Gael
Camino por la empresa de mi padre mirando todo a mi alrededor y saludando a los que se cruzan en mi camino, hacía años que no estaba por aquí, sé que ahora Thomas se encarga de casi todo lo que sucede aquí, está en buenas manos y eso me hace sentir bien, desde pequeño tenía claro lo que quería ser, aunque mi padre quería que siguiera su camino y me hiciera cargo de sus negocios, admito que a veces esa idea se pasaba por mi cabeza, pero sabía que Thomas quería esto más que yo, veía como se esforzaba y ayudaba a mi padre, no era justo que alguien que había aparecido de la nada en su familia le quitara lo que el tanto quería, por esa razón, en contra de mi padre comencé a estudiar medicina, no me arrepiento, me va bastante bien y amo lo que hago, doy dos suaves toques a la puerta de la oficina de Thomas, pero nadie responde, la puerta se abre y entro viendo en ella a los dos pequeños que juegan sentados en el suelo, pero no sonríen y parecen cansados.
—¿Qué hacen? —Laia levanta la mirada y me mira
—Jugando
—¿De verdad? —me acerco a ellos alzando una ceja —hasta donde tengo entendido cuando uno juega está feliz
—No queremos estar aquí, papá nos trajo pero no nos gusta
—¿A ti tampoco Owen? —miro a este que niega sin mirarme
—Quiero ser médico —dice dando un suspiro, sonrío
—Y yo maestra —comenta Laia mirándome —pero papá dice que cuando seamos grandes debemos ser como él y trabajar aquí
—Mi padre también quería lo mismo, pero decidí seguir mis sueños —tomo el auto con el que Owen jugaba, el niño me mira —ahora soy médico —le guiño un ojo y él sonríe
—¿Y no te castigó tu papá? —miro a Laia
—No, porque todos podemos elegir qué estudiar y que ser Laia, nadie puede obligarte a estudiar algo que no te gusta —su sonrisa aumenta.
—¿Gael? —miro hacia la puerta al escuchar mi nombre
—Julio —sonrío yendo hacia él, un gran amigo que trabaja aquí desde hace años, me abraza riendo
—Cuanto tiempo campeón —él se separa de mí sin dejar su sonrisa —dime que vuelves para quedarte
—No, solo hasta la boda de Fernanda
—Pensé que te quedarías más tiempo para estar con tu padre —comenta pensativo y lo miro confundido
—¿Por qué lo dices?
—Como está muy enfermo y eres médico —responde como si nada, yo miro hacia los niños que hablan entre ellos y salgo de la oficina cerrando la puerta
—¿Cómo que muy enfermo? —él me mira confundido —sé que a veces su presión es elevada pero
—Entonces no lo sabes
—¿Saber que Julio? —su mandíbula se tensa
—Joder, he metido la pata, discúlpame ¿vale?
—¿Qué tiene mi padre? —él respira hondo
—Lo que se es que su corazón no está nada bien Gael, por eso dejó la empresa por completo en manos de Thomas, ya no puede venir hasta acá ni ir a ver los cultivos, la última vez que vino hubo que llevarlo a un hospital, tenía falta de aire y su corazón latía con debilidad —paso una mano por mi cabeza y me alejo de él pasando por su lado, comienzo a recorrer la empresa buscando a Thomas hasta que encuentro a este hablando con una empleada.
—Thomas —me mira borrando su sonrisa
—Gael que haces aquí —la empleada se aleja y respiro hondo
—¿Por qué nadie me dijo que papá estaba muy enfermo? —él aprieta sus dientes —acabo de enterarme de que su corazón está muy mal Thomas
—Papá no quería decirte nada Gael, no quería preocuparte
—¿Cómo que no? —me altero hablando en voz alta —debía saberlo, dime que tiene
—No sé muy bien explicarte, todos los exámenes están en su despacho, lo único que se es que necesita un trasplante —siento miedo al escucharlo —pero según los médicos su cuerpo no resistirá una operación así Gael, eso es todo lo que sé, lo demás podrás verlo en los exámenes
—Debiste decirme —lo señalo con rabia, le doy la espalda sintiéndome mal, casi todo el tiempo he estado lejos sin saber sobre nada y siempre me decían que estaban bien, planeaba irme en un mes, pero ¿cómo voy a irme si está tan mal?
—Dicen que cada día que pasa y sigue vivo es un milagro Gael —lo miro, sus ojos están cargados de lágrimas al igual que los míos —no le digas que sabes, él no quería preocuparte y es mejor si cree que aún no sabes nada —paso las manos por mi rostro
—Maldita sea —me alejo de mi hermano caminando rápido hacia la salida, necesito ver ya esos exámenes que se ha hecho para conocer que tan malo es en realidad lo que tiene.
Examino cada cosa con sumo cuidado y entre más leo más me preocupo, todo es malo, la vista se me nubla leyendo todo, sabiendo que está muy mal y que es un milagro que su corazón aún no haya dejado de latir, cuando la puerta del despacho se abre miro hacia esta.
—Ya lo sabes entonces —mi madre se acerca
—¿Por qué no decirme nada?
—No queríamos preocuparte
—¿Acaso no soy como un hijo para ustedes? —ella niega
—Eres nuestro hijo Gael
—¿Entonces por qué no decirme?
—Tienes tu vida en otro país, tu trabajo, una mujer, tu padre no quería que dejaras todo para venir hasta acá, sabía que si te decía eso harías
—No me importa nada de eso mamá —me acerco a ella viendo como sus lágrimas salen —y no me iré más de aquí, estaré con ustedes y buscaremos una solución
—Una operación es imposible
—No si comienza a cuidarse para que su cuerpo pueda resistir esta y eso hará
—Gael
—Quiero ahora estar solo —salgo del despacho caminando sin rumbo alguno hasta que me detengo frente a la puerta de ese sótano, entro sin pensar mucho encontrándome a Naomi ahí que no está pintando, pero frente a ella hay una botella de vino vacía y otra por la mitad, ella sostiene en sus manos una copa casi llena mientras mira la pared de enfrente, me acerco con cuidado.
—Piensas en ellos, ¿verdad? —me mira rápido —los gemelos
—Están con Thomas —gruñe dejando de mirarme y me siento a su lado