Promesa de niños

Capítulo: 3

Gael

La noche cae y salgo fuera de la casa, todo el día he intentado evitarla, no verla, no hablarle, no toparme con ella y lo he conseguido, ¿el problema? Mi habitación queda al frente de la de mi hermano, en donde sé que ella estará durmiendo, aprieto el vaso en mi mano con rabia, he estado años evitando esto, años que pasé lejos para no verla ni por casualidad y ahora debo estar un mes en esta casa bajo el mismo techo que ella porque a mi hermana se le ocurrió la brillante idea de cambiar la fecha de su boda y nos avisó justo hoy, bebo un trago sintiendo como el alcohol baja por mi garganta quemando todo a su paso, no soy mucho de tomar, pero ahora necesito hacerlo para poder irme a dormir y necesito matar tiempo para entrar bien tarde a la casa y así no verla de casualidad.

—¿Qué te parece mi esposa? —la voz de Thomas me hace apretar más fuerte el maldito vaso con ganas de romper este

—Ya me has contado de ella —me encojo de hombros —y ya había visto fotos, ¿qué quieres que te diga? —él se detiene a mi lado.

—No es lo mismo verla en persona Gael, así de cerca —ríe —¿verdad que es bella? No mentía ¿cierto? 

—Sí, lo es —mi respuesta es simple

—La amo —menciona dándome una puñalada en el pecho —la amo tanto y a mis hijos también, somos felices ¿sabes? Ella también me ama mucho —aprieto con fuerza mis dientes

—Se nota —sonrío un poco

—Ahora está durmiendo, digamos que —él ríe —nos echábamos mucho de menos y no pudimos resistirnos —la sola imagen de ellos juntos me causa ganas de vomitar —creo que ya me iré también a dormir con ella, dice que no duerme si no la abrazo —él ríe y respiro hondo.

—Entonces vuelve con tu esposa hermano

—Vivirá aquí conmigo, se lo propuse y aceptó feliz —Thomas pone una mano en mi hombro —mi familia a partir de ahora estará siempre a mi lado Gael.

—Eso es magnífico

—Así es —sonríe —pero es una pena que tú vivas tan lejos.

—Tengo mi vida allá Thomas, mi casa, mi trabajo, todo —él asiente.

—Bien, volveré a la cama con mi amada —me sonríe por última vez y lo veo alejarse hacia la casa, cuando entra, lanzo el vaso contra una piedra rompiendo este, ¡maldición! Vivirán juntos aquí, tendré que verla siempre que visite a mis padres ¿pero por qué? ¿Por qué ahora Thomas decide eso? Tomo mi teléfono cuando suena y al ver quién es lo guardo sin responder la llamada, ahora mismo no puedo hablar con ella, siempre sabe cuando estoy mal y aunque sé que debe de estar preocupada si le hablo solo me quitaré el enfado con ella y no puedo hacerle eso a alguien que ha estado a mi lado desde hace años.

Cuando el reloj marca las 12 entro a la casa, estoy seguro de que a esta hora no hay nadie despierto, camino hacia la cocina sintiendo sed, pero ver las luces en esta encendidas me ponen en alerta, muy despacio entro a ella, tengo demasiada mala suerte al parecer, Naomi está de espaldas a mí en ropa de dormir, ¿se puede amar a alguien desde niño? Yo a ella si y verla aquí, con esa ropa que no deja mucho a la imaginación me queda también claro que la deseo, ella voltea y al verme el vaso que tenía en sus manos cae al suelo haciéndose añicos, ambos nos quedamos mirando en completo silencio hasta que me animo a hablar.

—Perdón por asustarte —digo caminando hacia el vaso roto, me agacho y comienzo a recoger los vidrios, ella hace lo mismo rápido —ten cuidado —no termino la frase cuando se queja por haberse cortado.

—Mierda —sonrío cuando habla y tiro lo que tenía en mis manos a la basura.

—Déjame verlo —sin pensarlo tomo su mano, me estremezco por completo con su toque, calma Gael, solo actúa normal y listo.

—No es nada —musita mirando la sangre que sale de la herida en su dedo.

—Siéntate, vamos a curar eso —voy hacia el botiquín y luego vuelvo a ella que se ha sentado como pedí, arrastro una silla hasta dejarla en frente y me siento, tomo su mano y comienzo a limpiar la herida, no es grande, pero es un poco profunda.

—¿Sabes lo que haces? —cuestiona dejándome claro que Thomas no le habla de mí

—Soy médico —la miro cometiendo un error porque quedo perdido en sus ojos azules, ella sonríe un poco.

—No sabía, Thomas no habla mucho de su familia —asiento volviendo a lo que debo hacer, pero tardando demasiado, cosa que no debería —Así que Gael ¿no? —asiento sin mirarla, ¿le dirá algo mi nombre o me habrá olvidado por completo? —tuve un amigo que se llamaba así —maldigo en mi interior, sí que me recuerda, mis ojos chocan con los suyos.

—¿Tuve? Es pasado, ¿qué paso con él? —¿Por qué pregunto? Ni yo mismo sé, solo quiero seguir hablando con ella, conocerla.

—Tenía 10 cuando nos separamos —comenta sonriendo —en realidad ha sido el único amigo qué he tenido, pero lo adoptaron y bueno, nuestros caminos se separaron.

—¿Lo adoptaron? 

—Vivíamos en un orfanato —la miro haciéndome el sorprendido

—¿Y? ¿Te adoptaron también a ti? —quiero saber de ella, saber qué ha pasado en su vida en estos quince años, la chica sonríe triste mientras niega, cosa que solo me deja claro que su vida no ha estado tan bien como la mía, y eso me hace sentir horrible.

—Salí de este cuando tenía 18, bueno —sonríe —me expulsaron de él, ya era muy grande —hace una mueca con sus labios —no tuve suerte, nunca ninguna familia me quiso, decían que era muy mala —¿mala? Yo rio, sí, era una niña extrovertida a la que le gustaba mucho hacer maldades y buscar pelea, pero en realidad tenía un corazón de oro.

—¿Y eras mala? —pregunto, ya no curo su herida, ya su dedo está vendado, pero me es imposible soltar su mano y dejar de acariciar esta, no puedo dejar de mirar sus ojos ni dejar de escuchar su voz.

—Era la peor —yo niego con lentitud ante sus palabras y abro la boca para hablar.

—¿Naomi? —la voz de Thomas llega hasta nosotros y antes de que este entre a la cocina ella ya está de pie alejada de mí, yo lo miro a él que me está mirando enfadado y luego la miro a ella, tiene miedo, eso es claro pero ¿por qué? 




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