Promesa

CAPÍTULO I

Amelia

 

Me despierto y veo todo mi cuarto oscuro mis ojos están algo picosos por el sueño por lo que los froto con mis nudillos, me levanto de mi cama y voy al baño a darme un baño. El agua esta fría aun así entro dentro de la regadera y las gotas gélidas caen sobre mi cuerpo, y de a poco la temperatura del agua cambia.

Pero no es necesario mi cuerpo también entra en calor ya que intenta mantener la temperatura.

Salgo después de quince minutos cubriéndome con una toalla, voy a mi armario y me visto con mis vestiduras rápidamente tiendo mi cama, la dejo bien templada ningún bulto se muestra en ella sigo acomodando mis cosas cuando escucho tocar la puerta.

 –Ave María purísima –reconozco la voz de la hermana Isabel como siempre tan madrugadora.

–Sin pecado concebida –respondo suavemente la oiga alejar a la siguiente puerta.

Sigo acomodando mi cuarto dejo todo impecable cada cosa en su lugar.

Salgo de mi cuarto bajo las escaleras y voy directo a la pequeña capilla donde se encuentra un gran cuadro de la Virgen María entro persignándome camino hasta el frente y me arrodillo y comienzo mis oraciones las que siempre hago cada día pidiendo por mi familia, amigos, personas cercanas a mí y por todas las personas en el mundo.

Continuo con mis oraciones, escucho otros pasos acercarse y entra a la capilla me saludan aun sin verlas al rostro se quiénes son y se ponen a mi lado comenzando igual sus oraciones.

Permanecimos ahí de rodillas mucho tiempo ya no siento dolor en mis rodillas, recuerdo la primera vez cuando inicie este camino.

La primera vez que permanecí tanto tiempo de rodillas la verdad no pude mi levantarme, mis piernas estaban dormidas no soportaban mi peso y eso que mi peso es normal no lo diré, ustedes pueden considerar el peso normal.

Escuchamos la voz de la Madre Abadesa para ir juntas al coro de Laudes y Maitines nos juntamos todas juntas y cantamos de forma pausada y después de ello realizamos una media hora de oración mental.

Asistimos a misa y recibimos la comunión, después de la eucaristía desayunamos y nos dedicamos a nuestras labores.

Aun soy postulante, pero ya falta poco para mi primer año de noviciado.

Esta es la vida que escogí y no me arrepiento mis padres me apoyaron pese a que ellos tenían otros caminos para mí, pero al final es mi decisión la que cuenta y mi decisión fue servir a Dios el único amor de mi vida.

Soy Amelia López hoy tengo diecinueve años llevo un año en este camino y voy a seguir hasta el final de mi vida caminando junto a mi Señor.  




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