Prometo no amarte

Capítulo 2. Estela

 

Si te gusta la historia, me ayudarías muchísimo comentando el capítulo. Muchas gracias por tu lectura.

 

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C A P Í T U L O 2

E S T E L A

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Estela colocó las palmas de sus manos sobre la acera y escuchó ese sonido pesado del bombeo de su corazón que se volvía doloroso cuando tenía miedo. Avanzaba por el camino que solía elegir para llegar a su parada de autobús, el menos concurrido, cuando una fuerza súbita jaló su mochila y la derribó junto a ella contra el suelo.

No se sorprendió, sabía de qué se trataba. Su corazón latía deprisa y le costaba respirar, pero intentó conservar la calma y reincorporarse. El hecho de que se hubiese acostumbrado a analizar las situaciones en que corría peligro, de lo habituales que eran, la afligía un poco más que las agresiones en sí.

―¡Fue por eso, Adam! ―gritó Grace, quien la había interceptado―. Ella sedujo a mi novio y se acostó con él.

De todas las personas que conocía, Grace era la que más la odiaba. La obsesión en su mirada no era similar a ninguna otra que conociera; cada que la tenía en frente parecía debatirse entre alejarla por desprecio o mantenerla cerca para continuar maltratándola. Estela no tenía claro quién era su novio, pero sí sabía que no serviría de nada explicarse. Para ese punto, no era necesaria una excusa para meterse con ella, la única razón por la que Grace había inventado algo así era por la presencia inesperada.

Se levantó para no sentirse indefensa, pero la sensación de que estaba por completo expuesta no disminuyó.

―¡Te estamos hablando!

Grace se adelantó un par de pasos para plantarle una cachetada y el ardor en su mejilla retumbó como una nota pesada.

―¡Confiesa que fuiste tú! ―exigió, furiosa.

No respondió, solo alzó la mirada para encontrarse con la otra chica, Cindy, la cual grababa la escena en su celular. Después, dio un vistazo a Adam Black, que la analizaba con un gesto grave que la sorprendió más que los golpes.

Él no sonreía, como había supuesto. Desde su posición pudo advertir la manera en que tensaba la mandíbula y sus labios se apretaban hasta convertirse en una línea fina, sin color. Era la primera vez que estaban frente a frente, pero el gesto indescifrable que cargaba las pocas veces que se lo había topado en los pasillos, sumado a esa mirada extraña que le había lanzado cuando llegó, la advertía de que no era un sujeto que quisiera tener cerca.

Estela temió más por él que por las otras dos. Las chicas podían ser crueles hasta cierto punto, pero los hombres siempre serían los que causaban más daño cuando se lo proponían, y el alumno de la familia más poderosa que parecía odiar todo lo que lo rodeaba no era una persona que quisiera sumar a su lista de abusadores.

En eso pensaba cuando sus miradas se encontraron una vez más, y ella se apresuró a enfocar cualquier otra cosa.

―¿Por qué no te defiendes? ―La voz de Adam Black inundó el ambiente.

Su tono sosegado podía considerarse incluso dulce. No era un martillo, sino una lanza filosa.

Estela mantuvo su mirada caída, sin hablar.

―¿No te duele? ―insistió él.

―Duele ―se atrevió a responder―, p-pero duele menos.

Un golpe súbito la hizo gritar por el ardor y la sorpresa. Su cuerpo reaccionó agachándose para llevar sus manos a su pierna derecha, donde en medio de la espinilla empezaban a emerger un par de hilillos de sangre. Grace la había pateado con la punta del zapato, con tanta fuerza que sintió que no podía respirar por varios segundos.

Estela alzó la mirada para observarla, aterrada.

―Tenías razón. ―Alzó ambas manos en un gesto complacido―. Podía dolerte más.

Revisó de nuevo la herida y notó que la sangre había llegado hasta las medias blancas de su uniforme. Intentó levantarse, pero el dolor la obligó a mantenerse en la misma posición. No solo era su piel, sentía como si le hubieran roto el hueso.

―Ya que está ocupada apretando los dientes, yo te puedo explicar. ―Grace se giró para observar a Adam―. No se puede defender porque es becada, y sabe que si nos pone una mano encima la expulsarían de inmediato, y como su padre es un alcohólico que trabaja de obrero o algo así, no va a pagarle los estudios, así que no tiene otro remedio que soportarnos hasta que se gradúe. Además, quiere una beca para entrar a la universidad, y un título de un colegio de renombre como el nuestro es lo único que se la daría, ¿o me equivoco? ―acarició las últimas palabras.

Un escalofrío invadió la columna vertebral de Estela ante esa información. Aún conservaba la esperanza de que sus compañeros no estuvieran al tanto de los detalles de su vida privada, pero tal parecía que se habían tomado la molestia de escarbar hasta el último rincón con tal de averiguar su límite.

El sonido de los pasos de Adam la obligó a prestar atención para encontrarlo al lado de Grace, que entonces portaba un sonrojo tierno en su rostro, como si fuese otra persona.

―Creí que estabas furiosa porque tu novio te engañó.

La nombrada se sorprendió, impresionada por haber olvidado su propia mentira. Su gesto se deformó el triple cuando el reverso de la mano de Adam Black se estrelló contra su mejilla y la obligó a retroceder tres pasos.

―¡¿Qué diablos te ocurre?!

Cindy se acercó para llegar a ellos, cercanía que él aprovechó para arrebatarle el celular y partirlo a la mitad, con una facilidad ridícula.




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