Leo:
Cuando vi a mi padre ingresar por aquella enorme puerta dorada, la sangre se me subió al cerebro. Miles de preguntas venían a mi mente en cuestión de segundos. Creí que era tal vez era un espejismo, pero no. Él estaba allí. Aunque semanas atrás había escuchado su voz por el teléfono, no creía que realmente se podía tratar de él, sin embargo, ahora estaba ante mis ojos y no podía creerlo.
Me puse de pie inmediatamente y fijé la vista en los ojos viejos de mi padre.
— Padre —alcancé a decir.
Estaba pensando en lo que haría o diría cuando de repente, la voz de Jane se interpuso entre mis pensamientos:
— ¡Suficiente! ¿Qué es todo esto? ¿Quiénes son ustedes? ¡Por qué hacen que esto sea más insoportable!
— Jane —habló su padre.
— No digas mi nombre —advirtió levantando el dedo pulgar —. Sera mejor que terminen con esto de una vez por todas.
— Jane —intervino con mayor fuerza el ser que yo daba por muerto.
— Así que estás vivo —interrumpí hartó de ese juego.
— Leo, te lo voy a explicar —respondió mi padre.
— Jane, no podemos comunicarnos a gritos. Por favor tomen asiento —propuso el padre de Jane.
***
Me quedé en la planta baja para encontrar respuestas, miraba a mi padre sin pronunciar ni una sola palabra. Él por su parte parecía estar tranquilo, sin sentir culpa. Me cansé de la absurda monotonía y pregunté:
— Por qué no se lo dijiste a mamá.
— Antes de hacer lo que hice —comenzó a decir.
— Fingir tu muerte —corregí.
— Antes de fingir mi muerte, prometí que no volvería a poner en peligro la vida de tu madre y eso estoy haciendo.
— Mi madre no está bien —afirmé —, si tan solo la vieras… ella dejó de ser la mujer que alguna vez fue.
— La he visto hace algunos días, piensa que ya completé mi parte y ahora está un poco estable —comentó seriamente.
— ¿Cómo? ¿Ella sabía algo de esto?
— No quiero lanzarte todas las respuestas ahora, será mejor esperar a que se adapten a su nueva vida.
— Ya veo… no creo que sea muy pronto.
— Yo diría lo contrario. La última vez que te vi apenas y tenías músculo en los brazos, mírate ahora, estás muy fuerte —comentó.
— No es para tanto.
— ¿Qué más quieres saber?
— ¿Que es todo esto? ¿Por qué estamos aquí?
— Verás, tuve algunos problemitas con unos socios corruptos y ahora llegó el momento de vengarme de ellos. Ustedes dos, más los que llegarán mañana, harán la parte dinámica del karma. Esa es la razón por la que están aquí —tomó un pequeño respiro y prosiguió —. Para responder tu primera pregunta, seré breve; este es un clan.
— ¿Un clan?
— Una organización mafiosa, con lujos y dinero de sobra. Que forma a cientos de niños para luchar con otros villanos —resumió siendo cortante.
— Qué gran porquería —comenté muy bajo.
— Eso parece al inicio —respondió de repente —, luego te darás cuenta de lo que realmente significa estar en la mafia.
— Dudo que sea como en las películas, porque allí se supone que somos los villanos.
— Pero los villanos abundan por todo el planeta.
— Y estoy viendo uno —dije clavando mis oscuros ojos en su rostro.
— ¿Eso es todo lo que querías saber?
— No tengo más intenciones de hablar contigo. Quiero ir a descansar un poco. ¡Por qué hace tanto calor! —me puse de pie y caminé hacia las escaleras.
Aunque no conocía la casa en su totalidad, imaginé que las habitaciones estaban en el segundo piso. Cuando iba subiendo, Jane se cruzó en mi camino, al igual que yo, mantenía la cara de desconcierto; al parecer nuestros padres eran pésimos explicando cosas.
***
Luego del almuerzo y del aburrido tour por la enorme casa, Jane y yo fuimos caminando hacia una pequeña playa. Ella no dudó en meter sus pies pequeños en la arena y comenzaba a dar pequeños brincos de emoción. Por un momento la imagen de Sophie apareció, mi pequeña Sophie, apuesto a que estaría igual que emocionada; brincando la sentir la arena en sus pies y mirándome de rato en rato para ver si yo sonreía. Mi corazón se estremeció al sentir que una mano suave y cálida tomaba mi hombro y me jalaba hacia el mar. Cuando giré el rostro, me encontré con Jane, estaba tan feliz por compartir el momento conmigo que no pude negarme.
Saltamos y nos empapamos toda la ropa con agua salada. Jane tenía ese toque de chica ruda que la hacia ver mucho más fuerte que Sophie, sin embargo solo era pura apariencia, porque detrás de toda esa rudeza parecía habitar una dulce niña con sueños y fantasías. Sus ojos oscuros hacían buen juego con su cabello negro y liso.
***
Ya era de noche y estábamos en esa incómoda habitación que habían preparado para nosotros. Jane había demostrado ser buena en los videojuegos y yo había demostrado no ser suficiente rival para ella.
Antes de haber llegado a este punto, había tenido una cena algo extraña con Jane. Una mesa a la luz de unas velas y de fondo el sonidito del mar, me olía a romance; lo cual se oponía rotundamente a lo que yo sentía por Jane.
Jane se había quedado dormida, según lo que me dijo pretendía acostumbrarse a esta vida; pero yo no haría lo mismo. Me puse a revisar la habitación por completo, para tratar de encontrar alguna salida. Y la encontré. Las ventanas de esta habitación no eran invencibles como en la anterior mansión, estás se abrían con facilidad. Por un segundo pensé dejar a Jane dormida, pero después de pensarlo bien decidí despertarla.
— Oye, Jane —susurré.
— Déjame dormir —balbuceó.
«Apenas han pasado algunas horas y ya está tiesa» pensé extrañando.
— Vamos, despierta —dije esta vez sacudiendo en cuerpo de Jane.
Lentamente comenzó a abrir sus ojos y al verme tan cerca de ella se horrorizó.