Prohibido Enamorarte.

32.- Viernes 6 de septiembre del 2019.

Adri:

    Alonzo y otras personas de nuestro equipo, tanto de Davide como del mío aplauden al terminar de ver nuestras coreografías. 

    Tengo una fina capa de sudor en mi piel y la respiración me va acelerada. Busco la mirada de mi padre, cuando lo logro inevitablemente me relajo al ver su sonrisa de aprobación.

    —¡Estamos en las mundiales! —grita a modo de festejo el representante de Davide. 

    Se acerca a él para abrazarlo, luego se voltea hacia mí para repetir la acción.

    —Son un equipo increíble, lástima que no eres italiana.

    —Gracias —respondo a su cumplido.

    —Chicos, ¡felicidades! Han logrado un trabajo espectacular, el jueves tenemos que estar viajando a Rusia para la competencia, por lo que les queda poco menos de una semana para seguir practicando sin horarios, ahora ustedes los pondrán, si quieren entrenar veinte horas al día, no los dejaremos, por supuesto, tienen que entrenar, pero también tienen que cuidarse, comer y dormir bien. No queremos llevar máquinas a la competencia, queremos llevar bailarines profesionales, ¿de acuerdo? —ese comentario es de mi padre. 

    —De acuerdo papá. 

    —Te veo en el departamento, Davide nos vemos en la cena —se despide mi padre. 

    El resto del equipo incluido Alonzo se marchan dejándonos en el salón. 

    —¿Ya llegaron tus padres? —le pregunto abrazándolo.

    —Supongo que sí, dijeron que a la una estaban aquí, la luna de miel de Mandy y Jacob ha terminado, han aprovechado la ocasión para venir con ellos, hablaré al restaurante para agregar sus lugares.

    —¿Y Liam? ¿No te ha confirmado?

    —Sí, ya lo hizo, viene con acompañante, no sé si sea Nessie. 

    —Ya lo averiguaremos en la cena. Me tengo que ir pero te veo más tarde, me pondré linda, hoy conoceré a mis suegros, quiero dar una primera buena impresión. 

    —No puedes ser más linda de lo que ya eres, de cualquier forma mis padres van a quedar encantados, seguro les agradas más que yo. —Sonríe, pero sé que eso lo lástima.

    —Créeme cuando te digo que te puedo sorprender siendo más linda. Me esforzaré en ser del agrado de tus padres. Te veo en la cena. —Beso sus labios antes de separarme, tomo mi bolso de deporte y me acerco a la puerta, antes de tomar el picaporte me llama.

    —Adri.

    —¿Qué pasa? —Doy media vuelta.

    —Te amo.

    —Tengo mucha suerte —le robo su frase—, también te amo. —Se acerca a darme un nuevo beso antes de dejarme ir.

 

    Llego a mi departamento, mi padre está en la barra con el ordenador al frente.

    —Hola, ya llegué. 

    —Ya compré los boletos de avión para mañana.

    —Me parece bien, todavía tengo cosas que preparar para el evento del lunes. ¿Quieres que te prepare un café o un té?

    —Té está bien. —Me acerco a la cocina, pongo la tetera y me siento frente a él. 

    —¿Ya se sabe cuándo entraré al nuevo proyecto? O por lo menos cuando puedo leer el documento. 

    —Estoy detallando pequeños asuntos, cuando esté listo te lo diré. ¿Tienes prisa?

    —No, claro que no, simple curiosidad. —Regresa la atención a la laptop. 

    Me pongo de pie para servirle su taza de té, con una también para mí me voy a acomodar mis maletas, vacío el armario exceptuando lo que me pondré para la cena. 

    Frente al espejo me plancho el cabello, lo que he estado evitando se refleja en mis ojos, estoy triste por irme, estoy triste porque pronto tengo que dejar definitivamente a Davide, eso me afecta más que cualquier otra cosa.

    Cierro la puerta del baño para que mi padre no me escuche llorar, me pediría explicaciones y no puedo decirle que me he enamorado. Seco con prisa mis mejillas, tener los ojos y la nariz roja también levantaría aún más sus sospechas. 

    Me maquillo para obligarme a no volver a llorar y sonrío sin motivo para que mi mente se vaya preparando para fingir toda la noche. 

    Como es una cena formal he elegido un vestido negro mate, largo hasta los tobillos, corte corazón y tirantes delgados. Como el vestido no lleva brillo, pedrería ni ningún ornamento me pongo la joyería que Liam me regaló, es una buena estrategia y por más que ame a Davide no puedo perder de vista mi objetivo. 

    —Adrienna. —Toca a la puerta del baño mientras me llama.

    —En un momento salgo —contesto.

    —Date prisa, no me gusta llegar tarde a ningún sitio, no puede ser que a estas alturas Venecia te haya hecho irresponsable. —Levanto mi celular para ver la hora, suspiro por lo bajo.

    —Creo que vamos bien de tiempo, ya casi estoy —respondo.

    —¿Qué dijiste? ¿Acaso me estás contradiciendo? Abre la puerta.

    —Un momento, ya casi estoy.

    —Abre ahora mismo —ordena con voz demandante.

    Me miro en el espejo una última vez antes de abrir como me pide.

    —Lo siento papá, estoy lista.

    —Si sigues así no solo te prohibiré volver a Venecia, te juro que antes de morir me encargo de que no te vuelvan a recibir en Italia. —Ante su tono de voz bajo la mirada en señal de respeto.

    —Lo lamento papá, no vuelve a suceder.

    —Eso espero. No te reconozco, pareces haber cambiado, eso no me agrada. Si es necesario encerrarte un año entero para recordarte los principios y fundamentos del motivo del porqué sigues aquí lo haré, no dudaré ni un segundo, así que tráeme de regreso a mi verdadera hija, la Adrienna Lambert que crié, la hija en la que tanto he invertido.

    —No cambié —miento—. Simplemente llevo actuando dos meses consecutivos con esta máscara que al final quizá comienzo a acostumbrarme, pondré pronto la distancia que se me pide y esto quedará en el pasado. No quiero que pienses que mi actuación en la cena es real, solo sigo el plan, finjo estar enamorada de Davide para que eso repercuta en Liam. 




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