Daniel
Maldición quería salir corriendo de ahí desde el momento en que la vi, quería levantarme y salir pitando como alma que lleva el diablo.
Con solo verla todos esos sentimientos y sensaciones regresan a mí, en la semana había logrado borrarla de mi mente para ser franco para el día martes ya la había sacado de mi cabeza, era el de siempre.
¿Qué tiene esa chica que hace que cada uno de mis emociones, sentimientos nazcan más fuertes?
Que tanto lucho por mantener a raya o eliminarlos nacen de nuevo como si fuera una explosión de un volcán, nunca me había pasado esto generalmente cuando me siento atraído a una chica siempre tomo distancia antes de que mis emociones me dominen para no lanzarme de cabeza.
Es lo que hacía desde segundo de bachillerato a los dieciséis hasta ahora lograba eliminar todos esos sentimientos, que me hacían ver como un idiota frente a ellas cuando estoy a su lado. Con ignorarlos y suprimirlos poco a poco volvía a ser el de siempre el chico antes de esos sentimientos.
Pero ningún de las chicas a las que me sentía atraído o con las que quería dar el paso para una relación lograba hacer que esos sentimientos que sentía por ellas volvieran tan intensos como una inyección de adrenalina para hacer que mi cuerpo quiera correr por toda la ciudad como un loco desquiciado.
Aun así, cuando estoy a su lado me siento tranquilo, siento que puedo estar con ella todo el día sin tener que hablar de nada. Porque la verdad, no tengo el don de palabra.
Debo tener cuidado.
Enamorarme de ella sería el peor error que podría cometer en mi vida.
Camine hasta el centro comercial para pasar el rato mirando el lugar, fui unos de los locales pequeños en medio del camino y compre un helado de yogurt me senté a comerlo ya me canse de todo así que regrese a casa caminando, no tome el bus quería tomarme mi tiempo.
Sábado, como siempre me levanto temprano hago mi rutina de ejercicios, saco las bolsas de basura porque ya escucho el claxon del camión de basura y recojo las gracias de mis perros.
Me quedo solo en casa mi hermana se fue a trabajar y mi hermano menor con sus amigos a no sé dónde.
Tengo la casa para mí solo, un chico universitario normal llamaría a sus amigos para tomarse unas cervezas invitaría a unas chicas a pasar el momento. Lastimosamente ese no es mi caso, tomo la escoba y comienzo a barrer la casa por cada rincón.
Después de media hora la dejo impecable ahora si puedo tomar mi libro para leer.
Ya terminé de leer el libro. El Invierno Más Largo.
Estuvo muy interesante mi cabeza sacaba conclusiones sobre quién era el asesino y la verdad no pensé que era él, no quiero revelar el nombre tal vez alguien lo esté leyendo y si lo digo le arruinare la trama.
Ahora estoy leyendo El Perfume.
Pase todo el día sin comer hasta que a las cuatro de la tarde mi hermana llega en el carro de su novio un Grand Vitara del año dos mil quince, parece que, si se acordó que tiene dos hermanos en casa, pero solo estoy yo mi hermano menor todavía no llega.
A traído dos chaulafán, tomo un plato y me sirvo tengo hambre no desayune, ni almorcé. Solo me llene de agua y aire.
Son las seis y cuarenta me voy a misa estoy rezando con todas mis fuerzas para no encontrarme con ella –Maldita sea mi suerte –digo en mi mente la, encuentro justo en la entrada de la Iglesia. Nuestras miradas se cruzan y se mantienen fijas y de nuevo esa gran erupción explota dentro de mi cuerpo invadiendo cada centímetro de mi ser.
–Hola –dice con una sonrisa, maldición su sonrisa es hermosa y hace que una cadena de erupciones explote.
–Hola –digo con una sonrisa e ingreso a la Iglesia persignándome debo alejarme de ella.