Prométeme

Capítulo 12

Ya los profesores habían abandonado el aula de clases, y solo quedábamos en la sala 8 personas de entre 15 a 17 años de edad. Y Anna de 18 años. Estaba nerviosa, muy nerviosa, tanto que mi piel estaba de gallina, mi pulso era rápido, mi respiración entre cortada y estaba más helada que el mar donde el titanit se hundió.

Claro que, a pesar de estar así por dentro, por fuera yo parecía que era experta en estas cosas, sentada en el piso con los brazos cruzados y viendo como los demás se acercaban para hacer lo mismo que yo. No temblaba, aunque por dentro sentía que mis riñones estaban en pleno sismo. ¡¿Y como no estar en este estado?! Jamás en mis 15 añitos de estar respirando oxígeno, he hecho algo contra las reglas. Mis padres son muy estrictos en cuanto aquello, y me han educado para ser alguien ejemplar, así que estar aquí era dar un gran salto sobre todo lo que ellos me han enseñado desde que tengo uso de razón.

Aunque esto, a mi edad era algo normal.

 — ¿Estas bien?  — Anna estaba a mi lado mirándome un poco preocupada, ella es mi mejor amiga desde pequeña y a pesar de que es tres años mayor que yo y sus clases no son de aquí. Ha decidido venir a acompañarme.

 — Si, solo estoy un poco nerviosa — le susurré

 — La primera vez siempre es así, tranquila — agarró mi mano — yo estoy aquí.

Asentí agradecida.

A los pocos segundos ya estaban todos alrededor de mí, formamos un círculo y mi mejor amiga, que llevaba la botella en sus manos, puso al objeto en medio de todos.

 — ¿Listos para esto?

 — Si

Mis 8 compañeros gritaron eufóricos, yo solo me mordí el labio.

 — Veamos quienes serán los primeros

Entonces Anna empezó a hacer rodar la botella.

Sí, estábamos jugando a la botella, un juego muy común en mi edad, y la mayoría (de hecho, creo que todos los que están aquí) ya lo han jugado antes. Soy la única que recién va a jugar.

No les mentiré. Me encanta esta sensación de adrenalina recorrer por mi cuerpo, hacer algo que no me están obligando, algo por mi cuenta.

Fueron varias rondas y todavía no me tocaba a mí. Mientras esperaba, revisaba mi teléfono aburrida.

¡Vamos bendita botella, no me quites las ganas de seguir jugando!

Estaba observando fotos de varios instrumentos musicales, pues mi papá irá más tarde a comprarme uno, me llamó mucho la atención un piano clásico, aun estaba un poco indecisa en que instrumento aprender a tocar, pero este hermoso piano, me llamaba mucho la atención.

 — Gloria

Dirigí mi vista hacia Anna.

 — ¿Anna?

Su ojo hacia un raro movimiento, a ver ¿estaba con alguna basurita en el ojo o qué mismo?

 — ¿Qué te pasa?

 — Es tu turno

 — Mi turno… ¿de qué?

Puso los ojos en blanco, y me señaló lo obvio.

Ahh, se me había olvidado donde estoy, y con quienes estoy, y que es lo que estoy haciendo, y claramente, se me había olvidado el estar pendiente de la botella que justo ahora me estaba apuntando.

 — ¿Y con quien me toca?  — pregunte inocentemente, todos a mi alrededor empezaron a apuntar a Carlos.

 — Es todo tuyo preciosa — dijo un compañero cuyo nombre es Joel.

Observé a Carlo, un chico mayor que yo creo que por un año, aunque no lo se con exactitud pues no lo conozco muy bien.

Me acerqué a él, y por el camino volví a ver a Anna estaba muy atenta a mis movimientos y con una sonrisa pícara. Vale tiene que disimular un poco más ¿no?

Este era el momento en el que mis labios por primera vez iban a probar los de alguien más. Y yo estaba calmada (por fuera claro) porque por dentro, sentía que en cualquier momento tenían que llevarme a emergencia por el latir desenfrenado de mi corazón.

Mis rodillas chocaron con las suyas, y mis ojos al fin se armaron de valor y observaron los suyos, unos lindos ojos color café. Él era apuesto eso no lo negaba. Me acerqué más. Él se acercó más. Y en menos tiempo de lo que seguro fue mucho en mi cabeza, nuestro labios se encontraron, y muy despacio se conocieron.

Fue una sensación increíble, el sentir sus labios contra los míos, delicadamente moviéndose al compás de una canción imaginaria. Y cuando nos separamos nunca pensamos que llegaríamos a seguir conociéndonos. O mucho menos que seriamos novios. Peor aún que, estuviéramos dispuestos a hacer muchas locuras juntos.

La sensación era abrumadora, era como estar en el fondo del mar sin poder respirar, estar en medio de un terreno con puras minas, donde cada paso en falso solo significaba una cosa; avanzas o explotas.  Aunque sea yo la única con este arrebato de dudas ante mi fortalezas.

Un ambiente cálido, con música de salón, risas suaves retumban por todo el lugar, trajes de gala, peinados delicados pero elegantes, muchas personas están ajenas a lo que yo siento en este preciso momento.

Pero son conscientes del anuncio por el cual están reunidos esta noche.

A pesar de que hay bastantes personas en el lugar, yo tengo mi mirada centrada en una sola: Carlos. Todavía mi mente no procesaba que él estuviera aquí, en carne y hueso, no por medio de una pantalla.

Las cosas entre los dos terminaron bien, seguimos siendo amigos. Pero el simple hecho de que él sea el chico de mi primer beso, de mi primer novio. Hace que un pequeño escalofrió recorra por mi espalda. Veo como bebe tranquilo su copa de champaña, tiene puesto un traje azul oscuro con un corbatín. Su mirada está en todas partes, menos en la pared de vidrio azul. Donde detrás estoy yo, que lo miro como si fuera mi cantante favorito y me estuviera dedicando una canción. O sea, no puedo siquiera creer que lo que estoy viendo sea real.



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En el texto hay: obsesion, promesa, humor romance juvenil

Editado: 09.10.2021

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