Reparar lo que se rompe
(Ethan narrando)
Todavía puedo escuchar el eco de la confesión de Thiago en mi cabeza.
Sus palabras no fueron nuevas; lo que dolió fue la certeza que traían consigo. La certeza de que había sido engañado, manipulado… y de alguna forma, arrastrado a un juego que no pedí jugar.
Sentado en el borde de la cabaña, mirando la lluvia que finalmente se calmaba, sentí un torbellino en el pecho. Una mezcla de rabia, decepción, miedo y, sí… algo que no podía negar: tristeza. No por mí, sino por Alice. Por la forma en que todo esto la había afectado.
Nunca la había visto así antes. No la había visto quebrarse del todo. Y cuando lo hice, comprendí algo importante: el amor no siempre consiste en rescatar a alguien. No siempre se trata de arreglar lo que está roto. A veces, el amor consiste en estar ahí, sostener a la otra persona mientras se recompone, mientras se enfrenta a la tormenta que le pertenece.
Ese pensamiento me siguió todo el día. Cada paso que daba entre los árboles, cada mirada que lanzaba hacia la distancia, buscaba su silueta. Sabía que ella estaba caminando sola, tratando de procesar, de respirar, de encontrarse a sí misma en medio del caos que Thiago había dejado atrás.
No podía esperar más.
Me levanté, empapado por la llovizna, y comencé a caminar hacia el bosque donde había desaparecido. Cada árbol parecía mirarme, cada rama parecía señalarme el camino hacia ella. Cuando la encontré, estaba sentada en la tierra húmeda, abrazando las rodillas y dejando que la lluvia mezclara sus lágrimas. Su cabello pegado al rostro, su vestido empapado, pero sobre todo… esa expresión de cansancio absoluto en los ojos.
—Alice —susurré, acercándome con cautela—.
Ella levantó la mirada, y por un instante pensé que me rechazaría, que me diría que me fuera, que ya no podía confiar en nadie. Pero no lo hizo. Solo me observó, con esa mezcla de desconfianza y necesidad silenciosa que siempre había tenido.
Me arrodillé frente a ella, dejando que la distancia entre nosotros fuera mínima. No quise hablar, no quise justificarme, no quise explicaciones. Porque las palabras podían ser torpes, podían empeorar lo que ya estaba roto.
—No quiero que me arregles —dijo, casi como si leyera mis pensamientos—. Solo… no me dejes sola.
Mi corazón se rompió un poco más.
Porque entendí que eso era todo lo que ella necesitaba. Nada más. No rescate, no promesas imposibles, solo presencia. Solo compañía.
Me incliné lentamente, dejando que mis manos descansaran sobre sus hombros. Ella temblaba ligeramente, pero no me apartó. No dijo nada. Y no necesitaba palabras. A veces, el silencio dice más que cualquier confesión, más que cualquier disculpa.
La abracé.
No fue un abrazo de consuelo, ni de disculpa, ni de posesión. Fue un abrazo de presencia. De reconocimiento. De decirle sin palabras que estaba ahí, que no la juzgaba, que no necesitaba que se explicara. Que podía permitirse romperse, y aun así, alguien estaría a su lado.
Sentí su respiración mezclarse con la mía. Sus lágrimas empaparon mi camiseta, pero no me importó. Sentí su cuerpo temblar, y me aferré un poco más, como si pudiera absorber su dolor y mantenerlo bajo control, aunque sabía que no podía. No podía salvarla de nada que no quisiera salvarse por sí misma. Pero podía elegir estar presente mientras lo hacía.
“No quiero que me necesites. Quiero que me elijas, incluso cuando no me necesites.”
Pensé en todas las veces que había creído que el amor significaba ser el héroe, rescatar, solucionar todo. Pero Alice me estaba enseñando otra cosa: a veces, amar significa acompañar, caminar a la par, sostener sin presionar, sostener sin esperar gratitud inmediata.
Después de unos minutos que parecieron horas, sentí cómo sus manos se aferraban a mí con más fuerza. No dijo nada, pero no era necesario. Su abrazo decía todo: miedo, alivio, cansancio, necesidad de cercanía. Y yo entendí que también decía confianza. Confianza en que, por primera vez en mucho tiempo, no la juzgaría.
Nos separamos apenas un poco, y pude ver su rostro. Los ojos rojos, la piel mojada, la respiración agitada. Pero había algo más: una chispa de calma, de seguridad. Y me hizo sonreír, a pesar de todo.
—Ethan —dijo, con voz baja—. Gracias.
—Por qué —pregunté, aunque sabía la respuesta.
—Por estar aquí —dijo, y su mirada se clavó en la mía—. Por no pedirme que sea perfecta, por no pedirme que mienta… solo por estar.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, y negué con la cabeza, intentando contener la emoción. —No tienes que agradecerme —susurré—. Estoy aquí porque quiero. Porque te elijo, Alice. No por obligación, no por culpa, no porque estés rota. Sino porque quiero.
Ella respiró hondo, y por primera vez, me sentí completamente cerca de ella. No como novio, no como salvador, no como héroe. Solo como Ethan. Solo como alguien que la elige, incluso cuando no necesita que lo haga.
Nos quedamos así, abrazados bajo el cielo gris, dejando que el mundo desapareciera por un momento. No había campamento, no había fogatas, no había cabaña ni compañeros ni miradas curiosas. Solo nosotros, con todo el dolor, toda la verdad y toda la vulnerabilidad que habíamos acumulado durante semanas.
—¿Sabes? —dijo ella después de un largo silencio—. No quiero que esto cambie demasiado. No quiero que finjamos normalidad.
—No lo haremos —prometí—. No fingiremos nada que no sintamos.
Ella apoyó la cabeza en mi pecho, y pude sentir cómo su corazón latía rápido pero con menos miedo que antes. —Es extraño —dijo, con un hilo de voz—. Pero siento que puedo respirar otra vez.
—Yo también —susurré, acariciando su espalda con suavidad—. Y no importa lo que pase después. Esto, ahora, es lo que importa.
El resto del campamento pasó como un murmullo distante. Caminamos de regreso juntos, sin prisa, compartiendo pequeños momentos de risa y miradas silenciosas. Cada paso era una confirmación silenciosa de que habíamos aprendido algo importante: que el amor no siempre requiere rescate, que no siempre necesita palabras, que a veces consiste simplemente en sostener lo que se rompe hasta que pueda sostenerse por sí mismo.
#43 en Joven Adulto
#1470 en Novela romántica
#amor y desamor, #amor# pasion# desiciones, romance #superacion#autoestima
Editado: 06.10.2025