Promesas bajo la luna

Capítulo 2

Estamos a pocos minutos de salir a almorzar, y sinceramente, ya quiero que sean las 3 para irme a casa. Tocan el timbre, y todos salen para la cafetería. Recojo mis cosas y veo que Celeste me está esperando en la puerta.

—Vamos, Amaris y Lía nos están esperando —me toma de la mano y nos dirigimos a la cafetería.

Entramos, y ahí están mis otras mejores amigas. Amaris al parecer está discutiendo sobre algo que me imagino que es algún chico, mientras que Lía finge que lee un libro solo para intentar que Amaris se calle.

Amaris es pelirroja y de ojos verdes. Es el tipo ideal de muchos, sin embargo, no ha tenido mucha suerte, ya que se encariña muy rápido y los idiotas solo juegan con ella. Tiene un corazón muy noble, el cual necesita atención para sentirse completa.

Por el contrario, Lía es pelinegra y de una piel muy pálida. Sus ojos son rasgados y de color miel. Tiene unos labios rojos al natural. Es la más seria del grupo y, por fortuna, si podríamos decir así, es la única que no tiene problemas económicos de las 3.

—¡Zahomy! —grita la pelirroja, Lía y yo saltamos sorprendidas—. A que no adivinas qué me pasó.

—A que sí lo hago —me siento a su lado y me dispongo a escucharla.

—Ayer fui a la cafetería de los padres de Celeste, ¿y adivina quién estaba ahí?

—Alex —susurro y luego suspiro. Alex es un chico con el que estaba saliendo. Todas sabíamos que era un idiota, pero Amaris se fija más en el físico que en la personalidad. Si le dice "soy Batman", ella les cree.

—¡Alex! —Lía y yo la callamos inmediatamente, mientras que todo el mundo nos mira raro—. Lo siento, el maldito de Alex estaba en una cita con otra chica que no tengo ni idea de quién es.

—¿Cómo sabes que era una cita? —pregunta Celeste mientras saca un montón de lana para tejer.

—Si, ¿cómo sabes que era una cita? Tal vez era su prima —añade Lía.

—¿Cómo vas a besar a tu prima? —dice la pelirroja enojada.

—Uno nunca sabe, casos se han visto —digo, y todas nos reímos. Amaris me pega en el brazo y me mira enojada.

—Estoy hablando en serio, pero juro que me vengaré.

—Aja —decimos al unísono Celeste, Lía y yo.

Al pasar unos minutos, las chicas van por sus almuerzos mientras yo me quedo a revisar un trabajo que nos dejaron de matemáticas. Tengo hambre, pero no traje dinero; lo que tenía se lo di a Allison para que comiera algo después de la escuela. Veo cómo las chicas se acercan y Amaris pone una bandeja frente a mí. La miro confundida.

—Y no me mires con esos ojos, Zahomy —dice Amaris sentándose a mi lado.

—Solo preocúpate por comer bien, ¿sí? —habla Celeste mientras se lleva una cucharada de pudín a la boca.

—Ellas tienen razón, te esfuerzas demasiado y descuidas tu salud, Zam, y eso no está bien. Puede llegar a ser grave más adelante, solo por no comer. Todas reunimos dinero para comprarte tu almuerzo, así que, por favor, come bien —las palabras de Lía me hicieron querer llorar. Se me olvidó decirles que Lía es la mamá y psicóloga del grupo.

—Gracias, chicas. De verdad, no estaría viva si no fuera por ustedes.

—Sí, sí, nosotras también te queremos. Ahora come que se enfría —indica Amaris. Tomo la cuchara y comienzo a comer.

Somos un grupo de 4, nos conocimos en la primaria y desde entonces no nos hemos separado. Me alegro mucho de haberlas conocido. No era broma eso de "no estaría viva sin ustedes". Lía me salvó de ahogarme y luego me enseñó a nadar. Celeste les rogó a sus padres que le dieran trabajo a mi madre para poder comer, y de vez en cuando nos daban ropa y comida. Siento que con Amaris soy más cercana porque ella y sus padres nos salvaron varias veces de ese señor.

—Zam, ¿tienes algo que hacer después de clases? —salgo de mis pensamientos poniéndole atención a la pelirroja.

—Iré a casa a dormir un rato y luego al trabajo. ¿Por qué?

—Y me dicen que yo soy la olvidadiza —miro a Celeste confundida—. No está disponible, tiene una cita después de clases.

—¿Cómo que una cita, Evans? —pregunta Amaris con amenaza.

Se me había olvidado la tutoría.

—No es una cita de esas. El profesor Jamal me pidió que fuera tutora de un estudiante —termino y me levanto para irme, dado que tocaron el timbre. Además, no quiero que Amaris entre en su modo FBI y me pregunte hasta el tipo de sangre del chico.

—Uy, no, pobre, en vez de pasar el año va a pasar al psiquiátrico —dice Lía con gracia. La miro enojada y ella finge que no pasó nada. Me dirijo a la siguiente clase; solo nos quedan 2 horas para poder salir de un infierno para entrar en otro.

Toca el timbre y me dispongo a ir a la biblioteca. Si ese muchacho no está, le daré 3 minutos o me marcho. Llego y al parecer sí está. Me dirijo a la mesa en la que se encuentra el castaño, y él me sonríe.

Ya me cayó mal.

—Usted debe de ser Eithan —me siento al frente de él y saco el material que me dio el maestro.

—Mi nombre es Ihan.

—Sí, aja, suena igual. Ahora, dígame por qué materia quiere empezar.

—¿Estaría bien si empezamos por matemáticas? Es que es la materia que más se me... —lo interrumpo.

—Bien, la tutoría se acaba a las 4:30, así que ponga atención —él asiente, y comienzo a explicarle.

Por fortuna, ha entendido todo lo que le he explicado, o bueno, eso es lo que él dice. Yo cumplo con explicarle, pero si no me dice la verdad, ya no es mi culpa. Miro el reloj y falta 1 minuto para que se acabe la tutoría.

—¿Hay alguna pregunta? —lo miro seriamente.

—Mm, no.

—Mire, si tiene alguna duda, hable. Para eso estoy aquí, para ayudarlo. Y si me dice mentiras, será su problema si no pasa los exámenes —miro mi reloj, son las 4:30 en punto. Me levanto del asiento y lo miro fijamente—. Y bien.

—Entendí, pero hay algunas cosas que no logro comprender —me sonríe tímidamente.

—Nos vamos entendiendo. Haga los ejercicios que entienda y subraye con rojo lo que no. Mañana lo revisaré y buscaré otro método para explicarle.




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