Prometo recordarte

Todo de ti

Volvieron a casa y se alojaron en la habitación de Hansen después de que el huérfano fue reprendido por la preocupación de su madre adoptiva con respecto a la repentina visita de la escena del crimen. Y para ser honestos, en ese momento esa indeseable experiencia no les afectó en lo mínimo en ese momento.

Estar enamorados el uno del otro y que uno de ellos lo negara en absoluto mientras que el otro insistía con todas sus fuerzas, volviendo irritable su sentir, era más que frustrante y pesado, sin embargo, la tensión que había entre ellos de vez en cuando, provocada por su afecto mutuo, hacía latir con fuerza sus corazones.

El simple hecho de mantener una conversación con temas bobos, estando Nanashi sentado sobre la cama y Hansen de rodillas frente a él, y que a su vez le permitiera tocar su alma, sujetando con suavidad sus frías manos, descontrolaba la paz en las cabezas de cada uno. Cuando los temas de conversación se terminaron y el silencio los sustituyó, el huérfano observó las manos del espectro, que con tenuidad podría ver sus propias palmas a través de ellas.

—¿Recuerdas esa pelea que tuvimos en el trabajo?

—Oh, sí… esa dichosa pelea — respondió con rapidez el espectro—. No quisiera recordarla.

 —Ni yo, al menos no del todo.

—¿Qué quieres decir?

—Que quisiera arreglar las cosas para no recordar que terminó con un secuestro. Creo que la forma en la que te dije todo eso fue de lo peor. Me refiero a que…

  —¿A qué?

—Que sí me enfada que dudes de todos y que por eso estés a la defensiva. No todas las personas ocultan ese tipo de ideas perversas conmigo, ¿lo entiendes? Estoy agradecido de que te preocupes por mí y de ocupar un pequeño rincón en tu corazón, pero no soy un niño, ni te pertenezco, no le pertenezco a nadie. Puedo cuidarme solo y voy a pedir tu ayuda cuando de verdad la necesite, así como tú también puedes pedir la mía.

La promesa que te hice desde que nos conocimos, no es la razón por la que he permanecido a tu lado estos últimos años. Eres muy importante para mí, eres parte de mi historia y serás un hermoso recuerdo que llevaré conmigo a donde sea que vaya.

—¡Pero yo no quiero ser un hermoso recuerdo para ti! — protestó el espectro— Quiero ser algo más, quiero que dejes de verme como “Nanashi”. ¿Es porque soy un chico? ¿Es porque estoy muerto? Hansen, no solo tienes un rincón de mi corazón, lo tienes entero.

Hansen suspiró y desvió la mirada.

—El amor no debería de venir en formas o colores.

—¿Y entonces? ¿Cuál es el problema conmigo?

—¿Te has preguntado cuántos años tenías cuando moriste? Creo que eras joven. Quién sabe cuánto tiempo has estado vagando como alma en pena. Deberías gozar la oportunidad de volver a vivir.

—Tengo una vida aquí, contigo.

—¿Y qué tan real es? Todos envejeceremos y seré más grande que tú pese a las circunstancias; ¿quién te ayudará si muero?

—¡Podemos vagar juntos!

—No.

—¿Por qué?

—Nada es seguro. Olvídalo. Estás soñando en grande.

Nanashi apartó sus manos de las suyas, las llevó hacia las mejillas de Hansen y levantó su cabeza.

—¡Podemos soñar en grande los dos! Deja de ser tan pesimista contigo mismo. Los dos nos amamos, ¿qué más necesitas sentir, ver, hacer o pensar para aceptarlo? Déjame amarte, al menos demuéstrame todo lo contrario a lo que dijiste hoy, hazlo por esta noche.

Inclinó su cuerpo hacia su amado, cerrando sus ojos rasgados de color miel en el camino y besó los delgados labios del muchacho. Hansen correspondió. Nanashi rodeó sus hombros e hizo un tenue movimiento con sus labios; Hansen siguió el ritmo, levantándose con lentitud del suelo y acercándose a él. Los dos terminaron sobre la cama, Nanashi debajo.

Hansen desabotonó la bata que cubría el cuerpo de Nanashi. Acercó su rostro a su pecho y recorrió su torso acariciándolo con la punta de su nariz, olfateándolo con blandura; el olor a camilla de hospital que desprendía Nanashi se impregnó en los pulmones de Hansen, a pesar de ser un aroma inusual y poco atractivo, el simple hecho de venir de él, provocaba un hormigueo en todo su cuerpo.

Por otra parte, el sentir ese tipo de contacto sobre su piel, aceleró el corazón de Nanashi. Hansen dejó un beso sobre su ingle y luego acarició su miembro. La respiración de Nanashi se volvió levemente agitada con los suaves frotes; sus labios dejaban marcas no muy profundas sobre su amante–no–amante.

Para cuando se separó y metió su miembro en su entrada, la columna de Nanashi se contrajo. Hansen inclinó su torso y fue envuelto en los brazos de Nanashi. ¿Qué importaba la hora? Aunque el sol todavía les dijera “¡Hey! Todavía sigo aquí” y la luna lo apresurara para comenzar su turno nocturno, ellos siguieron. Lo hicieron más de una vez, tal vez no más de dos veces, pero al menos la euforia duró para que sus manos siguieran rozando el cuerpo del uno y del otro, acompañadas de besos dulces, acalorados, que liberaban las tentaciones que existían entre ambos. El problema que tuvieron a las afueras de la Estación de Policía parecía haber sido aplastado por esa escena.



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En el texto hay: boyxboy, drama, lgbt

Editado: 02.05.2022

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