Liam:
—Esta noche voy a salir con unos amigos, ¿no quieres venir? —me pregunta Zam. Tomo otro sorbo de café y niego con la cabeza.
—No puedo, vendrán Mandy y su esposo para ver la competencia en la que está Davide.
—¿Propusiste tu depa para eso?
—No, Mandy lo hizo, ya sabes que ella no ve televisión así que en su nueva casa no hay ninguna.
—¿Y por qué no les prestas el depa y vienes conmigo? Hoy hay barra libre en un nuevo antro, de hecho es barra libre solo para chicas, ¿pero qué importa? Dicen que es bueno.
—No estoy de ánimo, quiero quedarme, Davide es mi amigo.
—¿Quieres que me quede?
—Como tú quieras —zanjo.
Su ceño fruncido se borra y sonríe ampliamente.
—¿La chica rubia es su compañera de baile verdad?
—Sí —respondo.
—Entonces no se diga más, me quedo. —Pongo los ojos en blanco, ella ríe—. No te pongas celocín. —Me da un toquecito en la nariz—. Es hermosa, seguro también te gusta, ¿por qué a quién no le gustaría esa mujer?
—Sale con Davide —es lo único que puedo decir.
—¿Y? —Se encoge de hombros—. Te estoy diciendo que confirmes que es hermosa, no que si te la quieres tirar o si piensas que se la puedes robar al amigo.
—Tienes razón, es hermosa —acepto.
—¿Ves? No es difícil aceptar algo que salta a la vista de cualquiera. Todavía no me sé su usuario de Instagram, ¿tú la sigues?
—No lo recuerdo.
—Como sea, cuando salga su nombre en televisión lo anotaré, ¿luzco como una acosadora?
—Solo un poco —digo con sarcasmo.
—Le voy a enviar un mensaje reclamándole, dijo que me pasaría su número, aunque no lo creas.
—Yo nunca dije que no te creyera.
—Ya, pero con tu mirada lo dices todo. Puede que tú no le quieras bajar la novia a Davide pero si yo tengo una mínima oportunidad con esa chica créeme que la aprovecho. ¿Qué harías si corro con esa suerte? Además de envidiarme, claro.
—¿Qué piensas que haría?
—Dejarme, o algo parecido.
—Dije que estoy de acuerdo con que te acuestes con otros chicos, ¿por qué te dejaría si te acuestas con otra chica?
—Tienes razón, ¿entonces puedo?
—Haz lo que quieras. —Tomo otro sorbo de café.
—¿No estás molesto?
—Para nada.
—Gracias. —Se levanta de su silla y se sienta sobre mis piernas, su rostro queda frente al mío, me toma por las mejillas—. Tú también puedes hacer lo mismo, estar con otras chicas, otros chicos... —Sonríe divertida por su ocurrencia.
—Gracias, pero ya lo sabía, además... —no me deja terminar, me besa con ímpetu.
—No te van los chicos, ajá, ya lo has dicho. —Me vuelve a besar, acaricio la piel tersa y morena de sus piernas. Baja sus manos a mi cinturón, lo desata, desabrocha mi pantalón y baja la bragueta, su mano derecha de finos dedos se cuela en mi bóxer tomándome con precisión—. No quiero exclusividad, pero con quién estés debes decírmelo porque nosotros dos somos los formales —pide.
—Espero lo mismo —respondo con la voz entrecortada.
Sus movimientos me dejan completamente duro, se retira de mis piernas para quedar hincada frente a mí.
—Es el pene más grande y bonito que he tenido entre las piernas.
—Eres afortunada —respondo y no lo digo a broma.
Sus labios rodean la punta de mi virilidad comenzando a introducirme en su boca hasta el fondo, pasando por su campanilla y el inicio de su garganta y todavía no me llena al completo, hace un sonido de atragantarse, echo la cabeza hacia atrás en la silla y cierro los ojos, tengo que evocar en mi mente a una rubia de ojos miel para conseguir el placer que ansío, su hechizo me ha cubierto por completo, sus palabras de nuestro primer encuentro vienen a mi mente a velocidad luz y le doy toda la razón, deseo que se tratara de ella, que estuviera frente a mí, ojalá fuera Adrienna Lambert y no Zamy Rees, siendo este último el nombre artístico de la chica que me lame como si estuviera untado con el sabor de su helado favorito. Continúa con el oral, se esfuerza en encontrar el placer de ambos, porque esto la prende, lo compruebo cuando se pone de pie, me pone un condón con destreza, mueve a un lado sus bragas y se introduce con facilidad, está tan lubricada que sus fluidos se deslizan por sus piernas.
—¿Así, lo hago bien? —Contonea las caderas de forma provocativa.
—Sí —susurro.
Paso saliva y subo las manos a su cintura, la hago bajar con prisa y subir con lentitud.
—Me haces sentir virgen de nuevo —jadea—, llegas tan profundo que siento que nadie antes me había cogido.
—Y aún así necesitas liarte con otros. —Ríe mientras seguimos con el mismo patrón, lento y rápido.
—Es solo para rectificar que salgo con el chico correcto, nadie me folla como tú por eso no es necesario que de momento me ames, tenemos tiempo. —Se acerca para besarme, se lo permito dándole pequeñas mordidas a su labio inferior—. Aunque lo harás, estoy segura, algún día llevaré tu apellido.
—¿Estás segura de eso?
—Sí, ¿tú no? —Sigue subiendo y bajando llenando el comedor con el sonido con sus jadeos.
—Tal vez —respondo.
Sonríe buscando mi mirada, es una mejor respuesta que una negativa completa, somos pareja, ¿para qué estar juntos si no le doy esperanzas de futuro? Después de todo siento que de Adri no obtendré nunca nada más que una amistad, no se cansa de decirlo, amistad, amistad, solo amistad y más amistad, y aunque sea difícil de aceptar es mejor que estar lejos de ella.
—Serás la envidia de muchos cuando sea tu esposa, porque entonces seré solo tuya, no más chicos, no más chicas, solo será tu verga la que me de placer e hijos, mientras eso no pase voy a disfrutar tanto como pueda —deja claro.