Naomi
Salgo corriendo del edificio, choco con una señora, pero luego de pedir disculpas sigo mi camino, no puedo llegar tarde, debo verle, quizás hoy sea la última vez que nos veamos aunque sinceramente espero que no, estoy feliz, pero a la vez demasiado triste, él es todo para mí, lo único bueno que he encontrado aquí, el único amigo, mi amigo, es mío y de nadie más. Me detengo a unos metros de distancia, ahí está de espaldas a mí y una pareja lo espera fuera de un auto, voltea y al verme sonríe ampliamente, corre hacia mí y con fuerza me envuelve en sus brazos, mis lágrimas salen sin poder detenerlas y no, no quiero dejar de abrazar al chico que me ha hecho reír, que me defiende y me cuida siempre.
—No llores Nomi —dice tomando mi rostro en sus manos —nos volveremos a ver
—Odio que me llames así —él ríe mientras yo sorbo por la nariz —estoy feliz por ti, al final sí que hallaste a una familia —agrego mirando a la pareja que le espera.
—Volveré a por ti —miro sus ojos —¿ok? Pienso volver Nomi, eres mía, yo soy tuyo, jamás te dejaré.
—¿Lo prometes Gael? —el chico de 12 años limpia mis lágrimas
—Lo prometo Naomi, te buscaré y estaremos juntos y nadie nos podrá separar —yo vuelvo a abrazarle, le llaman y él se separa de mí, besa mi mejilla y entonces lo veo caminar hacia el auto, yo sonrío, él prometió que volvería y sé que va a cumplir, mi chico siempre me cumple mis promesas y sé que volverá a por mí.
—Naomi debes entrar —la mujer agarra mi mano —Gael ya se ha ido, encontró a una familia y si te portaras bien tu también podrías hacerlo —yo bufo
—Me hubiera gustado ir con él —pateo una piedra con rabia
—Vamos niña, entremos, normal que nadie te quiera en su familia, eres una niña malcriada —me dice mientras caminamos dentro del orfanato, ella va sin soltar mi mano y casi arrastrando mis pies, Gael, espero que cumplas tu promesa, te estaré esperando.
15 años después:
Apresurada salgo del baño y mi mirada viaja por todo el lugar, ¿en dónde demonios están? Les dije que esperaran justo aquí y ya han desaparecido, comienzo a caminar buscándolos a ambos hasta que los veo, mi corazón se tranquiliza, ya que la preocupación se esfuma, bufo y apresurada voy hacia ellos, pero alguien choca contra mí derramando algo en mi blusa.
—¡Por Dios! Mire por donde va —le grito siguiendo mi camino sin siquiera mirarlo, ¿por qué tendrán que salir tantos idiotas a la calle? Miro mi blusa y resoplo, ahora sí que estoy hecha un desastre y al llegar a donde están los dos niños de cinco años me cruzo de brazos.
—Laia, Owen —me miran cuando menciono sus nombres y enarco una ceja al ver las paletas de helado que traen en las manos
—Mami —Laia rasca su cabeza
—Queríamos helado —comenta Owen como si nada
—Pudieron pedirlo, no venir a buscarlo sin mí, me han asustado, ya les he dicho, si les digo que no se muevan ustedes, pues no lo hacen —se miran entre ellos.
—Perdón mami —Laia baja la mirada, yo miro a Owen, mi pequeño sigue comiendo su helado como si nada, este es igual a su padre
—¿Owen? ¿Algo que decir?
—Bueno —se calla cuando anuncian nuestro vuelo, salvado por la campana, él sonríe y yo solo ruedo los ojos y tomo sus manos echando a andar.
Más de una vez he subido a un avión, pero nunca el miedo se me va y menos ahora que Laia está sentada en otro asiento lejos de mí, no puedo dormir, ya que no dejo de mirar hacia ella, pero esto es culpa de su padre, el infeliz no puede hacer nada bien, ni siquiera venir a buscarnos, ¿pero qué se puede esperar de un hombre que vive lejos de su familia y solo va a visitar a esta pocas veces en el mes? Tampoco le gusta traernos a casa de sus padres, creo que ahora solo lo hace por la boda de su hermana y porque sus padres insistieron y ese es mi mayor error, haberme casado con un hombre como él, pero pronto eso va a cambiar.
—Mami —miro a Owen —no tengas miedo, no va a caer —yo sonrío dándome cuenta de que tengo agarrada una de sus manos
—Pero puede caer —digo sin pensar.
—Descuida, yo cuido de ti —sonrío acariciando su cabello rubio como su padre, porque si, él los esconde, pero al menos Owen es su copia exacta, jamás debí decirle que estaba embarazada, otro error cometido, debí mudarme y nunca más verle, pero bueno, necesitaba el dinero, tampoco nunca debí irme a la cama con un desconocido, pero había bebido, puedo jurar casi que estaba drogada y en fin, la tentación también es demasiado fuerte, ojalá Thomas no tuviera el cuerpo que tiene o esos ojos verdes que te desnudan con la mirada o ese cuerpo que se carga que te invita a tocarlo, paso una mano por mi rostro, ¡maldición! Miro hacia mi hija y frunzo el ceño al verla hablar, luego miro hacia su acompañante, nuestras miradas se cruzan y sin saber por qué mi corazón comienza a acelerarse sin poder dejar de ver esos ojos grises que me recuerdan tanto al pasado.
★★★
Gael
Me remuevo incómodo en mi asiento sin poder dejar de mirar hacia ella, la misma con la que choqué y tiré mi bebida a su blusa, pero bueno, en realidad ella fue quien apresurada chocó conmigo, al verla no pude tan siquiera hablar y pedirle disculpas, ¿cómo hacerlo? Ahora vamos ambos en el mismo avión, con el mismo destino, menuda coincidencia y ya me imagino a donde va ella, al mismo sitio que yo, ¿pero por qué tiene que ir cuando nunca va?
—Deja de mirarla —esa vocecita me hace mirar hacia mi lado a la niña que va muy tranquila en su asiento, yo sonrío mirando sus ojos verdes.
—¿Por qué?
—Te golpearé —dice como si nada —es mi mamá
—Es muy linda tu mamá —sus ojos se entrecierran dejándome claro que se ha enfadado
—Está casada —gruñe —con mi papá —no me lo recuerdes joder, yo dejo de mirar a la niña.
—Aun así es linda —miro hacia ella —y lo lindo se observa —en ese mismo momento ella mira hacia donde estoy, nuestras miradas se encuentran y a pesar de los años mi corazón comienza a golpear con furia en mi pecho, ¡maldición! No Gael, no, dejo de mirarla rápido, solo espero no verla mucho y que no se quede en el mismo sitio que yo.