Prometo Enamorarte

Capítulo 4

El peor lugar para guardar un secreto es en otro ser humano.


Kelly

A la mañana siguiente desperté con un fuerte dolor de cabeza producido por un molesto sonido. Miré de reojo hacia la ventana abierta de mi habitación, en donde una golondrina no paraba de silbar.

Tal vez antes me gustara ese sonido, pero ahora no. Se escucha como si una bocina de un carro de mercado, de esas que anuncian sus productos, estuviese pegada a mi oído a volumen cien. Lanzo con toda mi fuerza la almohada en dirección a la golondrina. Está deja escapar un chillido antes de salir volando. La almohada también voló fuera de la habitación.

Resoplo.

Ellos estaban en lo cierto, no puedo ignorar que los sonidos llegan más claro a mis oídos. Un ejemplo es que aún sigo escuchando a la maldita golondrina que vuela en dirección al bosque.

¿Entonces esto quiere decir que poseo el mismo gen que mi hermano? Estúpida mala suerte. Es normal que las cosas que deseo, como ser una chica normal, no se cumplan.

El dolor de cabeza no se iba. Presiono mi mano en mi frente. "Así que es cierto que voy a enfermar" No lo dudo, no después de la "bienvenida" de ayer.

Me levanté con pereza y busqué una pastilla que siempre tengo para cualquier tipo de dolor... y para los nervios, provocados por los recuerdos del pasado.

Todo estaba en silencio cuando bajé a la cocina. Miro el reloj de pared, las siete y cuarto de la mañana. Tal vez aun dormían.

Desayuno un poco de cereales con leche. Cuando enciendo mi Mp3, la voz de Tyler Joseph resonó por los auriculares, casi haciendo estallar mis tímpanos. La bajé hasta el volumen uno. Cada vez odio más este estúpido gen del hombre lobo.

Nada más salir fuera el aire de la mañana golpea mi rostro.

Empiezo a correr, dirigiéndome hacia el pequeño riachuelo, sin saber exactamente a qué dirección me dirigía. No me cruzo con nadie en el camino… mejor así.

Sí, soy una cabeza dura, pero nunca me he quedado en casa o dejado de ir al trabajo por una pequeña gripe, la cual seguro se me pasará pronto.

Si es cierto que todo está rodeado por una gran muralla, no corro peligro de perderme. Sólo tengo que correr alrededor de la muralla hasta llegar a la puerta principal.

Con ese pensamiento crucé el riachuelo en dirección al bosque. Segundos después tuve que apagar la música, ya que los silbidos de las aves eran cada vez más fuertes.

"Sólo tienes que acostumbrarte a los sonidos. En menos de dos días te parecerá algo normal" Había dicho Stephen anoche, antes de que cerrara la puerta de mi habitación.

No creo que en menos de dos días, ni nunca, esto me parezca algo "normal."

-Hey, chica.- Miro alrededor antes de darme de lleno contra algo duro. Estaba tan concentrada en mis pensamientos que no había visto al chico enfrente de mí.

-¿Estás bien?

Asiento alejándome de él, hasta recuperar mi espacio personal. Entonces me doy cuenta de que ya había llegado al final de la muralla.

No puede ser, solo han pasado unos diez minutos, no pude haber llegado tan pronto. Al menos que esto no sea tan grande como pensé.

-Soy Caleb.- Volví mi atención al chico delante de mí; ojos verdes y pelo castaño claro, casi rubio; alto, tal vez unos setenta y cinco centímetros. Parece dos o tres años más mayor que yo.- ¿Y tú? - Preguntó después de un breve silencio.- Nunca te había visto por aquí.

-Es que nunca he estado por aquí. No desde ayer.- Confieso. Pestañeo un poco. Mi vista se estaba volviendo borrosa.


-¿Y no me dirás tu nombre?

-No te conozco.- Digo tratando de que mi voz sonara fuerte.-Kelly mi nombre es Kelly.- Las palabras salieron de mis labios, como si no las controlase.

-¡Kelly! Buscaré al fondo. Ustedes busquen por los lados. Escucho la voz de Stephen y de algunos hombres. En total, son cuatro o cinco.

-Parece que te llaman.- Caleb dijo, su rostro se hizo más borroso. Me tambaleo un poco.- Debo irme. Fue un gusto conocerte, linda.

Tomó mi mano para a continuación darme un beso suave sobre ella. Quería apartarla, pero me siento como si la fuerza de mi cuerpo hubiese sido completamente drenada. -¿A dónde vas?-Pregunto confundida, ya arrastrando las palabras.- ¿No es este tu hogar?

El ríe con fuerza.- No pertenezco a está manada. Me ofende que me confundas por uno de ellos.


Soltó mi mano, y en menos de un segundo lo vi encima de un árbol ¿Cómo hizo eso?


-Hasta otra linda. - Y saltó. Saltó por encima de la muralla, desapareciendo de mi vista.


-¡Allí está! - Escuché antes sentir un fuerte dolor de cabeza. Vi todo negro antes de perder la conciencia.

 


&&&&


Mis ojos no se abren, siento los parpados pesados.


-¿Qué le pasa?


-Es su cuerpo, está cambiando...

Escuchaba las palabras, pero no veía de quienes provenían. Sentí un fuerte dolor de cabeza, de esos que te hacen rechinar los dientes.

Hace frío.


Inconsciencia.


Conciencia.


Hace calor, y frío...y otra vez calor.


-Ella...se recuperará ¿Cierto?


-No lo sé, ella está muy...


Sentí una caricia en mi mejilla, suave, caliente.


-Te pondrás bien, lo prometo... no perderé a mi chica... no perderé lo que es mío.

 

&&&&

- Bebe esto, linda. Te sanará. - Algo amargo y fuerte pasó por mi garganta. Quise escupirlo, pero una mano cubrió mi boca y mi nariz, obligándome a tragar.

Y entonces, una noche desperté, pero con la diferencia de que los dolores de cabeza y musculares habían desparecido. No me sentía mareada, ni cansada... es como si nunca hubiese enfermado.




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