Promesa

CAPÍTULO XXIII

Daniel

 

Esta semana ha ido de lo más normal deje de luchar contra mis sentimientos era un caso perdido de nada me servía eliminarlos si, con tan solo verla volvían más fuertes y como los acepte volví a la normalidad.

Con la diferencia de que ahora ando en las nubes, pero si me he concentrado en mis estudios de la universidad. Es un logro.

Voy caminando a mi lugar especial donde sé que la podre verla, necesito verla tal vez hoy abra mi corazón hacia ella y demostrarle quien realmente soy. Pero… le tengo miedo a su rechazo, cuando sepa quien realmente soy sabrá que no soy un Ángel. Se alejará de mí y es algo que no quiero que suceda.

Divago en mis pensamientos con la mirada perdida en las nubes solo estoy pensando en cómo lo tomara. Exhaló de frustración, mi corazón late con fuerza. Meto las manos en mis bolsillos y respiro tratando de calmarme, pero es inútil solo pienso en como lo tomara.

Subo la pequeña pendiente inclinada para llegar a la Iglesia cuando siento una mano posarse en mi hombro derecho despacio. Grave error. En este momento estoy divagando mis nervios esta de punta, tenso todo mi cuerpo iba a girarme y atacar cuando escucho su voz.

–Hola –dice con una sonrisa.

Me quedo estático –iba a atacarme –dice ahora algo tensa.

Rayos. Bueno no es mi culpa cualquiera hubiera reaccionado igual ¿verdad? –disculpe –ahg… ahí estoy de nuevo –pensé que era…

–Otra persona –completa la frase.

–Sí, me tomo por sorpresa –se queda mirándome sin decir nada y camina hacia la colina. La sigo –Amelia –digo llamando su atención.

Se vuelve hacia mí y me sonríe –vamos arriba –con solo esas dos palabras hicieron que corriera hasta ella feliz. Caminamos hasta la cima de la colina por las escaleras. Se sentó junto al monumento y yo al lado de ella.

Dialogamos sobre nuestra semana, la verdad mi mía fue algo tediosa exposiciones en Psicología, pruebas de Anatomía, lo bueno es que también me reí en la clase de Gimnasia. Ella también me hablo de su semana ya saben de qué se trata.

Cambié de tema es algo aburrido hablar de lo que te sucedió en la semana le conté una anécdota mía. Cuando traté de creerme Tarzan me caí, la idea era correr rápido, saltar y sujetarse de la soga que colgaba de la rama del árbol de guayaba.

La carrera, el agarre perfecto la que fallo fue la rama del árbol que se rompió y yo caí de espalda contra el suelo ya se imaginaran como estaba mis amigos ante tal acto. Escucho que se ríe.

–Supongo que era algo gordo –dice riéndose.

–Claro que no –digo algo molesto. Lo cual hace que se ría con mas ganas.  

La miro mientras ríe, me gusta su risa, me gusta todo de ella –Amelia –digo con la voz trémula ante el sonido de mi voz al pronunciar su nombre deja de reírse y me mira fijamente –usted, se abierto conmigo de manera sincera. Pero sé que lo ha hecho por saber por qué soy así –me mira en silencio.

–Daniel –dice suave –sino quieres hacerlo no te obligare.

–Talvez es lo que necesito –aprieto mis puños tanto que se vuelven blancos –para liberarme de este peso –me mira. Siento mi corazón latir con fuerza, mi cuerpo tiembla buco la forma correcta de contarle –esta es mi historia –digo al fin –de quien soy.

Sin más alardeo le cuento todo de mi con la voz quebrada pero cada vez que una palabra de mi historia sale me siento más ligero. Miro como ella me mira con bellos ojos y puedo notar algo de pena y también desagrado mientras más continúo diciéndole todo lo que he hecho sus ojos dejan de mirarme. Le conté acerca del resentimiento que tengo hacia algunos miembros de mi familia, mi lujuria las cuatro veces que contrate a chicas para que se acostaran conmigo.

Bueno, aunque solo con una tuve sexo, la segunda vez solo dialogue, la tercera vez mientras estaba dentro de ella saque mi miembro de ella y me fui porque me sentía mal en ese momento, no pude hacerlo salí mucho antes de que el tiempo que pague terminara, y la cuarta vez solo dialogue. Entre otras cosas más que solo compartiré con ella.

Le dije que por esos actos decidí quedarme extenso de amor quedarme solo hasta mi último, le conté todo de mi sentía un alivio al liberarme de eso mis ojos se cristalizaron lagrimas comenzaron caer por mis mejillas las limpie con mi pulgar derecho.

–Déjalas salir Daniel –dice de manera suave y lloro como un niño siento su brazo sobre mis hombros y me atrae a ella y lloro sobre ella y finalmente entiendo algo siempre escuche que si un hombre llora es débil incluso dentro de mi familia ustedes sabrán las palabras que usan cuando ven a un hombre llorar.

Pero acabo de entender llorar no me hace débil, es una señal de que soy fuerte. La naturaleza llora con las lluvias, grita con las grandes erupciones volcánicas o cualquier fenómeno natural. Pero eso no la hace débil incluso en esos momentos demuestra lo poderosa que es.

Mis lágrimas cesan –¿Cómo te sientes Daniel? –pregunta.

–Ligero –contesto. Levanto el rostro para mirarla a los ojos y los encuentro no me están mirando con desprecio, repudio. Me miran con ese mismo brillo que amo, me miran llenos de felicidad, y una extraña sensación recorre todo mi cuerpo algo que nunca he sentido ni siquiera cuando me he confesado.




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