¿Qué es lo que quiero?
Una pregunta que engloba muchas cosas, para rescatar oraciones, para realizar las acciones correctas o malas.
Para mí; una incógnita incompleta.
Y aunque la mayoría de las personas piensen que esta pregunta está bien así. Yo me siento de manera errónea al utilizarla. Para mí le hace falta una palabra, quizás solo una, pero, aunque parezca innecesaria, para mí hace una gran diferencia.
— ¿Qué es lo que realmente quiero? —
Me cuestiono esto todos los días.
Al despertar, al acostarme, incluso en el trayecto del día no se me puede salir de la cabeza esa pregunta. Quiero buscarle una respuesta, algo mínimo quizás. Si fuera así estaría conforme.
Pero me conozco, y sé que eso no me alcanzaría para estar satisfecha.
¿Alguien más ha estado en mi situación? ¿Alguien ya ha contestado aquella pregunta?
Quiero hacerlo.
Buscar no solo una, sino varias respuestas. Para cada situación, para cada persona. Al menos para mí.
Pero, en mi vida existe un gran "pero". Yo no he contestado esa pregunta, y como voy en caída por un barranco en donde mi opinión no importa, creo, y me resigno, a jamás contestarla.
Aunque eso para mí sea un delirio.
Todo a mi alrededor es blanco y bien limpio, con puros espejos de cuerpo completo, el ambiente está poseído por un aroma de puros perfumes Chanel, en realidad todo a mi alrededor grita lujos.
Me observo de nuevo en el espejo grande que está en frente mío.
El vestido es largo, lo suficiente para llegar a tapar los tacos de punta fina altos, es estilo sirena; al principio bien apegado a mi cuerpo y al final ancho como la cola de una sirena, esta lleno de encaje, y atrás tiene una abertura ovalada que muestra la mayoría de mi espalda, en mis pechos también tiene una abertura de forma corazón.
Este vestidos es uno de los más lujosos y caros de la tienda. Y eso que esta tienda es de las más caras. O como dice mi madre "una tienda digna para nosotras".
¡Que ridiculez! En todas las tiendas de ropa, obviamente hay ropa. No le veo la diferencia, pero claro, para ella, una tienda, es una tienda cuando vende solo ropa de diseñador. Mi madre y yo tenemos gustos muy diferentes, a ella le gusta todo lo lujoso y más caro, a mi me gusta todo lo que sea bonito. No es necesario que sea caro o barato. Sigue siendo ropa, ella lo sabe y aunque le guste una blusa, si ve que es barata se aguanta y no la compra.
No me gusta lo que es muy lujoso. Pero a ella sí. Y aunque estoy mordiéndome fuertemente la lengua para decir que no me gusta este vestido, o ir más allá y decirle que no me quiero casar. Solo callo, como la cobarde que soy, y dejo que ella decida por mí.
¿Qué es lo qué realmente quiero?
Sé lo que quiero, pero una cosa es querer y otra poder, y justo ahora, y después, aunque me muera de las ganas por decir lo que quiero, no puedo, y creo que no podré.
— Te ves hermosa — mi madre aplaude, yo solo la veo por el espejo.
— En definitiva, ese es el vestido para ti preciosa
— Gracias señora Vazquez — ella niega inmediatamente
— No hija, llámame Victoria — acto seguido me guiña un ojo.
A ambas las veo por el espejo, lucen contentas con esto. Suspiro, y les otorgo una muy grande sonrisa.
Mamá le entrega un vestido a una empleada, ni siquiera la mira a los ojos, solo tira el vestido y se retira junto con Victoria.
Ella no era así, recuerdo que de pequeña fue ella quien siempre me enseñó; que, a las personas, a cualquier persona siempre hay que tratarlas bien, no se sabe por lo que cada uno está pasando, y quizás nuestra actitud cambie un poco el día de aquella persona.
Fue ella, quien siempre me repetía con mucho cariño que tratara a las personas como si me tratara a mi misma.
Ella cambió.
— Discúlpala — le digo a la chica, es alguien un poco gordita y morenita, está apenada por lo que sucedió, cuando debería de ser mi madre la que este apenada de su actitud.
— No hay problema
— Claro que hay un problema — salgo del vestuario y voy hacia ella — así no se trata a las personas — la miro a los ojos, calculo que tiene como 18 años, creo — y vos sos una persona, mereces respeto, nunca olvides eso.
Ella me sonríe.
— Muchas gracias
Le regreso la sonrisa
— Muchas gracias a ti por soportar a mi madre.
Con eso ultimo salgo, en la pequeña sala de espera mi mamá y Victoria ya no están, ellas quedaron en ir a seguir con las compras, así que no me molesto en buscarlas, agarro las bolsas en donde hay puros productos y prendas muy caras, entre ellos mi vestido de novia.
[…]
Desde el día de la playa, mi residencia donde los Vazquez ha sido un poco más llevadera. A pesar de que evito las demostraciones de amor de Albert y las insistentes peticiones de la señora Victoria, que quiere que pase más tiempo con Albert.
No la odio, ni me cae mal, pero me gustaría que pare con lo que me pide. Es que ella está con que ¡Quiere que duerma con su hijo!
A ver, ella no sabe que no lo amo, ella cree que sí. Pero aun si fuera que sí, ¿Qué madre hace eso? Literal, me está mandando a la boca del lobo, y a mi no me gusta ver documentales de animal planet, así que ella está pidiendo demasiado, ¡¿Qué demasiado?!
¡Está pidiendo muchísimo!
Menos mal se ha entretenido arreglando con mi mamá todo lo referente a la boda, y es que no tengo cabeza — ni ganas — para eso.
Ya ha pasado un mes desde que llegué a España. Un mes desde el día de la playa. Un mes que he tenido una amistad con Mateo.
Ah, hablando de eso.
¿Cómo es Mateo Vazquez en una amistad?
Pues aquí les cuento, él es… UN AMIGO MEDIO MALO, ¿Por qué? No lo veo todos los días, cuando lo veo él hace como que no existo. Una vez él había llegado al medio día, y justo me lo encuentro al bajar las escaleras, lo saludé, y él, ¡Y ÉL! Hizo como que yo no estaba, claro como formo parte de la decoración, solo bufé molesta y me volví patitas para el cuarto.