Cuando haces todo lo que está a tu alcance,
Cuando incluso pones tu vida en peligro para proteger a una persona… Es porque verdaderamente te importa.
Kelly
-Eres tu...- Dijo arrugando la fotografía antes de que la tomara. Tenemos que irnos de aquí.
Estuve de acuerdo con él.
Sentí que una rara sensación me recorría la espalda, un escalofrío de esos que te hielan los huesos. Alguien me ha estado vigilando todo este tiempo ¿Quién? ¿Quién podría ser?
Recordé a Caleb, pero no pudo ser él ya que esto comienza desde mi llegada al orfanato ¿O por alguna razón él siempre ha sabido de mí?
Alguien me vigila, si sé que lo dije, pero estoy hablando de que ahora mismo alguien nos está observando. Miro alrededor para descubrir que nos encontramos en un callejón estrecho y solitario, alejados de la multitud.
Stephen me tomó del brazo para arrastrarme con él, pero algo, o más bien alguien se lo impidió. Un hombre corpulento de piel bronceada que cubría sus ojos con unas gafas de sol oscuras; su cabello rubio ceniza, vestido con un caro traje azul oscuro.
Sus manos las tiene dentro de los bolsillos delanteros del pantalón. Se le ve calmado y un aura peligrosa le rodea.
-Vaya, vaya, el plan funcionó mejor de lo esperado.- Dijo el desconocido con una enorme sonrisa formada en sus labios.
-Robert.- Lo llamó Stephen por lo que parece ser su nombre. Sus dientes están apretados y su mano sujeta con fuerza mi brazo. Puedo sentir su odio hacia esta persona.- Creí haber escuchado que tu manada no se metería en tan estúpida guerra.
-Cambio de planes.- Se quitó las gafas de sol dejando ver unos increíbles ojos de color ámbar.- Quiero a la chica, solo a ella y a ti te dejaré libre. Claro, eso si no te interpones en mi camino. Ahora ¿Aceptarás a las buenas o a la fuerza?- Stephen le dio una mirada que lo decía todo. Robert hizo una mueca desdeñosa.- No sé ni para que pregunto.
Hizo una señal con las manos y entonces cinco intimidantes lobos salieron de entre las sombras.
-Escucha, en el momento en el que esté en fase sal corriendo y busca a los demás.-Me murmuró Stephen.
Él va a luchar por mí, pondrá su vida en peligro sólo para protegerme...
"Siempre te protegeré, siempre". Recuerdo su promesa. No creía que lo decía tan en serio. Estaba tan acostumbrada a que la gente cercana a mí me hiciera promesas para luego romperla sin importar mi dolor...que sencillamente dejé de confiar.
Pero él parece ser diferente.
Niego con la cabeza.- No, no te dejaré luchar sólo.
-¿Acaso sabes luchar?- Fruncí el ceño. De no ser por la situación le hubiese dado su merecido. No es que sea cinturón negro en karate, pero vivir tantos años en un barrio donde tenías que salir con algún arma para protegerte de hombres como Robert... te enseña algo.
Los hombres, o más bien, lobos de Robert se disponían a luchar. A Stephen no le quedó de otra que aceptar que me quedara. Buscó algo en su chaqueta; sacó una pequeña navaja de entre los bolsillos y me la dio.
-Es de plata.- Me miró a los ojos.- No los matará pero les dejarás gravemente heridos durante unas horas.
Entonces sucedió.
Stephen se transformó en un enorme lobo de pelaje suave de un color tan negro como la noche; sus ojos color café cambiaron a rojo.
Un lobo atrayente...con una presencia fuertemente intimidante.
Los lobos de Robert dieron un paso hacia atrás, pero éste, quien se había apartado del centro de la pelea, les dio una mirada dura.
Stephen se lanzó hacia el primer lobo, clavando sus colmillos en el cuello de uno mientras con sus uñas atacaba a otro de ellos. Sujeto con fuerza la navaja e intento clavarla en el costado de otro lobo que se disponía a atacar a Stephen, pero parece que sólo lo rasguño porque este soltó un quejido de dolor y se enfrentó a mí mostrando sus afilados colmillos.
Saltó en dirección a mi cuello, pero con una increíble rapidez, la cual antes no poseía, me aparto y entierro la navaja con fuerza entre su costado haciendo que choque contra la pared de ladrillos.
Cayó al suelo y esperé a que se levantara, pero cuando comprendí que no lo haría miré hacia donde estaba Stephen; dos lobos lo acorralaban, los otros dos yacían inertes en el suelo.
Corrí hacia él, pero antes de que llegara alguien me sujetó fuertemente del cuello. Lancé con fuerza el codo hacia atrás y sentí que este impactaba contra la mejilla de la persona.
-Puta.- Eso me cabreo, por lo que apreté la navaja y la lancé hacia atrás, pero él fue más rápido y sujetó mi muñeca con fuerza, obligándome a soltar la navaja.
-¡Stephen! - Robert gritó saliendo de entre las sombras y poniéndose a mi lado. Si no era el quien me sujetaba ¿Entonces quién? Siento que conozco esta voz de algún lado, pero ¿De dónde? Stephen ignoró a Robert y siguió en posición de ataque.
- Supongo que no te importará lo que le hagamos a tu preciosa luna.
-Suéltame.- Dije al mismo tiempo que me removía tratando de liberarme. Sólo recibí una maliciosa sonrisa suya a modo de respuesta.
Entonces Stephen cometió el error de poner su atención sobre mí para asegurarse de que estaba bien. Miró a Robert con sus intimidantes ojos rojos al ver mi situación. Gruñó con ferocidad.
-Hazlo.- Ordenó Robert y no comprendí a que se refería, no hasta que sentí un fuerte dolor sobre mi nuca. Mi vista se volvió borrosa y lo último que vi fue a Stephen siendo atacado por los dos lobos.
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Abro los ojos con lentitud al sentir los párpados pesados. Tardé varios segundos en orientarme y mirar alrededor para darme cuenta de que me encontraba en un cuarto oscuro, vacío, y con sólo una puerta de metal la cual estaba claramente cerrada.
Mi respiración comenzó a ser irregular. Trato de levantarme del frío suelo, pero hay tres cosas que me lo impidieron.
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Editado: 01.06.2020