Alexei lleva a Mónica hasta una habitación llena de monitores de computadora y varios otros militares que se encargan de mirarlos. En los monitores se puede apreciar claramente la situación que dio lugar a la alarma: una extraña máquina está destruyendo edificios en una parte de la ciudad.
La máquina no parece algo creado en el mundo humano: parece un tanque flotante con dos brazos a los costados, en el frente se aprecia un emblema de un dragón negro.
Alexei está fascinado, "Jijijiji, cuando los militares le quitaron los fondos al proyecto de tu abuelo, el de los humanos artificiales, lo invirtieron en su lugar en Solid Light Technologies, que curioso, el viejo está utilizando la misma tecnología que lo humilló".
"Mi abuelo quiere usar sus propias armas contra ustedes, ¿Acaso no te das cuenta, tonto?" desafía la joven en su cabeza.
El tanque flotante está siendo bombardeado, tanto por militares como con tanques genuinos de la propia base, pero el daño que le hacen ni se ve.
"¿No hay nada más potente para destruirlo?". Mónica ha tomado una postura más clínica, con un brazo apoya el otro, y tiene una mano en su mentón, sin duda se encuentra analizando la situación y buscando soluciones. Sacó el cerebro de su abuelo seguramente. Esta nueva postura sorprende a Alexei.
"No, esas son las armas más potentes que tenemos. Las construcciones de luz de tu abuelo están muy bien hechas. Lo único que podemos hacer es bombardearlo por horas hasta que se destruya, ¿Ahora entendemos la urgencia para que lo encontremos?".
"¿No podemos atacar con nuestras propias construcciones de luz?".
"Jajajajaja. Tu abuelo es un genio, linda. Lo máximo que nosotros podemos proyectar son juguetes y tonterías en comparación, tenemos la misma tecnología, pero no podemos usarla como él, lo que sea que esté proyectando no son simples programas de computadoras".
"¿Y qué tal las armas digitales?"
El rostro de Alexei cambia a uno de completa confusión, mueve su cabeza hacia un lado, "¿Eh?".
"En mi última visita, use armas digitales, ¿No leíste mi informe?", nuestra protagonista se ofende muy fuerte, convierte sus dos manos en puños y mira con enojo al científico, "¡Me hiciste llenar cuatro cuadernos!".
"Cariño, es mejor que sepas ahora, de todo lo que estás escribiendo, es muy poco lo que estamos tomando seriamente".
La cara de la joven revela lo mucho que la destrozó ese comentario... Todos los esfuerzos que hace tanto en el ciberespacio como en la base militar, todo el cansancio generado, las horas que le llevaron escribir todos los informes, y tanto su trabajo como todo lo antes mencionado, simplemente no es tomado seriamente. Una sonrisa de locura se forma en su boca...
"¡Armas digitales! ¡Es tecnología que usan las IAs para defenderse en el ciberespacio!", la joven golpea el piso con firmeza, mueve las manos con furia y trata de explicar, finalmente levanta ambas manos y continúa: "¡Seguramente es la misma tecnología que mi abuelo está usando!".
"Oh...", exclamó el científico como si alguien le hubiera explicado algo obvio, "Bueno... La máquina que utilizamos para enviarte al ciberespacio si es de tu abuelo así que lo más probable es que... Si, si podría ser la misma tecnología, no son programas de computadora, sino tecnología que crean las mismas IA... Seguro él lo visitó por su cuenta en algún momento antes y aprendió a crear estas máquinas, fascinante..."
"¿Y?".
"Bueno, vamos al laboratorio a probar tu tecnología, chiquilla".
Una gran sonrisa se forma en la cara de nuestra heroína, sus manos que antes eran puños, ahora están relajadas.
Inmediatamente dan media vuelta y se dirigen al usual laboratorio, ignorando a todo el personal militar que se encuentra preocupado por el ataque terrorista que sigue teniendo lugar. Allí encuentran a Frank, casualmente trabajando en las computadoras del laboratorio, claramente a estos científicos no les importa mucho lo que pase afuera o adentro de la base.
"Hola Frank, calla la boca, vamos a hacer un experimento".
"Jajaja. ¿Qué vas a hacer qué? El uso de cualquier equipo no esencial está prohibido durante una alerta".
La heroína procede a ignorarlo. "Alex, la última vez que fui tenía el arma en mis manos, ¿Qué hago?".
"Se supone que la máquina debería enviarte al último lugar donde estabas con lo mismo que tenías encima, pero si no es el caso simplemente apresúrate y busca otra".
"Está bien, entiendo", el científico comienza a colocarle un nuevo aparato en la cabeza. "¿Es el radar que me dijiste antes?".
"Nope. La misión fue suspendida oficialmente, ahora vamos a experimentar otra cosa, eso que llevas ahora es... Sólo piensa que es un pendrive, ¿Okay? Lo que lleves encima cuando te desconectes quedará allí guardado y luego lo colocaremos en el proyector de luz".
"Perfecto, entiendo, gracias, Alex", con una gran sonrisa la joven admira a su colega.
"De nada".
Con la joven en su asiento, conectada al equipo, Alexei levanta su dedo gordo de la mano en aprobación y da comienzo a las funciones del aparato. El señor Frank continúa con su trabajo como si nada le importase.
La joven abre sus ojos en el ciberespacio, con alegría se da cuenta que el arma continúa en sus brazos. Es imposible saber si se encuentra en el mismo lugar ya que no hay puntos de referencia, pero supone que si... Inmediatamente lo confirma.
"Hola, Mónica", una indiferente París se encuentra cerca. "Fue muy rudo como me abandonaste de pronto la otra vez".
"Ah. Hola París, ¿Qué haces aquí todavía, me fui hace varios días?", finge interés nuestra chica para inmediatamente pulsar el transmisor en su oído... Nada pasa, lo sigue pulsando repetidamente con gran velocidad una y otra vez... Para el mismo efecto. Está chica claramente no sabe que, si algo no funciona la primera vez, no comenzará a funcionar mágicamente a los veinte intentos.