Promesa

CAPÍTULO XXVII

Amelia – Daniel

 

Llego el día, unos de los días más importantes de mi vida dentro de poco ingresare juntos a mis hermanas de Fe y daremos unos de los mayores pasos de nuestras vidas religiosas.

Ingresamos a la Iglesia e inicia la ceremonia.

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Mis ojos se abren de forma abrupta al escuchar la alarma de mi celular y la odio por despertarme y recordarme que se celebra el día hoy y de solo recordarlo me lleno de impotencia, rabia, enojo. Al saber que la mujer que me ayudo librarme de mi pasado. La mujer que amo se me va de mi vida.

Con mucho enojo apago la alarma con la canción de Alan Walker Faded.

Cierro los ojos con la esperanza de volver a dormir y nunca más despertar. Lo consigo. Pero maldito sea mi cuerpo lo he acostumbrado, tanto a despertar temprano que ya me es imposible quedarme hasta tarde dormir. Bueno a excepción del día domingo.

Me estoy odiando tanto por haber acostumbrado a mi cuerpo a madrugar que hora después me he despertado y ya no puedo a juntar mis ojos aun así me quedo en cama tratando de volver a dormirme, pero no puedo y más cuando mi hermano mayor entra como siempre imponiendo.

–Levantarse –grita quitándome las sabanas llevo la misma ropa de ayer. Lo fulmino con la mirada –levantarse –dice alzando la voz –suelto un gruñido y no tengo más opción que levantarme de cama. Me voy a dar un pequeño baño.

Me cambio de ropa, arreglo mi cuarto. Nuestra hermana mayor nos llama a desayunar. Voy con desgana me siento y como mis tostadas con mi batido de mora mis tres hermanos me quedan viendo. ¿Por qué tuvo que salir con licencia este mes?

Me molestan sus miradas, gracias a Dios los primos se han marchado ayer mismo es un alivio no tendré sus ojos sobre mí –Vamos Daniel. No te desanimes –dice mi hermano mayor Henry sentado en la cabecera de la mesa.

–No quiero hablar –digo doy el ultimo mordisco a mi tostada y me levanto de la mesa bebiendo lo restante de mi batido. Voy al lavado y lavo mis platos.

–¿Qué le paso? –pregunta m hermano menor Carlos.

–Lo rechazaron –contesta mi hermano Henry.

–Ah, así –dice mi hermana María y me quedan mirando me molesta sus miradas entro al baño a cepillarme los dientes y voy molesto a mi cuarto y escucho como se ríen. Este es uno de los motivos por los cuales soy antisocial.

No quiero estar aquí solo para escuchar sus burlas salgo de casa. Miro la hora y son las 08:42am dentro de poco ella celebrara su Noviciado. Estoy destrozado. Debo hacer algo. Pero ¿Qué? Camino escuchando música como siempre a ver si me distraigo y dejo de pensar en este día.

Me es imposible. Tomo el camino directo a la Iglesia Franciscana, pero tomo la otra calle que me deja al otro lado de la colina. Llego y subo las escaleras en cada paso que doy mi cuerpo entero tiembla.

Me detengo en el estacionamiento frente la Iglesia y ya no soy capaz de dar otro paso. Quiero entrar dentro, tomarla de la mano e irme lejos con ella. Pero soy incapaz de mover estoy a tan solo treinta metros y no puedo moverme.

¿Cómo moverme?

¿Cómo hacer que ella me elija a mí?

Cuando mi rival es Él. Cuando mi rival es Dios. Es prácticamente una batalla perdida, no puedo vencer a Dios. Siento frustración, impotencia aprieto mis manos fuertemente, pero soy un cobarde incapaz de luchar por la mujer ama –chakc –doy un fuerte golpe al poste de luz. Avergonzado por mi cobardía.

Pero quien ha podido vencer a Dios díganme. ¿Quién?

Estoy rezando desesperadamente para que ella salga por esa puerta diciendo que me elije a mí, pero mis rezos no son escuchados.

Me siento en el muro tras de mí y escucho los aplausos fuertes provenir del interior de la Iglesia. Se ha unido a Dios. La perdí.

Y lo único que tengo de ella es nuestra promesa y el suave tacto de sus labios en mi mejilla.

Las Novicias nuevas empiezan a salir junto a sus familiares, estoy a la espera que ella salga por esa puerta y no la veo salir bajo la mirada al suelo. Me arrimo al Grand Vitara negro unos segundos y vuelvo la vista a la entrada de la Iglesia.

–Hump –mis ojos se abren con platos mi mandíbula cae no puedo creer que sea ella está más bella que antes, puedo ver como si una luz brotara de todo su cuerpo su sonrisa es radiante, esta con acompañada son sus padres y su hermano de quienes me ha hablado.

Solo verla me ha cautivado más que antes, me he enamorado más. Sonrió.

Mes facciones de relajan y comprendo algo. Tal vez si ella me hubiera elegido a mí no tendría esa gran sonrisa y esa luz brotando de todo su cuerpo.

Es algo que solo Dios podía lograrlo. Y tal vez sienta que perdí este día, pero también gane. Gane poder verla tan radiante y feliz. Salgo detrás del carro y la miro por última vez. Me acaba de notar. –Te amo –digo en un susurro y sé que ella lo escucho.

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La ceremonia fue hermosa no titubee ni un solo instante, pero sentí una pequeña aflicción en mi pecho por Daniel. Ayer me dijo que me amaba y me siento algo triste, pero hicimos la promesa de que en futuras vidas en otros mundos nos encontraríamos.




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