Promesa

CAPÍTULO XVI

Amelia

 

Fue un día normal pero no dejo de pensar en ese chico el ¿Por qué de su mirada? Ayer sentí que quería alejarse de mí como si me dijera de manera indirecta no es asunto tuyo.

Pero quiero saber ¿Por qué es así?

Fuimos temprano a la misa de las siete de la noche para entregar unos boletines sobre una excursión a Tierra Santa.

Estaba en la gran puerta de la entrada a la Iglesia junto a Magdalena al otro extremo de la entrada repartiendo los boletines cuando lo veo llegar me mira con los ojos abiertos como platos y otra vez siento que quiere alejarse de mí ¿Por qué?

–Hola –le digo con una sonrisa.

Me mira sorprendido, acoso estaba rezando para no encontrarse conmigo.

–Hola –me responde devolviéndome la sonrisa y entra persignándose, se va a la columna de sillas junto a la entrada a la capilla de la Virgen de Guadalupe.

Ay Dios me olvide de entregarle un boletín.

Magdalena ya ha terminado de repartir sus boletines, viene hasta a mí para ayudarme a terminar el reparto terminamos a tiempo justo cuando el Padre Álvaro entra para iniciar la misa.

Ingresamos dentro hasta donde están nuestras hermanas y de reojo miro al chico sentado solo en la antepenúltima silla en la imagen que tiene frente a sus ojos camino hasta mis hermanas de Fe en la columna del medio de la derecha justo en el medio están ellas.

El padre Álvaro inicia la eucaristía todo es bello las lecturas, las oraciones, los cantos, las reflexiones que da el padre. Llega el saludo de la paz la gente alrededor se comienza a dar el saludo de la paz, todos se mueven de aquí para allá estrechándose la mano.

Otros se dan un beso en la mejilla, las parejas se dan u beso en los labios, estrecho la mano de mis hermanas y las abrazo y me giro hasta Daniel quien no se ha movido de su lugar está ahí sentado con su mirada fija en la imagen de Jesucristo y la Virgen María.

Es la hora de comulgar mis hermanas y yo pasamos al frente soy la primera detrás de mi esta Magdalena, Iridia, Isabel, Gaby y Nicole.

La gente sigue avanzando estoy a cinco personas para que me toque, me pongo algo nerviosa mi corazón late con fuerza.  Daniel se encuentra a la misma cantidad de gente que yo para comulgar, porque los jóvenes frailes no vinieron hoy.

Avanza despacio aún no se ha percatado de mí. Hable demasiado rápido.

Sus ojos se abren por el asombro.

La gente delante de nosotros sigue comulgan y partiendo a sus asientos esto se está haciendo eterno a cada segundo mi segundo mi corazón late con fuerza. Hasta que finalmente llega nuestro turno.

Mi corazón sigue latiendo con fuerza lo miro de reojo para ver su expresión y noto que su cara es roja como un tomate y sé que al igual de mí su corazón, esta mil por segundo.

Soy yo, o, hace más calor.

El padre Álvaro le da mi primero a Daniel se aparta unos tres pasos se inclina un poco y se persigna se levanta tambaleándose un poco y se va.

Comulgo y me dirijo a mi asiento miro a Daniel de rodillas rezando y yo hago lo mismo. La misa termina el padre da la bendición de partida y todos salen. Me levanto de mi asiento y camino a la salida veo a Daniel marcharse.

–Dios que fue todo eso –digo para mí en mis pensamientos y me doy cuenta Daniel no solo me atrae pero quiero saber ¿Por qué es así?

 Él me atrae en el sentido romántico los fuertes latidos de mi corazón me lo dicen, lo confirman. Me atrae en el sentido romántico, pero mi amor por Dios es aún más grande.

Pero ¿Por qué siento esto por él?

Fabricio si tienes algo que ver con esto te vas a ganar una buena reprimenda de mi parte tenlo por seguro. 




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