Un grito sincronizado rompió el silencio del aula. "¡¡EH!!!" La voz de Mia emergió como un agudo violín, mientras la de Seok-woon sonó como un trueno grave. Él, con las venas marcándose en su cuello y los ojos inyectados de sangre; ella, con las mejillas teñidas de un carmesí que le subía hasta las orejas.
Adrian pivotó lentamente hacia ellos, una sonrisa de lince que se extendía gradualmente. "¿Algún problema, señorita Lee?" Su voz, sedosa como el whisky añejo, se clavó directamente en Mia.
—¡N-no! Ninguno", tartamudeó ella, los dedos aferrándose al borde de la mesa. "Solo... pensé que dejé la plancha encendida. Pero ya recordé que no." La excusa sonó tan falsa como monedas de chocolate.
El nuevo profesor recorrió el aula con mirada de halcón, desatando un torbellino de susurros entre las alumnas. Una valiente alzó la mano temblorosa.
—¿Preguntas?" Adrian inclinó la cabeza con elegancia de galán de cine.
—¿T-tienes novia?" La chica casi se atragantó con su propia audacia.
La sonrisa de Adrian iluminó el espacio como un reflector. —Actualmente no", respondió mientras sus ojos, imanes irresistibles, se posaban nuevamente en Mia. "Pero las circunstancias... podrían cambiar."
Mia sintió cómo la sangre le abandonaba el rostro para luego regresar con fuerza. Tragó saliva con un sonido audible que hizo que Yuna, un asientos más allá, arqueara una ceja intrigada.
Seok-woon no pudo contenerse más. "¿Y saldrías con una estudiante?" Su voz cortó el aire como cuchillo. "¿No viola eso las reglas?"
Adrian se aclaró la garganta teatralmente. "Verás..." Su dedo índice se alzó didáctico. "Normalmente sería inapropiado, pero..." Una pausa calculada, "las reglas no aplican igual para instructores extracurriculares como yo."
El zumbido de comentarios se intensificó hasta que otra voz femenina intervino: "¿Cuántos años tienes?"
—Veintiuno primaveras", respondió Adrian con un guiño.
—¿Y saldrías con menores?" insistió la interrogadora.
—Veo que la curiosidad supera al interés académico", desvió Adrian con destreza, golpeando ligeramente el escritorio. "Para contextualizar: exploraremos la belleza natural en excursiones -avisen a sus familias-", sus ojos brillaron peligrosamente, "y el arte del combate cuerpo a cuerpo. Para defensa, no provocación."
El timbre sonó como liberación. Mia aprovechó para escabullirse, pero no sin notar cómo Adrian interceptaba su huida.
—¿Lista para nuestras clases?" Su aliento caliente rozó su oreja.
—¿Se conocen?" Yuna apareció como fantasma, los ojos estrechados como un detective.
—Intimamente", soltó Adrian antes de que Mia pudiera responder. Ella huyó como liebre perseguida.
—¡Qué encantadora timidez!", comentó el profesor hacia la puerta vacía.
Seok-woon se interpuso, los puños temblando a los costados. —¿Viniste a enseñar o a cortejar estudiantes, profesor?"
Adrian fingió reflexionar. "Ah, cierto... olvidaba tu... ¿compromiso?" Cada sílaba, un dardo envenenado.
—¡No es nada mío!", rugió Seok-woon, haciendo temblar los vitrales.
—Entonces... " Adrian sonrió como gato con crema, "mi conciencia está limpia."
En el pasillo desierto, Mia aguardaba tras una columna. Adrian apareció con pasos sigilosos.
—¿Qué deseas, señorita...?
¡PUM! Un golpe certero al estómago lo dobló por la mitad.
—¿Qué demonios haces aquí? ¿Y como profesor? Mia escupió las palabras.
Adrian, aún jadeante, esbozó una mueca. —Órdenes directas... de tu abuelo —Se enderezó con esfuerzo. — Debo permanecer cerca.
—¿Como profesor? ¿Y por qué tan... pegado a mí? — Mia cruzó los brazos.
—Eso... Adrian limpió una gota de sudor, —es información clasificada. — Su sonrisa reapareció, pero esta vez, Mia notó algo distinto: una sombra de preocupación que no había estado allí antes.
En ese instante, comprendió que este juego de seducción era solo la punta del iceberg de algo mucho más peligroso.
CONTINUARA…