ir a tu casa? —le pido.

    —Claro, por supuesto Adri. 

    En grupo comenzamos a caminar hacia la casa de Liam, comienzo a pensar en que voy a decir o como puedo actuar para que todos se pongan de mi lado, incluso la estúpida de Seelie. 

    —No me toques por favor —le pido a Davide cuando hace ademán de tomar mi mano. Frunce el ceño pero hace lo que le pido. 

    Llegamos a la casa de Liam, entramos todos con ese toque de incomodidad característico que se forma en una situación así. Nos acomodamos en la sala de estar, me siento en el sillón de una plaza, Davide y Liam en otro a mi derecha y los tres primos a la izquierda.

    —Nada de lo que voy a decir les concierne, esto es solo mío y de Alastair —rompo el silencio. 

    —No me voy a ir —responden al unísono Liam y Davide. 

    —Solo quiero que me digas el motivo Adri, me perdonaste, lo podíamos volver a intentar, todavía podemos hacerlo funcionar, te sigo amando con la misma intensidad.

    —¿De verdad te atreves a preguntar un por qué Alastair? Me lastimaste, hiciste de mí lo que quisiste, ¿quieres que te recuerde cada infidelidad, cada insulto e incluso cada golpe? —Lo miro directo al rostro, mis ojos comienzan a empañarse. 

    —Lo siento mucho de verdad, te pedí perdón y dijiste que sí, pero te marchaste.

    —No me iba a quedar después de eso último, jamás de nuevo, no veo un motivo razonable para que estés aquí, la mansión era mía, me la merecía después de aquello, lo sabes bien. 

    —Te juro que no estoy aquí por la jodida mansión, vine por ti. No soy el mismo tipo de años atrás, he mejorado, éramos muy jóvenes y lo hicimos todo mal, pero quizá ahora estemos listos, Adri, por favor, yo… 

    —No has cambiado, aceptaste que sigues siendo un alcohólico —lo interrumpo.

    —Pero si vuelves lo puedo dejar, me estarías salvando Adri. Todos los días te pienso, todos los días te amo, es por eso que bebo, si estuvieras conmigo no lo haría. —Niego con la cabeza, pongo mis codos en mis rodillas, cubro mi cara dejando que mi cabello cubra mi perfil mientras comienzo a sollozar—. Mi amor... —susurra mientras se pone en cuclillas frente a mí, me abraza y lo permito por algunos segundos.

    —Aléjate Alastair, no me toques. —No obedece, me abraza con más fuerza.

    —Que no la toques —le advierte Davide, su voz se escucha peligrosa.

    —No me digas que hacer. —Se pone de pie con molestia—. Todos ustedes deberían marcharse, Adrienna ya dijo que este es nuestro asunto.

    —Estás idiota si crees que la vamos a dejar contigo después de que te acaba de decir en la cara que la golpeabas —le responde esta vez Liam todavía sentado, ese comentario hace que Seelie se ponga de pie de un salto.




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