—¡Mamá! ¡¿Dónde está mi teléfono?! —corro por la casa angustiada buscándolo.
—Lo tienes en la maleta.
Me detengo y reviso mi maleta. Me pego levemente en la cabeza. ¡Qué distraída!
—Ya, hija, tranquila, todo saldrá bien.
Me dejo caer en el sofá. Es 22 de enero de 2019, hoy me reuniré con el fotógrafo para mostrarle mi portafolio. Estoy que me muero de los nervios; me he esforzado mucho para que quede bien. Eso es lo importante, ¿no? Siento que mi estómago va a explotar y mis ganas de vomitar son impresionantes.
Escucho la puerta y doy un pequeño salto. Suspiro y abro.
—¿Lista? —Lía me da una sonrisa.
—Quiero vomitar —digo arrugando la cara.
—Oh —cambia de expresión al ver al señor Kang.
—Buenos días, señor Kang —doy una leve reverencia con la cabeza. Él sonríe.
Los invito a entrar a la casa y mi mamá les brinda jugo.
—¿Entonces estás muy nerviosa? —pregunta el señor Kang.
—Hoy le puso sal al café en vez de azúcar —todos se ríen mientras yo intento concentrarme en un punto fijo para no vomitar.
—Mira, traje esto —saca un frasco. No sé qué es porque todo está en coreano—. Es ginseng rojo, es muy bueno para el sistema inmunológico, el estrés y los nervios.
—Muchas gracias, señor Kang, ¿cuánto le debo? —se queja y me mira.
—Tómalo, es muy bueno, ¿cuándo se ha enfermado mi Lía?, nunca. Es muy bueno.
Conversamos un rato más y luego nos fuimos al restaurante donde me iba a ver con el señor. Respiro de nuevo y salgo del auto. Puedo ver a lo lejos a un señor bien vestido, me ve y me saluda sonriente.
—Buenos días, mucho gusto, Daniel Torres —estrecho su mano.
—El gusto es mío, me llamo Zahomy Evans —asiente y me indica que me siente.
Pedimos algo y comienza a hablar.
—Bueno, Zahomy, me contaron que te apasiona la fotografía y que quieres entrar al Visionary Institute of Photography.
—Sí, desde pequeña me ha gustado mucho la fotografía. No suelo hacerlo con cámaras actuales sino con más antiguas como la Sony Mavica o Rolleiflex, o algunas de estos años, pero con algún efecto. Me gusta mucho poder transmitir a través de las fotos; cada fotografía tiene su historia.
—Qué interesante, es fascinante escuchar que prefieres cámaras antiguas; es un enfoque que muestra un verdadero respeto por la historia y la esencia del arte fotográfico. La Sony Mavica y la Rolleiflex tienen una forma única de capturar texturas y detalles, y estoy seguro de que tu portafolio refleja esa visión tan auténtica. ¿Podría verlo? —asiento y lo saco de mi maleta, comienza a verlo. Qué ansiedad.
Después de unos minutos de angustia sin poder descifrar sus expresiones, por fin habla.
—Veo que te gusta experimentar con los ángulos; eso le da una perspectiva fresca y única a cada toma. Estas imágenes tienen una estructura visual interesante, como si cada ángulo estuviera pensado para guiar al espectador hacia un detalle en particular. Me impresiona cómo aprovechas la luz y las sombras —sonrío nerviosa—. Cada imagen en este portafolio tiene un carácter propio. Puedes notar que hay una historia detrás, y eso le da profundidad a tu trabajo. Tienes mucho talento, Zahomy, y una visión realmente prometedora.
—Muchas gracias, amo esto y le pongo mi alma —la alegría invade mi cuerpo. Voy a llorar.
—Qué buen trabajo, te irá muy bien en la universidad. Hay un profesor que se llama Thomas y estoy seguro de que serás su alumna favorita —mis ojos se abren, hay esperanza—. En estos días estaré algo ocupado y me vendría bien una ayuda, ¿te gustaría trabajar conmigo, Zahomy? Así te conozco más y podré hacer mejor la carta de recomendación, claro esta que te pagare, el trabajo no es gratis.
—Dios mío, muchas gracias, de verdad —no puedo evitar que una lágrima salga de felicidad.
—Con gusto. Puedo notar cuando alguien de verdad ama algo.
Seguimos hablando hasta terminar lo que pedimos. Me despido y me dirijo al auto; me han estado esperando desde que llegué. Me subo y me quedo seria.
—¿Y qué pasó? —la miro con tristeza para luego cambiar la expresión a una de felicidad.
—¡Le gustó mi trabajo y me invitó a trabajar con él! —comenzamos a gritar y juguetear mientras el señor Kang se ríe y celebra con nosotras.
Al llegar a casa veo a Ihan y a Cris en la entrada. Los saludo estirando los brazos. Cris camina rápido hacia mí e Ihan lo sigue; parece que es una competencia de quién llega primero. Cris acelera el paso y quita a Ihan, me abraza dándome una vuelta.
—Felicidades, princesa, sabía que lo lograrías —lo abrazo y miro a Ihan, quien me ve con cara de cachorro abandonado. Me separo y voy a los brazos de Ihan, quien me abraza con fuerza y me da un beso en la frente.
—Estoy muy orgulloso de ti, Poupée —le doy un beso y entramos a la casa.
Ya es de noche y todos insistieron en hacer una cena de celebración. Mamá pidió permiso y salió temprano. Estoy organizando la mesa mientras los hombres terminan de cocinar y, obvio, mi madre les ayuda. Donde lleguen a hacer algún desastre en su cocina, los echa de la casa.
Me detengo al escuchar las noticias, me dirijo a la sala y subo el volumen.
—Última hora, el empresario James Donovan ha sido declarado culpable de cargos de lavado de dinero y malversación de fondos, delitos que, según las investigaciones, habrían sido el origen de su fortuna. El tribunal ha dictado una sentencia de seis años de prisión, aunque el caso podría extenderse debido a la reciente apertura de una investigación adicional en su contra por el presunto asesinato de un trabajador. Las autoridades han confirmado que varios cómplices de Donovan han sido arrestados. Sin embargo, uno de los implicados permanece prófugo. Se trata de…
Al oír su nombre, el aire se vuelve denso, como si el peso de las palabras cayera sobre nosotros. Entonces, un sonido agudo atraviesa el silencio. Me giro y veo a mi madre con el rostro descompuesto, paralizada por la sorpresa y el dolor. Sus manos temblorosas ya no sostienen los vasos, que ahora yacen en el suelo hechos añicos. Las esquirlas de vidrio reflejan su mirada perdida, y en sus ojos veo el reflejo de algo que también se rompió dentro de ella.
Editado: 19.06.2025