Prohibido Enamorarte.

37.- Viernes 13 de septiembre del 2019.

Adri:

    Hace poco que el verano se despidió de Moscú por eso no hace demasiado frío y no hay probabilidades de que neve. 

    Despierto a las cinco de la mañana por mi alarma, no me siento cansada a pesar de que en Francia a esta hora son todavía las tres de la madrugada y a ese horario estoy acostumbrada ya que lo comparte con Italia. 

    Me giro hacia Davide, lo abrazo desde atrás y acomodo mi rostro sobre su espalda usándolo de almohada. Me quedo así, en silencio, notando y escuchando su respiración. Paseo las yemas de mis dedos por su piel desnuda, le doy pequeños besos sin el motivo de despertarlo, solo lo acaricio para sentirlo cerca, real, lo recordaré siempre como el hombre que me mostró que puedo amar y equivocarme a la misma vez.

    En contra de mis deseos me siento en la cama, le presto atención a mi celular, tengo el WhatsApp inundado de mensajes de aliento y buenos deseos por la competencia que se llevará acabo hoy. 

    Mi Instagram ha aumentado unos cuantos millones de seguidores más desde el estreno de la canción, no checo los mensajes privados porque me he dado cuenta que la mitad de ellos son de chicas que quieren sacarme los ojos porque creen en los rumores de que salgo con su cantante favorito. 

    Me ducho, me lavo los dientes y regreso a la cama para despertar a Davide, no me cuesta hacerlo.

    —Es nuestro día, anda vamos, ve a ducharte. —Me obedece, mientras tanto tiendo la cama y me seco el cabello con una toalla. 

    En lo que vuelve me acuesto en la cama nuevamente pero ahora de forma vertical, comienzo acariciarme los senos con dedicación 

dejando mis pezones como granito. 

    —Hace días me di cuenta que la competencia sería un viernes 13, no lo comenté porque no soy supersticioso, además... —Se calla, regreso la vista a la entrada del baño, lo veo al revés pero la vista es estupenda. 

    —¿Qué ibas a decir? —le pregunto para que continúe. 

    —No lo sé, lo olvidé. —Se acerca lentamente, con los talones me empujo para que mi cabeza quede colgando sobre el borde, al ser la cama alta, y fue esta la misma que me dio la idea, quedo exactamente donde quiero.

    —No importa, mejor fóllame la boca. —Dirijo mi vista a la suya para notar como el verde de sus ojos se oscurece en un instante. 

    Meto los dedos en la toalla que envuelve sus caderas, la quito haciendo que caiga al suelo. Su recién erección queda frente a mí, la tomo por el falo para hacer que tome la dureza que ambos queremos, lo escucho pasar saliva y luego jadear, estos últimos comienzan a mojar mi feminidad que lo aclama.

    —Adri... —susurra. 

    Paso saliva y saco la lengua, aún no está lo suficientemente cerca así que lo ánimo rodeando su cuerpo dejando mis manos en sus piernas, ejerzo un poco de fuerza para que se termine de acercar.

    —Señor Arduzzi —susurro antes de soltar una de sus piernas para tomar su falo y llevarlo a mi boca. 

    Primero me entretengo con el capullo rosáceo que libera un poco de su leche preseminal, lo saboreo sin vergüenza y comienzo a introducir en mi boca algo más que solo la punta, regreso la mano que había quitado de nuevo a su pierna para que sea él quien establezca el ritmo y profundidad de las embestidas, así mismo toma confianza, toma mi boca como le place. Deslizo una de mis manos a mi centro para acariciar mi botón palpitante, lo siento temblar, se va a retirar pero no lo permito, lo vuelvo a tomar de las piernas para que interprete mi señal.

    —Adri, me vengo —advierte. 

    Lo tomo con más fuerza para que no se retire, no opone mucha resistencia ya que si de verdad lo quisiera ya se hubiese alejado, es 

solo un chico tímido que probablemente no se haya venido en la boca de muchas chicas, o quizá de ninguna, excepto en la mía que una vez más recibe la descarga tibia, paso su semilla y sigo lamiendo hasta que no hay más. 

    —Gracias por darme el desayuno —digo a broma. 

    Me incorporo en la cama, ahora estoy sentada con él entre mis piernas, sonríe ante mis palabras.

    —Ahora me toca desayunar a mí. —Me pone una mano en la nuca y sube sobre mí para volverme a acostar mientras su cuerpo me cubre.

    Comienza por besarme el cuello, suspiro apretando los dientes, pequeñas corrientes eléctricas me recorren la columna cuando su boca succiona mis pezones dándoles la misma atención, echo la cabeza hacia atrás invadida por el éxtasis. Sus besos y lametones bajan por mi vientre, por inercia abro más las piernas, el primer contacto hace que arquee la espalda mientras me sostengo de su cabello.

    —Provecho —jadeo sin pudor.

    Lo siento sonreír sobre mi piel, no puedo evitar bendecir y maldecir, su lengua es tan hábil que me lleno de celos al pensar a cuantas chicas se lo habrá hecho. 

    Me sostengo por los codos y regreso a ver su cara enterrada entre mis piernas, la vista es tan arrebatadora que el erotismo que desprende me nubla la vista y olvido lo que le iba reclamar. Con dos de sus dedos separa mis pliegues y le presta toda la atención al botón que se encuentra en el medio solicitando su atención. Me muerdo el labio inferior porque las piernas comienzan a temblarme, quiero durar más tiempo porque lo estoy disfrutando demasiado. 

    Estoy a nada de preguntarle a cuantas chicas se ha desayunado de la misma manera, me detengo solo porque él me preguntaría también y mi lista no es demasiado larga pero seguro le sorprende, aunque siempre podría mentirle, que es lo que hago desde el primer día que lo conocí. Suma dos dedos al juego y no lo soporto más, me dejo ir en uno de los mejores orgasmos de mi vida, no termina ahí, como desahuciado lame y bebe mis fluidos con tanto ímpetu que vuelve a 

hacerme anhelar el segundo orgasmo, su lengua hace que los 

espasmos se prolonguen y lo vuelve como si fuera posible todavía todo más intenso. 




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