Prohibido Enamorarte.

30.- Martes 13 de agosto del 2019.

Adri:

    —¿Entonces haremos nuestra rutina de piel juntos? —le pregunto entre bostezos. 

    Está por salir el sol pero ya hemos despertado, dormimos poco pero fue una siesta recargada.

    —Sí, me parece una buena idea. —Sigo acostada, tengo cosas que hacer pero estoy disfrutando el momento.

    Davide está cambiándose para ir a ducharse y luego vernos en la academia para entrenar en un par de horas.

    —Te veré más tarde. —Deja un beso en mis labios y se marcha.

    Sonrío y cierro los ojos con tranquilidad. Los abro de nuevo con el sonido del timbre, mi relajación momentánea se ha llevado media hora de mi tiempo libre matutino.

    Me levanto con prisa primero a ver quién toca, por las nuevas cámaras que acaban de instalar el edificio puedo ver a Liam.

    —Hola, buenos días, ¿es urgente? Se me ha hecho tarde y necesito hacer un par de cosas.

    —Quita el seguro, necesitamos hablar. —Suena sumamente serio, hasta molesto diría yo.

    —¿Es urgente Liam? —lo cuestiono.

    —Déjame subir ahora mismo Adrienna —exige.

    —Por Odín, ¿qué te sucede? No te voy a dejar subir, mucho menos con esa actitud.

    —No quieres iniciar una pelea, créeme. Escucharían todo tus vecinos, me pondré a gritar como loco hasta que quites el seguro.

    —Me está poniendo nerviosa tu tono de voz, no voy a quitar el maldito seguro. 

    —¿Por qué le dijiste que lo amas? —habla esta vez con un tono de voz más moderado. 

    —No voy a tener esta conversación ahora, ¿qué sucede contigo Liam?

    —No, ¿qué sucede contigo Adrienna? No puede ser que juegues con los dos de esta manera.

    —Él no es un juego —digo rápidamente.

    —¿Él no? Entonces solo yo, ¿cierto? —Da media vuelta como si fuera a irse, pero solo se queda de pie, dándole la espalda a la cámara. 

    Unos segundos después regresa y vuelve a presionar el botón del interfón de mi departamento.

    —¿Qué necesitas de mí? 

    —¿Qué piensas que necesito de ti? —le regreso su pregunta.

    —No podemos tener esta conversación por interfón, por favor.

    —Sube, pero será rápido. —Quito el seguro a la reja y abro un poco la puerta, en lo que sube camino a la cocina, prendo la cafetera y lo espero. 

    A pesar de que la puerta está abierta escucho que toca esperando a que le dé permiso.

    —Puedes pasar —hablo en voz alta. Juro que nunca me había sentido tan nerviosa, escucho sus pasos y de pronto me arrepiento de haberlo dejado subir.

    —¿Quieres café? —Me volteo para preguntarle y verlo de frente.

    —¿De verdad es lo primero que preguntas? —Niega pero no me está gritando.

    —¿Y qué te digo si no? ¿Qué no necesito nada de ti? Porque lo hago, no necesito nada de ti, siento que te refieres a lo económico, tu dinero no me importa, ni tu apellido, ni tus contactos. Estoy cansada, de verdad Liam, de estos actos de presencia tóxicos que vienes a formar a mi casa. —Me siento en un taburete de la barra luciendo claramente derrotada.

    —¿Y tú crees que no estoy cansado también? —Se sienta frente a mí.

    —Tú eliges, yo cargo con eso.

    —No es tan simple como crees —se defiende.

    —Te dije que te daría mi amistad, lo he dicho muchas veces, y aún así sigues regresando pidiendo explicaciones sobre mi relación con Davide, sí, le dije que lo amo, lo sentía en ese momento.

    —¿En ese momento? Es decir que no estás segura.

    —No, detente, no vayas por ahí, no he dicho eso.

    —¿Entonces sí lo amas?

    —Liam, por favor, ¿acaso no me estás escuchando? Lo amo, de verdad lo hago. —Se pone de pie exaltado.

    —¡¿Lo amas pero me pides que no regrese con Nessie?!

    —No voy a decir lo que quieres escuchar. Lo lamento, pero no lo haré. Estás acostumbrado a tener todo lo que quieres, y eso es lo que te molesta, en el fondo sabes que no somos compatibles.

    —Supongo entonces que esto es una pérdida de tiempo.

    —Tú fuiste el que decidiste venir. Además, me conozco, lo amo, pero no soy de las chicas que se quedan por mucho tiempo.

    —¿Estás diciendo que lo vas a dejar? —pregunta, luce desesperado.

    —Digo que voy a tomar esto como un amor de verano, intenso pero no infinito. Verás esta conversación muy estúpida cuando ambos en el futuro sean solo mis amigos, claro, si quieren serlo.

    —Demonios —susurra, se pasa las manos por el cabello—. ¿Así se sentían las chicas que después de follar les decía que las quería solo como amigas? —me pregunta.

    —No lo sé, la respuesta a tu pregunta la tienes solo tú. 

    —Pues basta, no vas a volver a hacer sentirme inferior a nadie, porque Davide no vale más que yo, y tú tampoco.

    —Lo sé, no tienes porqué decirlo, son decisiones personales, no juicios sobre quién vale más la pena, yo no soy así, pero me conozco, esto es amor, pero nunca me he enamorado lo suficiente para quedarme. Te quiero pedir un favor.

    —Es broma, ¿no?

    —Sé que soy egoísta, pero no voy a dejarlo ahora, quizá él sí me llegue a amar profundamente, no lo sé, pero cuando me vaya, él te tiene que tener a ti, a su forma fraternal te ama, eres su mejor amigo, cuando me pierda a mí te tendrá a ti, por favor, no lo dejes caer en 

depresión, no soy la mejor mujer, pero él es muy sensible, muy sentimental y las cosas pequeñas le afectan.

    —Vale, yo lo ayudo. ¿Sabes que he pausado mi vida y descuidado mi trabajo por ti? Además, ¿de lo qué me haces tú, a quién le pido ayuda para superarlo?

    —Tú no necesitas ayuda, puedes solo.

    —¿Quién lo dice? —Se encoge de hombros.

    —Solo lo sé, yo soy así. 

    —Así que somos parecidos pero no compatibles. —Asiente, luego busca hacer contacto visual—. Me iré, no aguanto un minuto más en Venecia, pero acepto hacerte ese favor, no dejaré solo a mi amigo, porque después de algunas cuantas chicas, los únicos que no nos olvidamos somos nosotros. 




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