Han pasado dos semanas desde que vi a Marcos por última vez. Estaba en uno de los puestos de comida con sus amigos. Después de lo que pasó, Ihan me llevó a casa y se quedó conmigo hasta que mamá llegó con Ali. No preguntó nada, solo me abrazó mientras me quedaba dormida. Desde entonces, todo ha transcurrido bastante tranquilo y eso me tiene inquieta.
Hoy tengo una cita con Ihan. Últimamente he sentido que él me transmite una paz profunda; estar a su lado me hace sentir segura.
Me dirijo al teatro donde Ihan está practicando su obra. Abro la puerta y ahí está, hablando con el profesor mientras mantiene una cara seria. Desvía su mirada y al verme, puedo observar cómo su expresión se suaviza. Termina de hablar y corre en mi dirección.
—Hola, Zam, ¿vamos? —asiento y salimos del lugar. Me subo al auto y nos marchamos.
—¿A dónde vamos? —pregunto.
—Es una sorpresa.
Después de unos minutos, llegamos a un restaurante chino. Salimos del auto y al entrar, el lugar se ve bastante grande y bonito, con decoraciones orientales que le dan un toque especial.
—Hace unos días me dijiste que tenías antojo de comida china, así que aquí estamos —señala con su brazo el restaurante.
Suelto una carcajada y me pongo de puntillas para darle un beso en la mejilla.
Comimos chow mein y luego fuimos a un lugar de batidos, que por cierto estaban deliciosos. Ihan me dijo que le lleváramos uno a Ali, la niñera y a mi madre.
Estamos llegando a casa cuando me percato de que hay una ambulancia afuera. Apenas se estaciona, salgo del auto rápidamente. Entro y mis ojos se llenan de lágrimas al ver cómo bajan a mi hermana en una camilla. Siento un nudo en la garganta y trato de respirar profundamente para mantener la calma, aunque el dolor y la preocupación amenazan con abrumarme.
—Allison… ¿Qué pasó? —le pregunto a la niñera al verla.
—Zahomy, yo… yo hice lo que me dijiste. Apenas el hombre intentó entrar, tomé a la niña y nos encerramos en el cuarto. Cuando llamé a la policía, vi a Allison en el piso sin responder. La policía llegó y lo están buscando por la calle. Lo siento —lo único que hago es mirar a mi hermana y sentirme culpable por haberla dejado sola.
—¿Usted va a ir con la niña? —pregunta el paramédico.
—Sube, yo iré detrás de ustedes —dice Ihan. Me subo rápidamente y con el corazón en un puño, sostengo su mano mientras nos dirigimos al hospital.
Al llegar, me quedo en la sala de espera mientras se la llevan. Apenas desaparece por los pasillos, me desplomo en el suelo. Miro al vacío, sintiendo como si cientos de hormigas me carcomieran por dentro. No sé en qué momento pasó, pero ahora estoy sentada en una silla, recostada en el pecho de Ihan.
Solo espero, tan vacía que ni siquiera puedo llorar. Me separo, mis manos temblorosas buscan el teléfono y lo llamo.
(—Hola, princesa.)
—Cris… —el nudo en mi garganta es tan fuerte que apenas puedo hablar. Me sostengo la cabeza con una mano mientras la otra, con el teléfono, cuelga inútilmente a mi lado.
Ihan toma el teléfono y habla con una voz tensa.
—Hola, Christopher, soy Ihan. Estamos en el hospital donde trabaja la mamá de Zam —hace una pausa, la tensión en el aire es palpable—. Estamos esperando, la señora Melanie está en una cirugía crucial y no puede salir por falta de personal.
Mamá está ocupada.
Cada segundo parece una eternidad. Finalmente, escucho la voz de Cris y mi corazón late con fuerza. Lo veo acercarse y corro a sus brazos.
Me derrumbo en su pecho, las lágrimas brotan sin control.
—Esto es culpa mía, la dejé sola —digo entre sollozos, sintiendo un peso insoportable sobre mis hombros—. Si algo le pasa, nunca me lo perdonaré. Lo siento tanto.
Cris me sujeta con fuerza, sus manos cálidas acarician mi cabeza.
—Tranquila, mi princesa, esto no es tu culpa. No te castigues así, Zam. No tienes por qué hacerlo. Todo estará bien. Estoy aquí y siempre lo estaré.
Su voz es un ancla en medio de mi tormento, y me aferro a sus palabras con desesperación, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en medio del abismo de miedo y culpa.
IHAN
Al verla abrazarlo con tanto fulgor, una oleada de celos y tristeza inundó mi corazón. Sé que lo considera como un hermano, pero no puedo evitar sentir una punzada de envidia al ver la profundidad de su conexión.
Después de un rato, sale una enfermera.
—Familiares de la paciente Allison Evans —nos levantamos rápidamente.
—Yo soy su hermana.
—Su hermana está bien. Solo experimentó un desmayo debido a la impresión que sufrió. Realizaremos más chequeos médicos para asegurarnos de que todo esté en orden.
Le damos las gracias y ella se va.
—Ves, te dije que todo estaría bien. Ahora tranquízate, te va a dar algo —Christopher la ayuda a sentarse y luego se acerca a mí—. Cuídala mientras voy por algo, ¿quieres café?
Asiento y él se va. Me siento a su lado.
—¿Estás mejor? —le pregunto.
—Sí, siento que se quitó un peso de encima. Gracias por acompañarme, de verdad lo aprecio, Ihan.
—Tranquila, Zam, siempre estaré en tus mejores y peores momentos —le sonrío y nos quedamos en silencio.
Mientras esperamos que Christopher llegue, decido confesar algo, pero tengo miedo de cómo va a reaccionar.
—Zam… tengo que decirte algo… De verdad lo lamento mucho, sé que no lo debí hacer sin tu permiso…
—Ihan, habla ya, me estás asustando.
—Es que… llamé a mi tía. Sé que es complicada tu situación y tal vez ella te pueda ayudar…
—Espera, espera, ¿qué quieres decir? —se levanta rápidamente y me mira enojada—. ¿Por qué la llamaste?
—Lo siento, pensé que ella podría ayudarles con su situación…
—¿Y cuál es mi situación? —me quedo helado, no sé cómo responder—. Ni siquiera tienes idea de lo que estoy pasando y te estás entrometiendo en lo que no te incumbe.
—Oye, yo solo quería ayudar, Zam. Sé que debí decirte antes, pero…
Editado: 15.01.2025