Prometo recordarte

Primer día de trabajo

La señorita Elizabeth le compró un despertador a Hansen para que no llegase tarde en su primer día de trabajo; el problema fue saberlo utilizar. Gracias a que el huérfano era nuevo con ese artefacto, supo poner la alarma, aunque la puso una hora después.

De no haber sido porque tenía que presentarse a las seis de la mañana y Elizabeth lo despertó a las cinco, diciéndole que ya eran las siete, no habría llegado.

En la entrada lo esperaba el señor Myers. Leía un periódico mientras fumaba un cigarrillo.

—Señor Myers, buen día.

Dijo el somnoliento de Hansen y una nube gris que salió por la boca de Myers, cubrió su cara, provocándole tos.

—Si actualmente las noticias de los periódicos tienen más morbo que información que valga la pena, no me imagino cómo serán en el siguiente siglo. ¿Qué quieres, Hansen? Llegas 20 minutos antes.

El huérfano observó su reloj de correa y en efecto: llegó más temprano de lo que se lo habían solicitado. Culpar al estrés en el que lo puso la señorita Elizabeth era una opción, pero era posible que sonara bastante infantil. Primero respondió con un suspiro y se justificó con la frase “más vale temprano que justo en el momento”. El señor Myers le ofreció una sonrisa, dobló el periódico y apagó el cigarrillo en el cenicero de la recepción, cuando entraron.

—La señorita Isabelle te consiguió un puesto aquí como detective —corroboró Myers —, pero creo que ella no estaba informada en absoluto.

—¿A qué se refiere?

—Hay bastantes cosas que tienes que saber, puppy, aunque ahora solo te voy a explicar los grados de la policía nacional, el grado en el que nosotros estamos y el puesto que tú vas a tener, si es que logras conservar.

En total, son tres: Los Grados Oficiales, los Grados Suboficiales y los Grados Nivel ejecutivo. Los Grados Oficiales se dividen en tres y esas tres divisiones tienen tres puestos: La primera división que es la de mayor rango, es encabezada por el General, le sigue el Mayor General y por último y no menos importante, el Brigadier General. La segunda división recibe el nombre de Oficiales Superiores, compuesta por el coronel, el Teniente Coronel y el Mayor. Y en la tercera división llamada Oficiales Subalternos, están el Capitán, el teniente y el subteniente. Después te mostraré las insignias que los distinguen, pues sería una vergüenza que te dirijas a algún superior de manera errónea.

Cuando hablamos de los Grados Suboficiales, tenemos al Sargento Mayor, al Sargento Primero, al Sargento Viceprimero, al Sargento Segundo, Al Cabo Primero y al Cabo segundo. Para notar con mayor facilidad su puesto si necesidad de que te lo digan, es el mismo caso que con los que conforman los Grados Oficiales. Vaya, sí que tendrás que aprender mucho, puppy.

Avancemos al último grado, los Grados Nivel Ejecutivo o para que lo recuerdes más fácil, lo que somos en esta pequeña estación de policía de Whippersnapper Town. Como puedes ver, soy el jefe de aquí o, mejor dicho, el comisario. Después de mí, está el señor Bernal Jones, el Intendente; luego está Ian Davies, el Subcomisario; le sigue Jenaro Murphy, el Subintendente; Manel O’Connor, el Intendente Jefe y los Patrulleros Napoleón Singh, Oriol Roy, Valerio Li y Ulises Joyce.

—Nunca escuché que nombrara mi puesto.

—Porque no existe. Necesitas pertenecer a una organización para que tu rango lo mencione alguien, ¿entiendes?

—¿Entonces por qué me explicó todo esto si estoy fuera de lugar?

El señor Myers rodeó los hombros del huérfano y suspiró. Los dos voltearon a ver la puerta y dieron tres pasos hacia el frente.

—Porque me gusta abarcar mucho, puppy. Vas a ser el primer Detective que yo, ¡William Myers, posea en su hermosa estación de policía de Whippersnapper Town! No te preocupes por lo que dirán nuestros superiores, la señorita Isabelle te falsificó algunos documentos para que pareciera que tienes un perfil de detective privado.

Hansen tuvo el pesado presentimiento que su vida cambiaría por completo a partir de haber escuchado la forma en como ese arrogante hombre, lo llamaba.

El señor Myers lo instaló en un cubículo de la estación, en donde apenas había un escritorio, un jarrón vació y polvoriento, acompañado de un teléfono fijo, que originalmente era blanco, pero que el tiempo lo volvió amarillento. A comparación de su silla con la de los demás, no era movible, no contaba con rueditas. Ni siquiera había terminado su jornada y ya estaba de mal humor.

El tiempo avanzaba lento; el huérfano de vez en cuando miraba su reloj, esperando que marcaran las 6 de la tarde para largarse de ese molesto lugar. Cuando el sueño lo visitó y sus párpados estuvieron por caer, la presencia de Nanashi llegó de repente, avivándolo con un helado beso sobre sus labios. Hansen sobresaltó de su lugar, haciendo un chirrido con las patas de la silla, que llamó la atención de sus compañeros, quienes solo le clavaron cuchillos con la mirada.

—¡Hansen! ¿cómo te va con el trabajo? No aguanté más y quise venir a verte. ¿Ya casi terminas?

—Uff… más bien, ¿cuándo empieza?

—¿Qué quieres decir?

—Te lo explicaré en casa…

Y una vez más, Hansen volvió a cerrar los ojos. Estando a punto de caer dormido en su escritorio, un hombre ni muy joven, ni muy viejo, entró azotando la puerta del local, entre lágrimas y jadeos, gritando por ayuda.



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En el texto hay: boyxboy, drama, lgbt

Editado: 02.05.2022

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