Después de lo que pasó ayer, no pude hablar con Ihan. Me sentía algo culpable, pero decidí que hoy lo haría en la escuela. Después de las primeras horas, me dirijo al casillero de Ihan. Lo veo llegar y abrirlo para poner sus cosas dentro. Estoy a punto de acercarme cuando alguien me habla.
—Zahomy, te estuve buscando. ¿Seguiremos con el plan? Ya hablé con el maestro y está totalmente de acuerdo. He adelantado algunas cosas de la preparación.
Empiezo a negar con la cabeza, pero no capta.
—No te preocupes, Ihan no tiene idea de lo que estamos haciendo.
Me doy una pequeña palmada en la frente. Maldito Noah, la próxima vez le voy a comprar unas gafas a tu cerebro, a ver si captas las indirectas.
—¿Qué es lo que están haciendo que no sé? —cierra la taquilla. Noah, al darse cuenta, abre los ojos y se tapa la boca con la mano, me mira y sale corriendo—. ¿Entonces tú me vas a decir, poupée?
Me doy la vuelta y veo cómo está recargado en la taquilla, con una mirada coqueta pero retadora. Ver su silueta grande y sexy hace que balbucee. A los segundos, salgo de la hipnosis y me aclaro la voz.
—Bueno, qué más da… hace unas semanas se me ocurrió una idea, así que se la comenté a las chicas. Sé que tu madre siempre va a tus obras, por lo cual se me ocurrió engañarla y hacer tu obra en otro lugar, para que puedas actuar a gusto y feliz… Lo siento —lo miro tímidamente, esperando su respuesta. Me toma del mentón y me da un tierno beso.
—¿No estás enojado?
—No, al contrario, amo tu inteligencia. Pero, ¿no es mucho trabajo?
—No, tú tranquilo, yo me encargo de todo —le doy un beso y comenzamos a caminar hacia las bancas de afuera. Decido preguntarle por fin—. ¿Estás bien?... ya sabes, por lo de tu madre.
Suspira y mira al cielo. Veo algo de tristeza en sus ojos.
—La verdad, estoy bien. Ayer pasamos la noche donde mi tía y hoy iremos a ver algunos departamentos. Me ha marcado muchas veces, pero simplemente no quiero hablar con ella. Es mi mamá y me quedo con lo bueno, aun así, sea muy poco. Pero estaré mejor sin ella en mi vida… disculpa por lo que tuviste que pasar, debió ser difícil.
—¿Bromeas? Estaba que me moría del susto pensando que me odiabas por separar a tu familia.
—Mi familia siempre ha tenido sus heridas, pero siento que ahora todo está cambiando, como si por fin estuviera escribiendo un nuevo capítulo. Mi relación con mi padre está mejorando, y después de cinco largos años volveré a abrazar a mi hermano. Estoy dedicándome a lo que realmente amo, y lo más hermoso de todo es que tengo a mi lado a una novia increíble, tan hermosa como inteligente, que siempre me apoya y me hace sentir amado.
Sonrío con tranquilidad. Es tan diferente amar y sentir que el otro se siente amado. Me llena de alegría saber que lo hago sentir amado. Le doy un beso en la mejilla y pongo mi cabeza en su brazo.
Hablamos un rato más y luego nos fuimos a clase. Quedamos en que la cena que su padre había comentado se haría la otra semana.
13 de septiembre.
Ihan nos recogió para llevarnos al apartamento. Insistimos en que no era necesario, pero ya saben, es terco. Vamos entrando a un edificio grande. Se estaciona y los cuatro salimos del auto, nos dirigimos al ascensor y Ihan marca el piso 9. Al llegar, entramos y me asombro de lo lindo que está. No es un lugar muy grande, pero se nota su estatus, ¿me entienden?
—Oh, bienvenidas —sale el padre de Ihan de la cocina, quitándose un delantal—. Sigan, pónganse cómodas mientras se termina de hacer la comida.
—¿Usted cocinó? —pregunta mi hermana con inocencia. Mamá se ríe nerviosa y mira a Allison, advirtiendo que cuide lo que dice.
Aaron se ríe y se pone a la altura de Ali. Ahora que lo pienso, Ihan se parece mucho a su padre; su risa es idéntica, y ya sé de dónde heredó la altura y lo dulce.
—Mucho gusto, pequeña, soy Aaron Miller, pero puedes decirme Ron —le da la mano.
—El gusto es mío, soy Allison Evans. ¡Hum, huele delicioso! —le dice emocionada. Se pone de pie y se presenta formalmente con mi madre.
Ya estamos sentados cenando. La comida está deliciosa; solo sé que es pollo y verduras, pero ¿cómo puede saber tan rico?
—¿Qué tal está la cena? —pregunta el pelinegro. Asentimos y él sonríe—. ¿A qué se dedica, señora Melanie? Si no le molesta.
—Oh, para nada. Soy enfermera en el hospital central.
—Qué interesante. Me imagino que debe ser un trabajo muy duro. ¿Qué la hizo dedicarse a eso?
—Cuando era adolescente, perdí a mi madre a causa de una enfermedad. Fue un momento desgarrador, pero lo que más me dolió fue saber que su muerte pudo haberse evitado con un mejor tratamiento en el hospital. Denunciamos lo sucedido, pero nuestras voces se perdieron en el silencio. En ese instante, entendí que no podía quedarme de brazos cruzados. Decidí convertirme en enfermera, no solo para honrar su memoria, sino para asegurarme de que ninguna otra familia pasara por el mismo dolor que nosotros. Quiero ser la luz en momentos oscuros, la esperanza para quienes más lo necesitan —mamá lo dice con una gran sonrisa.
—Qué increíble y admirable, de verdad. Me da esperanza en la humanidad. Personas como usted son las que necesitamos —mamá asiente en agradecimiento—. ¿Y tú, Zahomy, qué quieres estudiar? Mi hijo me dijo que eras muy inteligente y perseverante.
Miro a Ihan, quien está rojo y baja la cabeza con timidez.
—Seré fotógrafa —respondo con firmeza y decisión.
—¿En serio? ¿Por qué esa carrera?
—Amm… Cuando era pequeña, pasaba horas con mi abuela paterna, que adoraba las fotos. Su risa iluminaba la habitación, y yo me sentía afortunada de ser parte de su mundo. A medida que tomaba cada imagen, sentía que podía capturar la alegría que emanaba de ella. Recuerdo el brillo en sus ojos cuando me regaló mi primera cámara; ese momento fue mágico. Me animó a ver la belleza en cada rincón del mundo. Antes de que se fuera, me entregó su cámara, sus manos temblorosas y llenas de amor en la mía. "Captura todo lo que sea bello", me dijo, y esas palabras se grabaron en mi corazón. Aunque el tiempo haya cambiado tantas cosas a mi alrededor, cada fotografía que tomo es un refugio, un pedazo de su legado que sigue vivo. Prefiero inmortalizar la belleza en lugar de dejar que se desvanezca. A través del lente, guardo su risa, su amor y la esencia del mundo que ella me enseñó a apreciar.
Editado: 05.06.2025