Promesas al Horizonte

Hermoso

Los días siguientes fueron un tormento para ambos.

El buscó hasta que sus piernas dejaron de responder.

Ella recorrió lugares guiada solo por una intuición que no sabía explicar.

Hasta que un recuerdo lo llevó de vuelta a la casa vieja.

La fachada estaba destruida, pero seguía ahí, como si esperara el regreso de dos almas extraviadas.

Maite se sentó en los escalones, mirando el cielo que ya no era el mismo que cuando eran niños. Sus manos se entrelazaron, temblorosas. No sabía si él vendría. No sabía si había sido real.

Pero se quedó.

Porque a veces el corazón sabe cosas que la mente se niega a aceptar.

Y entonces lo escuchó.

Un paso.

Luego otro.

Lorenzo apareció al final de la calle, respirando como si hubiera corrido toda su vida hasta llegar ahí.

Cuando vio a su pequeña sentada en los escalones, el mundo entero se silenció.

—Llegaste tarde —dijo Maite, sonriendo entre lágrimas.

Enzo rió, una risa rota por el cansancio y el alivio.

—Te busqué desde que era un niño, ¿qué más quieres? —respondió, acercándose.

Ella bajó la mirada.

—Pensé que ya no me recordabas…

Él se agachó frente a ella, sosteniendo el rostro con cuidado, como si temiera que se deshiciera con el tacto.

—No hay día en que no te haya buscado —dijo—.

Eres lo único que me hacía seguir.

Mi hogar desapareció contigo

Sus ojos se llenaron de lágrimas al escuchar aquello.

Las dejó caer, sin esconderse esta vez.

—Yo también te busqué… aunque no sabía cómo… —susurró.

Lorenzo sacó del bolsillo la foto arrugada.

Maite la tomó como si fuera sagrada.

—Aún la tienes… —dijo, con la voz quebrada.

—Siempre —respondió—.

Porque todo lo que fuimos, todo lo que rompí, lo que perdí, lo que añoré… todo fue hermoso, incluso cuando dolió.

Ella apoyó su frente en la de él, cerrando los ojos.

El viento sopló suave, llevando lejos los años perdidos.

Lorenzo susurró:

Si volviera atrás… elegiría encontrarte una y otra vez.

Porque incluso en mis noches más oscuras, tú seguías siendo lo más hermoso.

Maite sonrió, temblando.

—Entonces quédate…

Quédate esta vez.

—No pienso irme nunca más —respondió El.

Y en esa casa que los vio crecer, entre ruinas y memorias, dos vidas quebradas encontraron el camino de regreso.

No necesitaban más.

Porque incluso después de todo…

lo suyo seguía siendo Hermoso….




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.