Promesas bajo la luna

Capítulo 5

Ya es sábado por la mañana y estoy trabajando a medio tiempo en la cafetería de los padres de Celeste. Estoy preparando el café cuando escucho la campana, miro y son las chicas.

—Hola, preciosa —dice Amaris.

—Hola chicas, ¿qué las trae por aquí?

—Solo venimos a visitar a nuestra querida amiga —comenta Lía. Claramente quieren algo, la miro y ella sonríe.

—Queremos que vayas a una fiesta con nosotras esta noche.

—Y no aceptamos un no por respuesta —se acerca Celeste y me abraza—. Cariño, vamos, tienes que distraerte y salir de la rutina.

—Además, te mereces un descanso —se acerca Lía y también me abraza.

—Y solo trabajas medio día —Amaris hace lo mismo y me abrazan fuerte hasta el punto de no poder respirar.

—¿No se van a rendir verdad?

—No —responden al unísono.

Nos separamos y ellas se van a sentar a una mesa, las atiendo y luego sigo con mi trabajo. Me estoy preparando mentalmente para esta noche, la verdad no soy muy fan de las fiestas. Resulto muy cansada de trabajar, estudiar y vivir, que ni me dan ganas de salir a la esquina, pero conociéndolas harán hasta lo imposible para que vaya.

Termina mi turno y me dirijo a mi casa. Solo son 4 cuadras y llego rápido, toco la puerta y Cris me abre.

—Hola, ¿cómo te fue?

—Hoy estuvo tranquilo, pude descansar un poco —descargo la mochila en la mesa, miro a mi alrededor y no veo a Allison—. ¿Dónde está Ali?

—¡Bu! —salto sorprendida y ellos se empiezan a reír—. Hubieras visto tu cara.

—Parecías estreñida.

—Muy graciosos —tomo a mi hermana y le comienzo a hacer cosquillas, le digo algo al oído y corremos para alcanzar a Cris.

Después de un rato de juego, me siento en el comedor con Christopher mientras Allison ve televisión.

—¿Vas a ir a la fiesta?

—¿Y tú como sabes?

—Porque soy adivino y leo tus pensamientos.

—¿Eso no es ser psíquico?

— Ay, sí, ajá, ¿vas a ir o no?

—No lo sé, tengo que cuidar a Ali y mamá no sabe y —me interrumpe.

—Ya para con las excusas, tu hermano mayor ya se encargó de todo —lo miro confundida y él me explica—. Ya hablé con tu mamá y está de acuerdo en que salgas a divertirte, yo cuidaré a Ali esta noche y cuando ya se vayan a ir me llaman y yo las recojo.

—No debiste molestarte, Cris.

—Tranquila, tú solo disfruta, además, no será tan difícil cuidar de ella.

—Tienes razón, los dos parecen niños pequeños.

—¡Oye! —gritan ambos y me río, son muy parecidos.

Ya son las 7 y no sé qué ponerme, llevo más de 1 hora intentando elegir algo adecuado, mi última opción es llamar a las chicas. Tomo mi teléfono y llamo a Amaris.

—Hola, hermosa.

—Uno de dos, o no quieres ir o no sabes qué ponerte.

—La segunda.

—¡Ya vamos para allá! —grita Celeste—. Llegamos en 5 minutos, no te preocupes.

—Gracias.

Pasan 5 minutos y escucho el claxon, salgo de mi habitación y bajo las escaleras, escucho cómo las chicas ríen entusiasmadas.

—¿Lo vienen a ver a él o a mí?

—A él, claramente —dice Celeste.

Las saludo y luego nos dirigimos a mi habitación. Comienzan a rebuscar en mi armario algo de ropa decente mientras yo me recuesto en la cama viendo cómo mi habitación se convierte en un desastre.

—Después de varias horas —declara Amaris sonriendo ampliamente.

—Solo han pasado 10 minutos —digo.

—Como dije, después de varias horas te encontré algo decente —me muestra una camisa negra que jamás me he puesto y unos jeans sueltos.

—No me gusta esa camisa.

—Te vas a ver hermosa —me entrega la ropa y me dispongo a cambiarme en el baño.

La camisa es algo apretada, sin embargo, me gusta cómo se ve con los jeans y realza mi figura. Apenas entro a la habitación, las tres se levantan rápidamente y comienzan a hacerme cumplidos.

—Gracias, pero es suficiente.

—Nunca es suficiente cuando se trata de ti —Amaris me guiña un ojo y le sale tan natural; yo lo intento y parece que me está dando un paro cardiaco.

—Bueno, ya vámonos o llegaremos tarde —dice Lía poniéndose de pie.

—Cariño, la fiesta empieza a las 9.

—Corrección, vamos que llegaremos tarde a comer. Mi padre hizo kimchi y dijo que las invitará a comer.

—Lo hubieras dicho antes, vamos, no lo hagamos esperar —tomo mis cosas y rápidamente me dirijo a la salida.

—¿Y Zam? —pregunta Chris mirándome fijamente con una sonrisa, luego finge sorpresa—. Oh, lo siento, no te reconocí.

—Ja, ja, ja, muy gracioso.

—Ay, qué amargada, no te aguantas ni un chiste. Bueno, chicas, que disfruten y me llaman para ir a recogerlas.

—Muchas gracias, Christopher, eres muy amable —Celeste le da un gran abrazo y nos despedimos de él.

Llegamos a la casa de Lía y comimos junto al señor Kang, quien cocina increíble. Antes de mudarse aquí, él y su esposa tenían un restaurante muy famoso en Busan, pero luego de la muerte de la señora Kang, decidió mudarse y crear una cadena de hoteles en la cual no le ha ido nada mal.

Ya estamos en el taxi para irnos a la fiesta. Siento como mi estómago se retuerce; ya me está dando ansiedad y ni siquiera hemos llegado. Después de unos 15 minutos nos estacionamos frente a una casa; me imagino que es aquí porque se escucha la música muy fuerte.

—¿Lista? —pregunta Amaris. Niego con la cabeza y entramos.

Han pasado 2 horas y solo me la he pasado bailando y bebiendo jugo de lulo. Sinceramente, ya me quiero ir; la gente me abruma y mi batería social ya se está acabando. Decido salir a tomar algo de aire, no sin antes avisarles a las chicas, porque si no me ven son capaces de acabar la fiesta solo por encontrarme.

La casa está ubicada en los campos verdes, así que por obvias razones hay muchos jardines. Voy caminando admirando la hermosa luna llena cuando alguien me habla. Volteo y ¿a qué no adivinan quién es?

—Hola, señorita Zahomy —le sonrío rápidamente y me doy la vuelta—. ¿Por qué me ignora?, ¿hice algo malo?




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