Prométeme

Capítulo 4

A los 7 años me caí de las escaleras por escuchar el carro de los helados, y como en mi hermosa mente infantil, me imaginaba que iba a una guerra, una donde el vencedor, obtenía primero su helado.

A los 8 años tuve mi primera mascota, una tortuga llamada Flipi, jugaba con ella en la piscina. Después a los 10 años, recuerdo la primera vez que canté en público, era en un baile de la escuela, estaba muy nerviosa, pero pude hacerlo sin tartamudear y me salió espectacular, a los 15 años recuerdo mi primer beso, fue con un compañero, estábamos jugando a la botella y él fue quien la hizo girar, Carlos era su nombre, y él fue (por decirlo así) mi primer novio, aunque no duró mucho, mi papá ya estaba empezando a sospechar, así que al mes terminamos.

A los 16 conocí a mi mejor amiga, Anna, una chica muy diferente a mí, pero la única que, si se ha podido considerar amiga, alguien que no ha hablado mal a mis espaldas, y alguien quien me apoya y me aconseja para que todo me vaya bien.

A los 18 recuerdo mi graduación y las hermosas palabras de mis padres, lo divertido del baile, y lo de Carlos, casi suspiro recordando todo de Carlos, aunque me esté engañando, se que en el fondo ese chico de ojos café y lentes negros y redondos, siempre tendrá un lugar en mi corazón, como el primero, y aunque no el ultimo si es especial.

Recuerdo todo lo referente a mi vida desde los 7 años, a los 6 años cuando vivíamos aquí en España nada viene a mi mente, aunque se me haga conocido, no puedo decir con exactitud que sea verdad, es como si nunca hubiera estado en España, todo se me hace nuevo e irreconocible, por mas que me digan las palabras " te acuerdas de…" no me acuerdo ni un cacahuate, y solo les respondo asintiendo con la cabeza.

Durante todos estos años mis padres me estuvieron educando de la mejor manera para que me comporte como una señorita, una dama de clase, una chica ejemplar, y todas las demás palabras que ellos me dijeron, pero que no me acuerdo, ¡ups.!

También durante todos estos años no han dejado de hablarme de los Vazquez, de como son, sus actividades favoritas, su pasado, su presente, pero como no son psíquicos, no me han hablado de su futuro, al menos no del señor y señora Vazquez.

En cuanto a Albert, (el dios griego que tendré de esposo) siempre me han dicho lo que es y será de él, prácticamente se todo de él, sus gustos, sus actividades favoritas, su comida favorita, los lugares donde acostumbra a ir, y la hora exacta con la que frecuenta esos lugares.

Pero, aunque eso suene como acosador, quiero recalcar que se todo eso porque mis padres me lo han dicho, y yo no les he preguntado, ellos solitos sueltan la sopa entera.

¿Qué culpa tengo yo? Exacto, ninguna.

En todas esas conversaciones con ellos, en la sala donde nos sentábamos en el grande sillón en forma de L, en ninguna de esas conversaciones apareció el nombre "Mateo".

Ni una sola vez, ni ese u otro nombre, razón por la cual pensé que Antonio y Victoria solo tenían un solo hijo. Pero véame aquí con toda la familia reunida, y cuando yo pensé que a la hora de que un García y un Vazquez se unieran, seriamos seis (contando los padres claro), pero resulta que no, resulta que seremos siete, resulta que tengo un cuñado, y no es niño, es un hombre, y no cualquier hombre, ¡ES UN HOMBRE MODELO!

Frunzo mi ceño mas de lo que es debido y de seguro que me saldrán las arrugas más rápido de lo que pensé, mientras lo miro noto su vestimenta, una camisa de mangas color negra y unos jeans gastados, mas unos zapatos deportivos, estilo simple pero encantador.

 — ¿Soy yo al que deberías ver?  — Alza una ceja y se cruza de brazos, me señala a su hermano

 — Claramente no — también me cruzo de brazos, y él empieza a fruncir su ceño, ¿Qué paso niño bonito? ¿No te esperabas esa?

Dirijo mi atención al señor Vazquez, y no puedo evitar preguntar, vamos no soy Gloria García sin mi curiosidad.

 — Antonio, perdona ¿Pero no tenias un solo hijo?  — él se desabrocha un botón de su saco despreocupado, y luego centra su mirada en mi papá. Tarda como un minuto para contestarme.

 — Gloria siempre he tenido dos hijos — me dice, como si decir aquello fuera algo obvio, como si yo fuera aquí una loca.

A veces tengo mis dudas... me interrumpe una vocecita en mi cabeza.

¿Y vos sos?

Tu conciencia

Ah ok, entonces serás quien me aconseje

Sip, te aconsejaré, te haré ver cuando algo está mal, te diré felicidades cuando hagas algo bien y digno de elogio, y te patearé el trasero con ponerme en tu contra y molestarte diciéndote lo que no quieres escuchar pero que es imposible no mencionarlo.

¿Todo eso viene en el paquete?

Si acostúmbrate

Bueno, pero ahora lárgate, no te necesito.

Volveré estupidaaaaaaaaaa.

Me giro a ver a mi papá y esta con una mirada inexplicable, no logro descifrar lo que significa esa mirada, (tampoco es que sea una experta leyendo miradas eh) tiene sus brazos cruzados y me mira atentamente.

Valeeeee tengo miedito.

Mamá también esta con los brazos cruzados y mirándome. Volteo a ver a los demás, ¡SANTACACHUCHA! Todos están mirándome y con los brazos cruzados.

¡No soy un alienígena!, ¿Por qué todos están así conmigo? Entiendo que por alguna extraña razón no me acordaba de Mateo, pero no es para tanto, ¿Verdad?, qué vergüenza me siento como si me hubieran agarrado infraganti con el novio.

Agacho mi cabeza y lo único que me pongo a ver son mis zapatos

Segundo momento incomodo del día, ¿O es el tercero?, sea cual sea mi carita de seguro ha de estar roja por todo esto.

Me siento inútil, como si fuera un caso perdido, o como si estuviera en juzgado y me estuvieran acusando de culpable, solo hace falta que me digan — "¡Que pase el desgraciado!" que me abran paso y que me dejen entrar.



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En el texto hay: obsesion, promesa, humor romance juvenil

Editado: 09.10.2021

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