Prohibido Enamorarte.

42.- Jueves 19 de septiembre del 2019.

Liam:

    No me encuentro tranquilo, mañana volvemos a Francia y Adri no llega, el martes por la mañana desperté y ella ya no estaba, Hannah y Harry dicen que no me preocupe, que ellos estaban avisados que Dylan y Adri saldrían y volverían días después, fueron con el equipo que distribuye comida a las aldeas lejanas junto a las clínicas rodantes de primeros auxilios.

    Se supone que su acompañante es Dylan porque grabarán fuera una versión acústica de su canción con el fondo de un atardecer somalí. 

    He sido partícipe de todas las actividades mientras la espero, las que guardan sonrisas en mi memoria y las que te hacen doler el corazón. 

    He visto cómo llegan clínicas rodantes bajando mujeres embarazadas en los huesos, con tanta desnutrición que no tienen la fuerza suficiente para dar a luz. 

    Ahora sé cómo se maneja el centro de desnutrición intensivo, y es que no solo es así con los adultos, también los niños, las personas no solo están enfermas, están muriendo de hambre. 

    Los números de vidas salvadas dan esperanza, pero las defunciones siguen presentes, principalmente en menores que no pudieron disfrutar de las cosas buenas que tiene este mundo.

    Hace días me hice la promesa de volver y la pienso cumplir. Ojalá que en las próximas ocasiones Adri no se separe de mí, Gedhi, el administrador del refugio durante el almuerzo sacó un tema de conversación por algo que le preguntó Rémy, desde entonces no he podido respirar con regularidad, hay órdenes de captura para 

cualquier Lambert, Swift, Klein, Faure, Murphy, Steele y por demás embajadores de renombre, incluida mi Adri, no es algo del gobierno, son órdenes de los principales grupos guerrilleros. No pude evitar no meterme en su conversación, pregunté ilusamente para que los quieren capturar, seguro para nada bueno, no se sabe con precisión cuál sería su motivo, que les harían o si pedirían rescate. Traté de investigar si ha estado en peligro antes, y la respuesta es que sí, hace un par de años sufrió un intento de secuestro junto a Rémy que fue impedido por soldados de la ONU, pero eso no sucedió aquí, fue en República Democrática del Congo.

    —¿Sigues preocupado? —me pregunta Hannah viniendo y sentándose a mi lado.

    —La extraño, quisiera saber si está bien.

    —No te preocupes, las malas noticias llegan antes que las buenas, nada les ha pasado. Hoy vuelven, estoy segura que no han de tardar en hacerlo.

    —¿Ellos salieron alguna vez?

    —¿Dylan y Adri? No, Adri es demasiado amigable, todos quieren ser sus amigos porque es como un imán, nació para jamás estar sola, apostaría que es la persona que más amigos tiene en el mundo, no solo hombres aclaro, es normal que lo sea porque te hace sentir especial, siempre va a tratar de ver lo bueno en ti, confía en ti antes de que tú lo hagas. 

    »Ella es blanco y negro, te entrega todo o te entrega nada, te ama o te desprecia. Igual se lleva su proceso, de la nada no te va amar, o por ningún motivo te ganarás su desprecio, pero una vez te defina entre un lado o el otro no habrá retroceso.

    —Cuando nos conocimos fui un patán con ella, ¿cómo es posible que todavía no me defina?

    —¿Qué tan patán?

    —Mucho, la insulté por acostarse conmigo sin conocerme.

    —Que imbécil. —Se molesta.

    —Lo sé.

    —Quizá, no lo sé, ella tampoco se portó bien contigo, quizá les dio a ambos una segunda oportunidad, no digo que con esto crea que ella 

te vaya a querer corresponder ser algo más que amigos, pero quizá como amigos tienen futuro, si ella no lo creyera no estarías aquí.

    —¿Sabes de alguien que le haya dado una segunda oportunidad? 

    Sonríe y se señala a sí misma.

    —A mí me la dio, a Harry, Dylan, Lola, Héctor y la lista sigue, no porque le hayamos fallado, sino porque cuando nos conoció no éramos la mejor versión de nosotros mismos, consumíamos drogas y decíamos que lo teníamos controlado, teníamos versiones de nosotros mismos malas que cubríamos con ayuda humanitaria, no como fachada, sino como remordimiento, aún así Adri no nos juzgó, dijo que todos teníamos nuestros propios problemas y que lidiamos con ellos como podíamos, se quedó y nos ayudó a rescatarnos de nosotros mismos.

    —Es asombrosa —comento maravillado.

    —Lo es, merece alguien que le demuestre que es lo más bonito del mundo.

    —Lo intentaré. 

    —Gracias, si después te das cuenta que no puedes lograrlo no te hagas ni le hagas daño, ¿de acuerdo?

    —De acuerdo —afirmo.

    —¿Ya te sientes mejor?

    —No, quiero verla para cerciorarme de que está bien —respondo a su pregunta.

    —¿A quién quieres ver? —Ambos regresamos a ver a la puerta, es Davide, está cruzado de manos esperando mi respuesta. 

    —A Adri —responde Hannah. 

    —¿Nos puedes dejar un momento a solas? —le pide.

    —Claro, en diez minutos recuerden que es la cena. —Se pone de pie y sale de la habitación. 

    Davide camina y se sienta en la litera frente a mí. 

    —¿Por qué la quieres ver?

    —¿Recuerdas el tema de conversación del almuerzo? Por eso la quiero ver, es preocupante que esté allá fuera sola. 

    —No está sola —refuta.

    —Pues me da igual, me sigue preocupando.

    —¿Te gusta mi mujer? 

    —No es tu mujer, no lleva aún tu apellido —le debato. 

    —Lo va a llevar, tarde o temprano lo llevará.

    —¿Quieres que te felicite? —inquiero.

    —No, lo que quiero es que no me jodas.

    —No verla parece que te pone insoportable. 

    —Y al parecer no soy el único. 

    —¿Qué quieres realmente Davide?

    —Aléjate de ella.

    —¿Cómo lo hago? 

    —No te acerques a Adri, así, sin más.

    —No lo puedo hacer, se está volviendo mi amiga.




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